“Todos me conocen como la chapina de los algodones de azúcar”: Joven madre se rebusca para alimentar a sus tres hijos
La vida no es tan dulce como los algodones de azúcar que elabora Catarina Yaix. Con la venta ha podido sacar adelante a sus tres hijos y así sobrevivir económicamente.
Por Jessica Orellana
2020-11-22 10:00:57
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Desde las cuatro de la mañana la máquinas para hacer algodones de azúcar ya está encendida y se elaboran más de 240 cada día. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Azúcar y colorante es lo que se necesita para la realización de los algodones. La técnica lleva años en aprenderse.
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Con la venta de los 80 algodones a 25 centavos de dólar cada uno, las ganancias hay que repartirlas, primero con Alberto, el resto servirá para la compra de material para su elaboración al día siguiente, y lo que queda, hacerlo rendir para comer. Foto EDH/ Jessica Orellana
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La joven madre trabaja junto a Alberto Monroy, otro guatemalteco, originario del municipio de Totonicapán, quien tiene 12 años de dedicarse a la producción y venta de algodones de azúcar. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina ordena por colores cada y divide la producción y en los tres porta algodones para la venta. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina alquila un cuarto por la cantidad de 25 dólares al mes en un mesón en el Barrio San Jacinto de San Salvador, la pieza es de tres por tres metros ahí viven junto a sus tres hijos. Foto EDH/ Jessica Orellana
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En su infancia, Catarina estudió hasta tercer grado. Después de eso, no le fue posible seguir estudiando por falta de recursos económicos. Catarina domina su lengua natal que es el idioma quiché y además el español. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Kevin escoge su maquilla antes de salir a vender junto a su madre asegura que cada vez que salen se protege para prevenir el COVID-19. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina y sus hijos son originarios de Quetzaltenango, ciudad y cabecera del departamento de Quetzaltenango en Guatemala, conocida popularmente como “Xelajú” o simplemente como “Xela”. Lugar con mucha presencia de indígenas. Desde allá ha viajado hasta El Salvador. Foto EDH/ Jessica Orellana
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“La Chapina” sale con su venta al hombro todos los días, descansa una vez a la semana. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina junto a Kevin abordan buses y aprovechan que hay clientes que les compra durante el camino. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina trabaja duro para salir adelante con sus hijos y darle una mejor calidad de vida, sus pies cansados no la detienen y lleva sus algodones de azúcar a los pequeños “cuando nos ven los niños se alegran mucho, ellos me conocen y siempre compran”. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Hay lugares que hasta les toca caminar hasta 5 horas para cubrir todo la comunidad y vender sus productos. Foto EDH/ Jessica Orellana
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“Yo vine al país por trabajo, al principio con una tía, ella vendía algodones y nos traía a trabajar, nos pagaba y así ayudaba a mi familia. Ya cuando me casé venía con mi esposo y hoy así mantengo a mis hijos”, asegura la joven madre. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Catarina regresa a su casa después de una larga jornada de trabajo con el cual mantiene a sus tres hijos. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Los niños son los principales compradores y son quienes se alegran cuando “La Chipina” grita ofreciendo sus productos. Foto EDH/ Jessica Orellana
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Por la pandemia Kevin ha dejado de estudiar y este año ha acompañado a su madre a vender por varios lugares de las costa salvadoreña. Foto EDH/ Jessica Orellana