Herbert Anaya Sanabria: La historia de un defensor de Derechos Humanos que silenciaron en El Salvador
La abogada y exmagistrada Mirna Perla, testigo y protagonista de uno de los capítulos más oscuros de El Salvador, narra la vida y el brutal asesinato de su esposo, Herbert Anaya Sanabria, un referente en la defensa de los derechos humanos.
Mirna Perla se presenta como una abogada cuyo trabajo ha estado profundamente ligado a la defensa de los derechos humanos, tanto desde el ejercicio de la abogacía, como siendo magistrada de la Corte Suprema de Justicia en una época de democratización de la postguerra.
La pérdida de su esposo Herbert Ernesto Anaya Sanabria, una figura crucial para la defensa de los derechos humanos durante uno de los periodos más convulsos de la historia, marcó su vida y la de su familia. Herbert se destacó como presidente de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), una organización no gubernamental que jugó un papel fundamental en la denuncia de las atrocidades cometidas durante el conflicto armado.
En aquel tiempo, ser miembro de la Comisión de Derechos Humanos era erróneamente sinónimo de desprestigiar al gobierno. "En realidad, lo que Herbert hacía era denunciar la violación sistemática a los derechos humanos", aclara Mirna. Herbert y sus colegas eran altamente perseguidos por documentar esas atrocidades. "Él vivió en carne propia la represión", afirma Mirna.
Antes de su asesinato en 1987, ya había sido secuestrado por la Policía de Hacienda. Tras su liberación, continuó levantando la voz contra las desapariciones y la existencia de escuadrones de la muerte, afirmando que operaban bajo el mando directo de los militares.

Su labor lo convirtió en blanco de persecución. "Fue perseguido al igual que muchos miembros de la comisión, fue torturado por la Policía de Hacienda, donde lo amenazaron a muerte", relata Mirna.
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"Lo metieron en el vehículo a punta de ametralladoras, llevándolo con rumbo desconocido. Para mí fue un momento muy impactante porque personalmente viví esa angustia de miles y miles de salvadoreños, a los cuales había documentado sus testimonios, pero vivirlo en carne propia es más impactante", confiesa.
Herbert fue sometido a 15 días de incomunicación y tortura psicológica y física. Sin embargo, resistió la humillación y el intento de obligarlo a renunciar a su trabajo, impulsado por el recuerdo de las víctimas y las masacres que había documentado.

Tras su liberación, Herbert nunca se doblegó. Ofreció una conferencia de prensa en la Comisión de Derechos Humanos, convirtiéndose, junto a otros miembros, en una voz protagónica y autorizada. La gente acudía masivamente a la comisión, rompiendo el miedo que generaba la constante vigilancia policial y de los escuadrones de la muerte. Herbert defendió que "no podíamos estar hablando de humanizar la guerra, había que terminarla porque la guerra no la gana nadie, la pierde la humanidad".
La Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), nacida en 1977, emergió como una voz crítica en medio de la creciente polarización y violencia política que desembocaría en el conflicto armado salvadoreño. Desde sus inicios, esta organización no gubernamental se dedicó a documentar y denunciar sistemáticamente las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas por todas las partes involucradas en el conflicto, incluyendo desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas y masacres. Su labor fue fundamental para visibilizar el sufrimiento de la población civil y para llevar un registro de las atrocidades que se cometían, a menudo en un clima de extrema represión y censura.

Durante el conflicto armado, la CDHES jugó un papel vital como defensora de las víctimas y como fuente de información para la comunidad internacional, a pesar de los inmensos riesgos que enfrentaban sus miembros. La organización se convirtió en un referente indispensable para periodistas, diplomáticos y organismos internacionales que buscaban comprender la magnitud de la crisis humanitaria en El Salvador. Lamentablemente, este compromiso tuvo un costo humano devastador: la CDHES sufrió la pérdida de 42 de sus miembros, entre ellos Marianella García Villas también presidenta de la comisión quien fue torturada y asesinada el 13 de marzo de 1983 en Suchitoto.
El día que cambió todo
El 26 de octubre de 1987, la vida de Mirna y sus hijos cambió para siempre. La vida de Herbert Anaya Sanabria, de 33 años, fue arrebatada a las 6:45 de la mañana. Agentes de la Policía de Hacienda lo interceptaron en el parqueo de la urbanización José Simeón Cañas, en Mejicanos, mientras se disponía a llevar a sus hijos al colegio. Este impactante suceso desató una ola de condenas a nivel nacional e internacional, impulsando una investigación en medio de señalamientos y presiones.

