Comunidades se organizan para cultivar en pequeño: así funciona Cosechando Sonrisas
Más de 1,400 familias han sido acompañadas por este proyecto comunitario que promueve la agricultura urbana y el trabajo colectivo en barrios y comunidades vulnerables.
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elsalvador.com
Publicado el 28 de noviembre de 2025
Cosechando Sonrisas es un proyecto comunitario salvadoreño que desde 2018 ha acompañado a más de 1,400 familias con huertos urbanos y crianza de pollos. Nació en municipios del sur de San Salvador y se ha expandido a zonas urbanas con espacios reducidos, donde promueve huertos verticales, capacitaciones y organización vecinal. Liderado por 31 voluntarios sin financiamiento externo, el proyecto fomenta el cultivo autosostenible, el emprendimiento y la cooperación entre vecinos. Mujeres jefas de hogar son mayoría entre las participantes. También han recuperado espacios públicos y desarrollado estrategias ante lluvias intensas. Para 2025, planean llegar a más comunidades del centro capitalino.
Un proyecto comunitario nacido hace siete años se ha convertido en una alternativa concreta para el cultivo de alimentos y el fortalecimiento de redes de apoyo entre vecinos. Cosechando Sonrisas, fundado en 2018, ha acompañado a más de 1,400 familias mediante huertos urbanos, asesoría técnica y organización local, sin depender de fondos externos.
La iniciativa surgió en municipios del sur de San Salvador, como Santo Tomás, Santiago Texacuangos, Rosario de Mora y Panchimalco. Con el tiempo, se expandió a El Paisnal, Aguilares y Guazapa. En 2024, el equipo decidió trasladarse a zonas céntricas de San Salvador, donde se enfrentaron a un nuevo desafío: la falta de espacios disponibles.
En estas áreas urbanas, Cosechando Sonrisas implementó huertos verticales adaptados a pasillos, balcones y terrazas. Estas estructuras, construidas con tubos de PVC, botellas plásticas y materiales reciclados, permiten sembrar en espacios de 60 centímetros a un metro cuadrado.
Organización vecinal como base del modelo
El proyecto se basa en la cooperación entre vecinos, quienes se turnan para regar, mantener y vigilar los huertos. Además de las siembras, las familias reciben:
- Kits de cultivo con semillas, abono y riego casero
- Capacitaciones en nutrición del suelo, manejo de plagas y podas
- Talleres sobre costos, presentación de productos y elaboración de encurtidos
- Acompañamiento desde la siembra hasta la cosecha
El grupo está conformado por 31 voluntarios profesionales que aportan herramientas, insumos, transporte y tiempo sin recibir remuneración ni financiamiento externo.

Participación de mujeres en los huertos
Aunque las actividades están abiertas a toda la comunidad, la mayoría de participantes son mujeres. Algunas son jefas de hogar, otras no cuentan con ingresos propios y ven en el huerto una oportunidad de ahorro, alimentación y autonomía.
Además, varias participantes han comenzado a emprender con productos encurtidos, elaborados a partir de sus cultivos. Algunas familias han superado su producción de autoconsumo y ahora venden parte de su cosecha.
Recuperación de espacios comunes
Uno de los casos más destacados ocurrió en la comunidad San Juan Bosco, del Distrito 6 de San Salvador, donde un área verde que funcionaba como botadero fue transformada en un huerto colectivo. Hoy, ese espacio es mantenido por los propios vecinos, quienes comparten turnos de riego y actividades conjuntas.
A partir de esta experiencia, se reactivaron dinámicas comunitarias que estaban ausentes debido a la desconfianza o el miedo. Familias que antes no se conocían ahora intercambian semillas y se organizan para cuidar su producción.
Respuesta ante eventos climáticos
Las lluvias de este año provocaron la pérdida de varios cultivos. Para hacer frente a estas situaciones, los voluntarios introdujeron nuevas estrategias:
- Uso de semillas criollas resistentes
- Drenajes reforzados
- Talleres para extraer y tratar semillas propias
- Con estos ajustes, las siembras más recientes han mejorado sus resultados.
Crianza comunitaria de pollos
En 2024, Cosechando Sonrisas incorporó una nueva línea de trabajo: la crianza comunitaria de pollos de engorde, como respuesta a la dificultad de acceder a proteínas animales en hogares con ingresos bajos.
En San Juan Bosco, se entregaron 50 pollos, alimento concentrado y materiales para construir corrales. Las familias se comprometieron a cuidar a los animales hasta que alcancen el peso óptimo. La organización también ha recibido solicitudes para replicar esta actividad en otras comunidades.

Próximos pasos del proyecto
Para el próximo año, Cosechando Sonrisas prevé intervenir comunidades de los antiguos distritos 1, 2 y 4 de San Salvador. Su enfoque continuará siendo el acompañamiento directo, la autosuficiencia alimentaria y la organización comunitaria, siempre sin financiamiento externo.
El equipo mantiene su estructura de trabajo voluntario y continúa adaptando sus métodos a los desafíos sociales, económicos y climáticos de cada comunidad.
- Con reportes de El Diario de Hoy
