“Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!”. Esas fueron las breves palabras del Papa Francisco al asomarse este Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025, a la logia central de la Basílica de San Pedro para la bendición "Urbi et Orbi" (de la ciudad de Roma al mundo entero), la que sería su última aparición en público.
El pontífice argentino permaneció sentado en la silla de ruedas, no llevaba las cánulas nasales para el oxígeno, deseó una "Buena Pascua" y pidió al maestro de ceremonias, Monseñor Diego Ravelli, que leyese el mensaje de la Pascua ante las 35,000 personas congregadas en la plaza de San Pedro para la misa del Domingo de Resurrección, que fue oficiada por el cardenal Angelo Comastri.
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Otros dos cardenales se encontraban a ambos lados del Papa en la Logia: el protodiácono Dominique Mamberti y Fernando Vérgez Alzaga, presidente emérito de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Pidió que cese el fuego
El papa Francisco hizo un llamamiento a todas las partes para que "cese el fuego en Gaza, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente", así como se frene "la carrera al rearme", en el mensaje de la Pascua que fue leído por Diego Ravelli.
"Me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino", escribió Francisco.
Y agregó: "Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible. Que desde el Santo Sepulcro —Iglesia de la Resurrección—, donde este año la Pascua será celebrada el mismo día por los católicos y los ortodoxos, se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa y sobre el mundo entero".
Expresó su preocupación por "el creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo" y también por "la comunidad cristiana de Gaza, donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria".
Y entonces apeló "a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz".
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Sin hacer referencia a la guerra en Gaza, Francisco criticó los ataques a hospitales y trabajadores humanitarios. "Que nunca se debilite el principio de humanidad como eje de nuestro actuar cotidiano. Ante la crueldad de los conflictos que afectan a civiles desarmados, atacando escuelas, hospitales y operadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad", afirmó.
También instó a rezar "por las comunidades cristianas del Líbano y de Siria —este último país está afrontando un momento delicado de su historia—, que ansían la estabilidad y la participación en el destino de sus respectivas naciones. Exhorto a toda la Iglesia a acompañar con atención y con la oración a los cristianos del amado Oriente Medio".
"La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme", aseveró.
Otro momento especialmente conmovedor ocurrió al final, cuando Francisco se subió al papamóvil y recorrió la Plaza de San Pedro, saludando a los numerosos peregrinos presentes, felices de verle.
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El papa ha estuvo ausente en todos los ritos de la Semana Santa vaticana y sólo acudió en la tarde del Jueves Santo a la cárcel romana de Regina Coeli, cerca del Vaticano, para un saludo a los reclusos cómo había hecho desde el inicio del pontificado.
Francisco apareció de nuevo por sorpresa este sábado cuando acudió a rezar a la basílica de San Pedro antes de la celebración de Vigilia del Sábado Santo y se detuvo a saludar a algunos grupos de peregrinos estadounidenses que estaban en esos momentos en el templo.
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