Hace 25 años, el salvadoreño Jonathan Rigoberto Figueroa Borja fue acusado de más de un centenar de violaciones, pero solo le fueron comprobadas 11. Las víctimas iban desde los 13 a 25 años.
Figueroa fue capturado después de abusar de una joven de 19 años; el hecho ocurrió en 1996 en un salón de belleza ubicado en la colonia San Mateo, en San Salvador, según los archivos de las investigaciones policiales de la fecha.
Una publicación de El Diario de Hoy de aquel entonces explica que Figueroa y tres hombres más entraron al establecimiento fingiendo ser clientes; una vez ahí, amenazaron con arma de fuego a las personas.
"Dentro del negocio, desenfundaron sus armas de fuego y amenazaron a los presentes. En el salón sorprendieron a una pareja de esposos. Después de amarrar al hombre, pretendieron abusar sexualmente de la señora. En los momentos en que intentaban violar a la mujer, apareció la hija de la pareja, una joven de 19 años. Los delincuentes encañonaron en la sien a la mujer y violaron a la joven. Los cuatro delincuentes abusaron sexualmente de la muchacha en repetidas ocasiones, ante la mirada impotente de los padres, quienes eran amenazados con pistolas", consigna la nota de EDH.
Sin embargo, la joven logró escapar de sus agresores, corrió hacia una de las habitaciones del negocio y volvió con un arma de fuego. Disparó tres veces, Figueroa salió lesionado, pero sus cómplices lograron escapar.
La joven salió del establecimiento y pidió ayuda, los vecinos llamaron a la Policía: "La joven, semidesnuda, salió corriendo a la calle en busca de ayuda. Los vecinos la auxiliaron y, al percatarse de la agresión, de inmediato llamaron a la Policía Nacional Civil. El violador fue conducido a un centro hospitalario, donde permaneció bajo custodia policial para luego ser detenido".
"La mayoría de violaciones sexuales cometidas por el condenado fueron en salones de belleza o en casas particulares. Los delincuentes simulaban ser clientes y luego abusaban de las mujeres y robaban sus pertenencias", se leer en la nota.
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Figueroa era el cabecilla de la red de violadores que operó en San Salvador, junto a él fueron procesados Santos Jaime Rivas Ramírez y Héctor Eduardo Rivas Ochoa, este último quedó en libertad por "dudas" del juez que llevaba el caso.
"La huella de estos violadores se basaba en el sadismo con que cometían sus agresiones. Consta en el proceso que en una ocasión se introdujeron a una vivienda, amarraron a los hombres y los pusieron a observar cuando violaban a las mujeres, a quienes sometían no sólo a violación vía vaginal, sino que las obligaban a tener relaciones anales y orales", se consigna.
Las investigaciones policiales revelaron que los delincuentes acostumbraban a entrar a salones de belleza para abusar a las mujeres que trabajaban ahí o las clientas. También acostumbraban a entrar en casas y abusar de las niñas o mujeres que encontraban, además de robar sus pertenencias.
"Una víctima señaló que cuatro individuos se introdujeron a su casa el 28 de febrero y le robaron un televisor, una aparato de sonido con disco láser, una videocasetera, 50 mil colones en joyas y alrededor de 70 mil colones (en efectivo)".
Según publicación de EDH del 3 de abril de 1996, cuando Rivas fue capturado y su foto salió en medios de comunicación al menos 25 mujeres llegaron al Juzgado Segundo de Paz para denunciarlo por abusos sexuales y robos de sus pertenencias.
Las denunciantes expresaron que mientras Figueroa abusaba de ellas, Rivas las maltrataba y amenazaba con sus armas, luego procedía a violarlas.
"Una de las víctimas manifestó que reconoció al individuo inmediatamente cuando lo vio en el Tribunal. La señorita señaló que Santos Jaimes abusó de ella el 23 de febrero cuando habían irrumpido en su casa: 'Me introdujo a un cuarto y me quitó la ropa... me ultrajó delante de mi niña de dos años'", describe la nota periodística.
Según los informes de la Policía muchas víctimas se abstuvieron de declarar ante los medios de comunicación por las amenazas de muerte que Rivas les hizo a la hora de agredirlas.
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Rivas fue capturado en su casa de habitación por agentes de la delegación central de San Salvador. Al momento de la captura fue encontrada en su casa una granada de fabricación israelí, una pistola de balines, dos máscaras, pelucas, relojes, electrodomésticos y dinero extranjero. Además, de varias fotografías en las que aparecía junto a Figueroa.
Figueroa fue condenado a 419 años de prisión por los delitos de "violación de 11 personas, robos y abusos deshonestos".
Mientras que Rivas fue condenado a 438 años, pues se le comprobaron tres violaciones más que a Figueroa. Sin embargo, ninguna de los dos cumpliría la sentencia porque en esa época los individuos podían purgar una condena máxima de 30 años. Ahora, la pena máxima es de 60 años, desde una reforma al Código Penal aprobada en 2012 por los diputados de la Asamblea Legislativa, pero en este caso la reforma no es retroactiva, por tanto se mantiene la condena de 30 años.