Golpe a la ilusión de la Selecta Playera

El Salvador “descubrió” la modalidad de fútbol playa en el Mundial de Ravena 2011. Antes, la Selecta había ido a dos Mundiales que pasaron casi inadvertidos: Marsella 2008 y Dubai 2009, donde volvieron con tres derrotas y un último puesto del grupo en cada edición. Pero aquella gesta del 2011 -donde se le ganó a Omán y a Argentina, se eliminó al anfitrión Italia y se logró un histórico cuarto puesto- lo cambió todo.

Esta disciplina entró en el corazón de la gente y aquellos humildes muchachos, hasta ese momento ignotos, se volvieron héroes. Al fin El Salvador tenía una selección ganadora, capaz de competir de igual a igual y ganarle a cualquiera. No como la otra Selecta, la de fútbol once, “que además de ser malos, vendían partidos”, decían.

La Selecta Playera ya está de vuelta en El Salvador

El cuarto puesto de Ravena parecía el punto de partida para algo mucho más grande. “Si fuimos cuartos sin ningún tipo de apoyo, ¿hasta dónde se puede llegar si se le dan recursos?” Parecía que el cielo era el límite. Entonces se mandaron a construir dos estadios de fútbol playa, se les dio una mensualidad vitalicia a los integrantes del equipo, se le consiguieron fogueos, se organizaron eventos internacionales con selecciones de primer nivel, más tarde se creó la liga de fútbol playa y los seleccionados se profesionalizaron…

Impacto

Sin embargo, en fútbol dos más dos no siempre es cuatro. Y la muestra es que no solo nunca se pudo igualar lo de Ravena sino que el reciente Mundial Seychelles 2025 nos devuelve a fojas cero: últimos en el grupo, sin ganar partidos, como cuando empezamos. Claro, en el medio de todo se lograron otros títulos en Uncaf, Concacaf, Juegos Bolivarianos.

Este duro golpe cuesta asimilarlo. Porque luego de cinco Mundiales, el reto en el sexto ya no era solo participar, como lo decía Rudis Gallo, sino hacer algo grande. Precisamente el entrenador nos invitó a soñar. Él estaba convencido de que éste era “el Mundial de El Salvador”, ya sea para mejorar el cuarto puesto de Ravena como para ser campeón del mundo. ¿Por qué no? Claro que tenía derecho a soñar.

Gallo, el padre de la Selecta, tenía argumentos de sobra para ilusionarse. Venía de eliminar a México y a Estados Unidos y se coronó campeón en Concacaf. El ecosistema Indes-Fesfut estaba en su mejor momento, tuvieron fogueos de nivel y parecía que la plantilla rozaba la perfección: era la conjunción entre los experimentados dando sus últimas batallas como Tin Ruiz, Frank Velásquez, Elmer Robles y Eliodoro Portillo con los jóvenes como Emerson Cerna, elegido mejor jugador en el último Premundial, y Anderson Castro. ¿Qué podía salir mal en Seychelles?

¿Mal destino?

En fin, varias cosas. Para empezar, el sorteo, donde le tocó convivir con Brasil e Italia, campeón y subcampeón mundial vigente, además de Omán. Fue derrota 3-1 ante Brasil, en el mejor partido de los tres. Los sudamericanos, que estuvieron incómodos todo el partido, solo lo resolvieron en el tercer período, aprovechándose de algunas desconcentraciones.

Ante Omán empezaron los problemas. El equipo tardó en engranar, estuvo impreciso y le costó encontrarse con su juego. Logró revertir el marcador, obtuvo dos goles de ventaja en el tercer período, pero fue incapaz de defenderlo. Primero porque falló muchas ocasiones y luego porque no estuvo firme en defensa. Acabó perdiendo por penales 7-6 (4-4 en el juego) en un frustrante juego.

Ante Italia (derrota 5-0 y eliminación), tras un aceptable primer tiempo, acabó exhibiendo todas sus debilidades: fragilidad mental, incapacidad de manejo del partido, y falta de un plan alternativo cuando el planteo original no funcionaba. Y también algo más de picardía, como pedía Gallo.

Este descenso a los infiernos de la Selecta Playera, como lo ven algunos, puede traer cambios importantes. Seguramente, por ejemplo, se acelerará el proceso de transición y más de un histórico ya no seguirá. También están los que cuestionan a Rudis Gallo, aunque todavía son los menos. No es para menos, el crédito que se ha ganado no lo puede perder en dos semanas.

La Selecta llegó a esta tranquila isla selvática en el Océano Índico, de arenas blancas y aguas pristinas, con una gran ilusión. La que tenía Rudis Gallo y les transmitió a cada uno de sus muchachos. Se fue, sin embargo, con las aguas revueltas, tras una gran ola que parece haberse llevado todo su paso.

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