El jueves 6 de julio de 1995 entre la muchedumbre una mujer gritaba: "¡Maténlo!, ¡Maténlo!" mientras policías llevaban esposado a Carlos Armando Hernández Solís, mejor conocido como "el violador de Merliot", ante el juzgado de Santa Tecla.
"El ingreso de Hernández Solís a los tribunales provocó diversas reacciones en la gente. Una de las víctimas, de aproximadamente 15 años, comenzó a llorar mientras su madre la abrazaba y le decía que no lo viera, que no recordara aquel momento terrible", describe una publicación de El Diario de Hoy de la época.
Hernández Solís estaba acusado de haber violado al menos a 100 mujeres, entre los 15 y 45 años, residentes Ciudad Merliot, según las investigaciones.
Al llegar al juzgado, ante los policías y sus víctimas dijo: "Si hay alguna persona que se sienta ofendida conmigo, de corazón, en nombre de Dios, le pido perdón. Yo sé que en este mundo hay tropiezos en la vida de de uno; pero, yo soy persona también y tengo derecho a poder sobrevivir", dijo.
Después de la declaratoria, Hernández Solís fue llevado al Penal de Mariona.
"El violador de Merliot" fue capturado el 3 de julio de ese mismo año, "cuando unos policías vestidos de civil y otros a bordo de una patrullar comenzaron a seguir al sospechoso que realizaba ejercicios sobre el Bulevar Merliot", consigna la publicación.
Hernández Solís era acusado de robo, 12 cargos por violación propia, 13 casos por violación impropia y tres en grado de tentativa de violación.
"Tigres con piel de oveja"
Mario Rauda, psiquiatra del caso, aseguró que la mayor característica de Hernández Solís era "confabular para simular o pretender lo que no es", puesto que para atrapar a sus víctimas fingía ser un deportista y eso mostraba la necesidad que tenía de llamar la atención sobre su cuerpo, así como de dar una buena impresión a los demás.
En mayo de 1996, cuando el caso entró a juicio, los especialistas determinaron que Hernández Solís necesitaba tratamiento psicológico porque de acuerdo a los exámenes llevados a cabo mostraba "serios trastornos sexuales y de conducta", además de desequilibrio emocional.
El proceso de Hernández Solís duró más de dos años porque la defensa argumentó que su salud mental no estaba bien y tampoco se tenían pruebas físicas de las víctimas. No obstante, finalmente fue condenado.
Los casos
Según se detalló en su momento, Hernández Solís cometía los abusos entre 5:30 y 8:00 de la mañana, se hacía pasar por deportista y operaba en las zonas de Jardines de Merliot, Jardines de La Libertad, Colonia Santa Mónica y La Sabana.
A las víctimas las amenazaba con una navaja y les decía que las mataría, les robaba todas sus pertenencias y luego las llevaba a predios baldíos para abusar de ellas.
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Uno de los casos que sirvió como prueba durante el proceso fue el de una joven de 28 años, quien aseguró que se dirigía a su trabajo cuando encontró a Hernández Solís, al estar junto a ella la amenazó y le dijo que lo acompañara.
Ella aseguró que el hombre le robó todo lo que llevaba con ella, luego la introdujo a la cochera de una vivienda, pero cuando escuchó ruidos se la llevó hasta el cementerio de Santa Tecla.
"Encima de una lápida me dijo que me desnudara, comenzó a decirme cosas obscenas y luego me violó", declaró la joven a El Diario de Hoy.