Mirna recuerda el día fatídico: "Venían de regreso con una vecina y me dijeron que a Herbert lo acababan de matar". La noticia impactó al mundo entero, siendo un mensaje en contra del proceso de diálogo entre el gobierno y el FMLN. Al igual que Marianella fue asesinado en la década de 1980.
La angustia fue inmensa, especialmente al tener que explicar a sus hijos la pérdida. A pesar de las peticiones de su familia de callar, Mirna señaló al gobierno salvadoreño como responsable del asesinato, con la intención de anular las voces críticas y la verdad de lo que ocurría en el país. Al señalar a la Policía de Hacienda y al gobierno, Mirna se convirtió también en blanco de ataques y amenazas. La policía la acosaba por teléfono, amenazando a sus hijos.
Herbert Anaya: una vida al servicio de la justicia
Herbert desde muy temprana edad fue cortador de café. Esta experiencia lo confrontó con la profunda injusticia social que vivía la gente desplazada en busca de sustento. Estudió derecho, pero su verdadera vocación lo llevó a incorporarse a la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador en 1979.

Un hombre valiente y comprometido. Como esposo y compañero de estudio, forjó una relación basada en la lucha. Su experiencia de explotación infantil en los cafetales marcó su intensidad por la defensa de una vida digna para el pueblo y la destrucción del "sistema de injusticia social".

Herbert se sorprendía de que lo quisieran matar, "ingenuamente lo decía", pero su voluntad de poner su talento y conocimiento a favor de la justicia y la verdad prevaleció. Era un poeta con gran talento para escribir y relatar los hechos, y un profundo interés en la cultura ancestral y la historia precolombina, lo que le permitía interpretar el presente y visualizar un futuro de dignidad para El Salvador.
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Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, y con la reestructuración de las instituciones estatales de derechos humanos en El Salvador, la CDHES enfrentó nuevos desafíos en su rol. Finalmente, la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador cerró sus operaciones en el país el 31 de diciembre de 2011, tras más de tres décadas de incansable labor.
Búsqueda de justicia y legado
Mirna Perla se enteró de que una comisión investigadora del gobierno de Duarte, la Comisión Investigadora de Hechos Delictivos, la investigaba a ella, insinuando que había tenido interés en el asesinato de su esposo por celos. Ante esta situación, tuvo que salir del país y refugiarse en Canadá. Allí descubrió que en su visa la habían catalogado como "comunista" o con "relación con comunistas". "Gracias al gobierno de Canadá y el de Costa Rica, países con una democracia bastante desarrollada, pudimos salvar nuestra vida", afirma.
Para Mirna como una forma de desviar la atención, la policía nacional torturó a Jorge Alberto Miranda Arévalo, miembro de una unidad de los comandos urbanos del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), obligándolo a confesar que fue parte del asesinato de Herbert. A pesar de la falta de pruebas y de la retractación de Miranda, fue condenado. Mirna denuncia esta manipulación del sistema de justicia: "Es muy claro, es muy evidente la manipulación del sistema de justicia cuando se persigue a personas defensoras de derechos humanos".

Con la declaración de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía, el caso por el asesinato de Herbert Anaya Sanabria fue reabierto en 2017. La familia de la víctima ha exigido a la Fiscalía General de la República (FGR) una investigación objetiva, que no solo identifique a los autores materiales, sino que también investigue a los altos mandos de la entonces Policía de Hacienda, con el fin de evitar que este crimen quede en la impunidad. En memoria de su legado, la Asamblea Legislativa declaró el 26 de octubre de 2013 como el "Día Nacional del Defensor y Defensora de Derechos Humanos".
La responsabilidad de defender los derechos humanos de las nuevas generaciones
"Todo derecho que se ha conquistado, ha sido gracias a la lucha de miles de personas en el mundo entero", subraya. Destaca que un pueblo que no lucha por sus derechos, los pierde. El Salvador vive un momento difícil, pero no insuperable.

Mirna considera que El Salvador se encuentra en una dictadura, marcada por la toma del Palacio Legislativo por parte del actual presidente, Nayib Bukele, lo que anuló el Estado de Derecho y las normas básicas de convivencia democrática. "El momento en que Bukele toma el palacio legislativo, desde ese momento ya él entró en una senda que es de anular la democracia" y la criminalización de los defensores de derechos humanos, sentencia.
A pesar de la poderosa maquinaria de propaganda gubernamental, Mirna admira el trabajo de los defensores de derechos humanos. Destaca la labor profesional de capturados bajo este gobierno como Alejandro Henríquez, el pastor José Ángel Pérez, Ruth López, y Enrique Anaya, quien ha ilustrado sobre la interpretación de la Constitución y sus cláusulas pétreas, que no pueden ser cambiadas.
Mirna insta a los salvadoreños, tanto dentro como fuera del territorio, a levantar su voz, creer en sí mismos y volver a la senda del amor y la armonía. "Nuestro país, siendo tan pequeño, no puede repetir la misma historia", concluye.

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