La vitrina de los milagros: los “ojitos de fe" en la parroquia de Santa Lucía en Suchitoto
Una devoción única en El Salvador reúne a fieles en una vitrina cargada de milagros, promesas y pequeños ojos.
Por
Marcella Palacios
Publicado el 13 de octubre de 2025
En la parroquia de Santa Lucía, en Suchitoto, una tradición única honra a la Virgen con pequeños “ojitos” de plástico, ofrecidos por fieles que agradecen sanaciones relacionadas con la vista. Cada par representa una promesa cumplida y un milagro recibido. La vitrina donde se colocan se ha convertido en un símbolo de fe viva que atrae a devotos de todo el país e incluso del extranjero. Esta práctica, profundamente arraigada en la comunidad, se mantiene activa durante todo el año, especialmente cada 13 de diciembre, día de las fiestas patronales en honor a Santa Lucía, patrona de la vista.
En el corazón de Suchitoto, uno de los destinos coloniales más visitados del país, se guarda una devoción que pocos conocen pero muchos practican: la ofrenda de pequeños ojitos a la Virgen de Santa Lucía. Esta peculiar tradición salvadoreña ha convertido a la parroquia del mismo nombre en un santuario de agradecimiento para quienes han recibido sanación en su vista, según la fe popular.

Cada par de ojitos que se ve en la vitrina de la iglesia representa un milagro concedido. Son dejados por personas que han hecho promesas a la Virgen y regresan a cumplirlas cuando sienten que su salud ha sido restaurada. No hay ornamentos costosos ni grandes ceremonias, solo una promesa sencilla: volver y dejar un símbolo que represente la curación.
La historia detrás de los ojitos: promesas cumplidas

Cruz Ernesto Rivas, empleado de la parroquia y suplente del sacristán, explica que esta práctica es una forma de gratitud. “Es un agradecimiento por personas que han sido aliviadas de enfermedades de la vista. Cada ojito es un testimonio. Hay personas que hacen promesas y regresan desde lejos, incluso del extranjero, para traer su ofrenda”, comenta.
Uno de los testimonios más recordados es el de una madre que prometió entrar de rodillas cargando a su hijo si él se curaba de una afección en los lagrimales. Contra todo pronóstico médico y sin intervención quirúrgica, el niño mejoró. Y ella cumplió su promesa recorriendo la nave central de rodillas, con su hijo en brazos, hasta llegar al altar.

La fe que mueve esta tradición no conoce fronteras. Rivas recuerda también a una devota que viajó desde Perú tras conocer la historia de la Virgen de Santa Lucía por internet. A pesar de que llegó un lunes —día en que la parroquia permanece cerrada—, se le abrió especialmente para que pudiera hacer su promesa.
La Parroquia Santa Lucía fue declarada Monumento Nacional en 1978 y es uno de los íconos arquitectónicos de Suchitoto. Su fachada neoclásica de calicanto y adobe, con columnas jónicas y una torre campanario, es un referente del patrimonio religioso salvadoreño.
En su interior, además de la vitrina con los ojitos, se encuentra un libro donde los fieles relatan los milagros recibidos, un documento vivo que desde el año 2000 ya suma decenas de tomos.
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Un espacio de devoción que trasciende lo local

Cada diciembre, el 13, la parroquia se llena de fieles por las fiestas patronales en honor a Santa Lucía, patrona de la vista. Ese día, la fila de visitantes puede extenderse hasta la plaza central. Pero el flujo de devotos es constante durante todo el año, con grupos pequeños que llegan semanalmente.
Aunque no existe una oración única, quienes llegan lo hacen impulsados por la fe. Algunos rezan la oración a la Virgen de Santa Lucía; otros simplemente hablan desde el corazón. “Aquí, lo que importa es lo que te dicte la fe”, dice Rivas.
Los “ojitos” —que muchas veces se mandan a hacer de forma artesanal— no se venden en la parroquia. Son parte de una promesa íntima, una historia personal que se suma a las muchas que habitan entre los vitrales y columnas de esta iglesia histórica.
La historia de Santa Lucía
Santa Lucía murió mártir a inicios del siglo IV, probablemente en el año 304 d.C., durante la persecución de los cristianos ordenada por el emperador Diocleciano. Era una joven de Siracusa (Sicilia, Italia) que había consagrado su vida a Dios y hecho voto de virginidad. Cuando un pretendiente pagano quiso casarse con ella, Lucía se negó y distribuyó su fortuna entre los pobres. El hombre, enfurecido, la denunció como cristiana ante las autoridades.
Según la tradición, fue condenada a ser llevada a un burdel, pero milagrosamente nadie pudo moverla del sitio. Luego intentaron quemarla viva, sin éxito. Finalmente, fue ejecutada con una espada al cuello.
El nombre Lucía proviene del latín lux, que significa “luz”. Por eso se le asocia con la vista y con la claridad espiritual. Además, una leyenda posterior dice que le arrancaron los ojos durante su martirio (o que ella misma los ofreció para mantener su voto de pureza). En las imágenes suele representarse sosteniendo un plato con sus ojos, símbolo de su fe luminosa.
¿Por qué visitar esta parroquia en Suchitoto?
Suchitoto ofrece al visitante mucho más que arquitectura y paisajes. En esta parroquia, la fe se materializa en pequeños objetos que hablan de esperanza, curación y gratitud. Para quienes buscan reconectar con sus raíces espirituales o simplemente conocer una tradición única, este rincón religioso ofrece una experiencia distinta: silenciosa, sencilla y profundamente simbólica.
Si estás planeando una visita a Suchitoto, tomáte un momento para entrar en la parroquia. Observá los ojitos en la vitrina. Cada uno cuenta una historia que quizás no conozcas, pero que habla de una fe que, en este lugar, aún se puede ver con claridad.
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