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El macabro hallazgo en el parque Libertad que sigue en la impunidad 20 años después

La Policía capturó a 19 pandilleros de la 18 por el crimen, pero dos años después todos fueron exonerados debido a que la Fiscalía no presentó evidencias contundentes. 

Por Lissette Lemus | Dic 11, 2022- 21:40

El macabro hallazgo, durante la madrugada del 10 de diciembre de 2002, en la histórica plaza Libertad, en el centro de San Salvador, era solo el anuncio público de la pandilla 18 de una serie de crímenes que aterrorizarían a la población civil en los siguientes años. 

A las 5:30 de la mañana, de aquel frío martes, un vendedor de pan y café pensó que había tenido suerte al ver una mochila colgada en las verjas, que en esa época rodeaban el parque. 

El hombre consideró que alguien la había olvidado. La tomó, dio unos pasos y se sentó en una banca de un costado de la plaza, para examinar lo que había en el interior del bolsón.

Al abrir la mochila, el hombre quedó pálido, le temblaban las manos, no era para menos, al introducir su mano, lo que encontró fue una cabeza humana. 

“Hey, allí creo que está una cabeza’’, dijo con voz temblorosa el vendedor de pan a un integrante del Cuerpo de Agentes Municipales (CAM), que brindaban seguridad en la zona, y que habían visto la mochila desde la noche anterior, pero creían que pertenecía a alguna de las personas que deambulaban por la zona.

El agente del CAM, después de corroborar lo que el vendedor había dicho, llamó al Sistema de Emergencias del 911. 

Quienes llegaron a realizar la inspección se encontraron con la cabeza, un poco húmeda, de una mujer de unos 17 a 20 años, con cabello ondulado teñido. Tenía los ojos y boca cerrados y estaba envuelta, de la parte del cuello, con un plástico negro. 

El corte alrededor del cuello era casi perfecto y en la frente sobresalía una marca hecha con un puñal: los números romanos XVIII. 

Horas más tarde, ese mismo martes, la policía informó de un segundo hallazgo en las cercanías de la antigua Terminal de Buses de Oriente, en San Salvador.

Ahí un transeúnte encontró restos de una pierna izquierda dentro de una bolsa plástica. 

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El hallazgo de la cabeza en pleno centro de San Salvador, causó alarma social y marcó el inicio de una espiral de homicidios cometidos por la pandilla 18, pero esa era la segunda mujer mutilada en un mismo mes. 

Seis días antes, el cuatro de diciembre, el cadáver de Marian R. una menor de edad que convivía con un pandillero de la mara 18, fue encontrada desmembrada en un predio baldío de la colonia Montes de San Bartolo 5, en el municipio de Soyapango. 

Tras el hallazgo de la cabeza en el parque Libertad, autoridades de la Policía Nacional Civil sostuvieron que se trataba de crímenes por rencillas entre pandillas.

Un oficial de la sección de Vida, de la División Regional de Investigaciones de la Policía Nacional Civil declaró: “la marca en la frente fue hecha para despistar. Este es un aviso de guerra entre ellos”. 

Foto EDH/ Archvio

Cuatro días después, un habitante de la colonia Guadalupe, en Ciudad Delgado, fue sorprendido cuando encontró flotando parte del torso, con una sola pierna, en las sucias aguas del río Tomayate.

Los integrantes del Laboratorio de la Policía Nacional Civil que llegaron a la escena expresaron que se trataba de la parte bajo el vientre y que solo tenía la pierna derecha. Indicaron que los restos eran de una mujer de unos 15 a 17 años. 

“Se sospecha que el crimen está relacionado con venganzas entre pandillas que operan en la capital”, manifestaron las autoridades de seguridad pública en ese momento. 

Un mes y medio después, el 24 de enero de 2003, la policía informó de la captura, un día anterior, de los presuntos mutiladores. Se trataba de siete jefes pandilleros de la pandilla 18. Las autoridades los señalaron como autores directos de los crímenes macabros. 

Foto EDH/ Archivo

Entre los cabecillas estaban el exguerrillero Carlos Ernesto Mojica Lechuga, alias Viejo Lin, de 40 años, perfilado en ese momento por la PNC como jefe de la 18 a nivel nacional y el encargado de ordenar los desmembramientos de al menos tres mujeres y un hombre. 

Los otros capturados fueron William Enrique Mendoza Yenca, alias Viejo Skiny, de 40 años, perfilado como jefe de la pandilla en la Colonia Campanera y Giovanni Alexis Vásquez, alias Crazy, de 19 años. Sin embargo, el Crazy, se fugó de la delegación de Ilopango solo dos días después de su captura.

Según la información policial, las mujeres fueron asesinadas por los pandilleros, en “castigo” por haber tenido relaciones sexuales con integrantes de la pandilla contraria.  

El día de la captura, la PNC señaló a Mojica Lechuga como responsable del asesinato de la joven de Montes de San Bartolo 5 y la víctima cuya cabeza fue encontrada dentro de la mochila en el parque Libertad. 

En el primer caso, la versión policial fue que el Viejo Lin supo que la menor de edad que convivía con integrantes de la pandilla 18, había sido novia de un pandillero de la MS. 

Por lo que ordenó al pandillero que llevara a su mujer a una casa específica donde fue torturada, violada y luego mutilada aún con vida. Posteriormente el Viejo Lin le cortó la cabeza y ordenó que dejaran sus restos en un predio baldío de la misma colonia. 

Foto EDH/ Archivo

En el segundo caso, según la PNC, un testigo reveló que el Viejo Lin y unos 30 pandilleros violaron y torturaron, por más de 12 horas, a una menor de edad identificada como Rosa N. luego comenzaron a desmembrarla hasta matarla. 

El móvil del asesinato habría sido porque trabajaba en una cervecería, en una zona dominada por la pandilla 18, pero había convivido maritalmente con un marero de la MS13. 

En la audiencia inicial por el homicidio de Rosa N., en el que la Fiscalía acusó a 19 personas, Mojica Lechuga fue liberado de los cargos, porque el día en el que fue cometido el asesinato de la joven, el pandillero se encontraba arrestado por el delito de portación de armas.

Junto al Viejo Lin fueron liberados dos pandilleros más y en un proceso peralelo, en un juzgado de menores, por el mismo caso, fueron exonerados dos menores de edad, integrantes de la misma pandilla. Sin embargo, el Viejo Lin no quedó en libertad, porque ya tenía otro proceso judicial en su contra por el asesinato de un joven.

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En 2004, los otros catorce hombres y una mujer, todos integrantes de la pandilla 18, fueron exonerados definitivamente por un Juzgado de Instrucción debido a que después de un año, desde que se emitió un sobreseimiento provisional contra los imputados, la Fiscalía General de la República no aportó nuevas evidencias. 

La Fiscalía había basado su acusación en un testigo criteriado identificado como “Lucero” pero su débil testimonio fue desestimado por dos Tribunales.

Con ello, tras las errores en la investigación por parte de la Policía Nacional Civil y la Fiscalía General de la República, la violación, tortura, asesinato y desmebramiento  de Rosa N. quedó en la impunidad.

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