“Me conocen como La chapina”: Catarina se gana la vida en El Salvador vendiendo algodones de azúcar

La vida no es tan dulce como los algodones de azúcar que elabora la guatemalteca Catarina Yaix. Con su venta ha podido sacar adelante a sus tres hijos y así sobrevivir en El Salvador.

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En trabajo que inicia a las cuatro de la mañana se involucra toda la familia. Foto EDH/ Jessica Orellana

Por Jessica Orellana

2020-11-23 6:00:57

Todos los días desde las 4:00 de la mañana, Catarina Marisela Yaix, de 28 años, junto a su hija Jessica Cristal se levantan a trabajar. Ambas elaboran 240 algodones de azúcar, los embolsan y ella sale a vender 80 junto a su hijo Kevin Yaix con la esperanza de venderlos todos y llevar el sustento diario para la familia.

Catarina y sus hijos son originarios de Quetzaltenango, ciudad y cabecera del departamento de Quetzaltenango en Guatemala, conocida popularmente como “Xelajú” o simplemente como “Xela”, un lugar con mucha presencia de indígenas. Desde allá ha viajado hasta El Salvador.

En su infancia, Catarina estudió hasta tercer grado. Después de eso no le fue posible seguir estudiando por falta de recursos económicos. Catarina domina su lengua natal que es el idioma quiché y además el español.

Ella alquila un cuarto de tres metros cuadrados en un mesón en el barrio San Jacinto, en San Salvador, donde vive junto a sus tres hijos.

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“Yo vine al país por trabajo, al principio con una tía, ella vendía algodones y nos traía a trabajar, nos pagaba y así ayudaba a mi familia. Ya cuando me casé venía con mi esposo y hoy así mantengo a mis hijos”, asegura la joven madre.

Catarina enviudó hace un año y medio, por lo que le tocó asumir la responsabilidad completa del cuido de sus pequeños. Continuó con el trabajo de la elaboración y venta de los algodones de azúcar y así sale adelante.

Catarina y su hijo caminan en ocasiones hasta cinco horas para recorrer las comunidades donde ya la conocen. Foto EDH Jessica Orellana

“Descansamos una vez a la semana, la necesidad es mucha y si no trabajamos, no comemos”, añade mientras envuelve los algodones, uno tras otro: azules, rosados, verdes y morados, elaborados de forma artesanal, son acomodados en la base de madera diseñada para la venta.

Catarina trabaja junto a Alberto Monroy, otro guatemalteco originario del municipio de Totonicapán, quien tiene 12 años de dedicarse a la producción y venta de algodones de azúcar.

Con la venta de los 80 algodones a 25 centavos de dólar cada uno, las ganancias son repartidas, primero con Alberto, el resto sirve para la compra de material para su elaboración al día siguiente y lo que queda debe alcanzar para comer.

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La joven madre aprendió el oficio hace años y ha ido ganando clientes, pero depende de su compañero, ya que ella no cuenta con una máquina propia.

Cuando la elaboración de los algodones ha finalizado, 240 son preparados y divididos en las tres bases: colgados, agarrados con ganchos de ropa y listos para venderse.

“Nosotros vamos a vender a varios lugares. Yo ya tengo a donde la gente me conoce como La Chapina. En la Costa del Sol, San Luis Talpa, La Herradura, Las Hojas, varios lugares”, expresa la joven con una sonrisa.

Catarina ordena por colores cada y divide la producción y en los tres porta algodones para la venta. Foto EDH/ Jessica Orellana

Con su venta al hombro, Catarina junto a su hijo Kevin salen todos los días a ofrecer los algodones y los juguetes. Abordan el bus y hay lugares a los que les toca transbordar hasta tres buses para llegar a su destino. Recorren cada calle y pasaje del lugar anunciando sus productos. Hay días que recorren hasta 70 kilómetros.

“Desde un día antes tengo que hacer la ruta y más o menos tengo una idea de cuánto puedo gastar, porque nos toca comer en los lugares. Salgo a vender todos los días con mi hijo y mi niña mayor se queda cuidando a la más pequeña”, dice.

Aunque el algodón de azúcar es su principal fuente de ingresos, también ha invertido en la venta de juguetes. Catarina se esfuerza día con día y pone mucha dedicación para cubrir las necesidades básicas de su hogar.

Los niños son los principales compradores y son quienes se alegran cuando “La Chipina” grita ofreciendo sus productos. Foto EDH/ Jessica Orellana

“Mis hijos siempre se han quedado en Guatemala, me los cuida una hermana, pero me los traje a finales del año pasado cuando salieron de estudiar, pero nos agarró la pandemia y no nos hemos podido ir”, relata.

Estos meses la joven madre no ha podido viajar a su país para visitar a su familia. “Acá estamos lo que nos permite la ley y luego de 90 días yo viajo y así estoy, pero ahora ha sido difícil y no sé hasta cuándo voy a viajar, porque no me alcanza para hacerme una prueba ni a mí, ni a mis hijos y necesito trabajar”, cuenta.

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Añade que durante la cuarentena tuvo que sobrevivir con los pocos ahorros que tenía y con una ayuda que recibió por parte de la embajada de Guatemala, así fue pasando los días y por hoy la venta de los algodones es su fuente de ingreso económico que le permite salir adelante.

Catarina trabaja duro para darle una mejor calidad de vida a sus hijos en un país hermano, pero sus pies cansados no la detienen para llevar sus algodones de azúcar a los pequeños. “Cuando nos ven los niños se alegran mucho, ellos me conocen y siempre compran”, dice.

Después de casi 4 horas de caminar, Catarina y Kevin han vendido más de 70 algodones y un par de juguetes, con eso ya logran sacar la inversión de los algodones y le queda poco para sus gastos y el de sus pequeños.

Según el informe presentado por Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para las Migraciones (ACNUR): “Hallazgos del estudio de línea base sobre migración y desplazamiento en la región del SICA”, en El Salvador vive un 0.64% de inmigrantes.

El país recibe migrantes provenientes en su mayoría de Guatemala (8,235), de Honduras (15,774), y de Nicaragua (3,983). La inmigración femenina es superior a la masculina, con 22,348 mujeres, lo que supone el 52.43% del total, frente a los 20,269 de inmigrantes hombres que son el 47.56%.