Salir de emergencia hacia un hospital desde el cantón Quezalapa, distrito de Apaneca, Ahuachapán Centro, implica tener $75 para cancelar el viaje a una persona particular que sea dueña de un vehículo.
La urgencia, en el día, requiere que las familias tengan $30.
La razón es porque en el cantón no existe transporte público de día y menos de noche.
Una de las opciones que tienen las personas para ir hasta la ciudad son vehículos del transporte alternativo, conocidos como Qute, que desde hace un par de años se dedican a dicha actividad.
Pero tampoco es accesible para los residentes porque deben pagar $3 de ida y una cantidad similar de regreso.
Las familias que residen en las cincuenta casas, la mayoría de adobe y tablas, en lo que se conoce como Quezalapa Centro son colonos. No son dueños de sus viviendas.
Trabajan en las fincas por lo que cada catorce días reciben un salario de $85, que resultan insuficientes para pagar constantemente un transporte alternativo.
“Según la distancia y para donde lo lleven a uno es el cobro. Seguido me han sacado para el hospital y me ha tocado pagar. Hasta Ahuachapán cobran $70-$75 el viaje. Lo menos son $50; pero por amistad. Hasta Apaneca ganan $5. Tengo once años de vivir acá; antes no había transporte (alternativo). Suplicábamos para que nos llevaran (en los pocos vehículos que transitaban por la calle)”, aseguró doña Rufina de Torres, de 76 años.

La septuagenaria no visita la ciudad de forma constante por el pago en transporte que debe de realizar. Lo hace cada 15 días para realizar las compras de lo necesario en el hogar.
Muchas personas, principalmente los más jóvenes, optan por caminar y no pagar los $6 que supone ir a la ciudad y regresar a su humilde vivienda, en el transporte alternativo.
Son cuatro kilómetros hasta la ciudad, que en una calle pavimentada y a paso apresurado podrían recorrerse, a pie, en más de media hora.
Pero las familias tampoco cuentan con esa opción. La calle es de tierra por lo que en invierno se forman lodazales que la hacen de difícil tránsito no sólo para quienes la transitan caminando sino para los mismos vehículos alternativos y particulares de transmisión sencilla.
Por ello, a pie, las personas tardan una hora; aunque los adultos mayores, hacen el recorrido hasta en hora y media.
Doña Rufina aseguró que, en su caso, ya no se atreve a caminar hasta la ciudad por sus problemas de salud.
Algunas personas suelen realizar el recorrido por veredas para acortar distancias.
El cantón Quezalapa Centro está rodeado por cerros y una abundante vegetación.
El recorrido se hace entre enormes árboles que refrescan el viaje. Como en los pocos lugares que aún conserva el país, el clima es fresco.
Para quienes no están acostumbrados a ese clima requieren de abrigo.

La situación del cantón contrasta con las grandes urbes salvadoreñas donde el pavimento ha sustituido la vegetación y el ruido de miles de vehículos, incluyendo el transporte colectivo, contamina el ambiente.
Aunque la falta de transporte público genera una situación adversa para los habitantes de la comunidad.
En la ciudad se sufre porque las largas filas de vehículos hacen que algunos trayectos cortos se recorran hasta en 45 minutos. En el campo, el sufrimiento es porque no hay un transporte público y si funciona, no es eficiente.
Nancy Guillén, de 42 años, relató que el mal estado de la calle implica “mucho costo también” para aquellos que tienen un vehículo, por el gasto de combustible y el daño que sufren las suspensiones, tijeras, amortiguadores y el desgaste de las llantas.
Ella tiene una hija que estudia en Santa Ana; pero para llegar a clases a las 7:00 de la mañana, sale de su casa a las 4:20 de la madrugada.
2,259
vehículos tiene el distrito de Apaneca, en Ahuachapán Centro,
de acuerdo al Observatorio Nacional de Seguridad Vial
Su esposo la lleva en motocicleta a Apaneca para que después aborde el transporte público.
“Aquí cuesta porque si nos vamos caminando son 40-45 minutos; la calle está mala, los ancianos peligran que se caigan o les caiga una rama cuando está lloviendo porque, incluso, hasta así nos transportamos cuando hay necesidad”, relató Guillén.
La calle donde se ubica el cantón Quezalapa conecta a los distritos de Apaneca con San Pedro Puxtla, en un tramo de nueve kilómetros.
Algunas áreas han sido intervenidas por el gobierno para mejorar la circulación; pero hay otras que el paso vehicular sólo es posible para aquellos con doble tracción.
Guillén señaló que el transporte alternativo no cubre todo el trayecto por lo que las personas deben caminar media hora hasta sus casas desde donde los dejan dichos vehículos.
María Acos, de 62 años, lamentó que, en algunas ocasiones, el transporte alternativo no llega a la comunidad por el mal estado de la calle y las pocas personas que tienen vehículo, en contadas ocasiones llevan a la gente.
Además que en el caserío Monte Sagrado, en el mismo cantón, las personas deben pagar entre 8 y 10 dólares para utilizar el transporte alternativo. Si alquilan un pick up deben de realizar un desembolso de $30.
Algunas personas, como Felícita González, se reúnen para visitar a personas enfermas de parte de una iglesia.
González lo hizo para no caminar sola ante el escaso servicio de transporte que hay en la comunidad.
Otra adversidad que enfrenta el cantón es que no cuenta con el servicio de agua potable domiciliar.
En invierno llenan recipientes cada vez que llueve; mientras que otras personas caminan por más de una hora, en veredas de difícil acceso, para llegar hasta un nacimiento de agua.
“El beneficio que podemos lograr con el transporte es sólo teniendo los $3; si no hay que caminar. Cuando hay carga hay que traerla en el ‘lomo’; cuando hay un enfermo hay que pagar de 75, 50 (dólares), dependiendo la hora porque en el día cobran de 25 a 30 para llevarlo al hospital. Aquí transporte como buses, microbuses y camiones, no existen”
José Álvarez
Residente quezalapa