Menores de edad recluidas en el ISNA contiguo a cárcel de mujeres, se han integrado al equipo de Lima Lama un arte marcial que las ha llevado a desarrollarse en esta disciplina para poder participar en torneos organizados por el INDES. Foto EDH / Mauricio Cáceres
Sueña con enseñar
Tatiana (seudónimo, 19 años) ve en el lima lama una oportunidad “de aprender algo nuevo. Quisiera ser maestra de esto cuando salga”, dice.
Aunque su pasión es el fútbol, ha encontrado en este arte marcial una vía para “tratar de olvidar la situación que pasamos, nos distrae, me ayuda a pensar en metas y que yo puedo ayudar. Me desestresa, no lo hago por obligación, me encanta. Quisiera que vinieran a darnos más clases de esto”, cuenta. Suspira.
Ganó también una medalla en el otro sector y ahora se sorprende cómo reacciona ella misma al relacionarse con las de la otra zona a través del deporte. “Me ha ayudado también en eso. Yo decía, esa es contraria. Pero acá estamos aprendiendo que para qué pelear contra rivales, si todas juntas podemos cambiar el mundo de a poco. Nosotras tenemos que cambiar nuestro mundo”.
Tatiana lleva presa un año y un par de meses, y tiene una pena hasta 2022; por sus buenas notas y comportamiento, podría ir a competir este viernes. “Salir el 26 sería un gran beneficio que yo misma me habré ganado con mi empeño en el deporte, si me lo dan”, cuenta.
Cuando vivía con su tía, que para ella es su madre, su relación era mínima. Apenas hablaban. Ahora, fue a ella a quien le dio con orgullo la presea que ganó en lima lama. Ahora, encerrada, es su tía la que ha seguido creyendo en ella.
Sobre los menores infractores
La Constitución establece que es obligación del Estado garantizar a todo menor su desarrollo integral. El artículo 35 sostiene que la conducta antisocial que constituya delito o falta estará sujeta a un régimen jurídico especial. Según la Ley Penal Juvenil, Art. III, “... les serán respetados todos sus derechos fundamentales”. Estos incluyen, entre otros, el derecho a la educación, a la alimentación, a la salud, a la protección, entre otros. En particular, el Art. 5 literal m de esta ley señala que tienen derecho “a que toda medida que se le imponga, tenga como fin primordial su educación”. Ahí entra en juego el deporte.
Estudiante de bachillerato, al inicio sentía complejas las clases. “Pero ahora ya no me desespero tanto desde que llegó el deporte. Me gustaría tener más tiempo acá adentro para hacerlo, o hacer otros, como fútbol”, comparte.
Eso es complicado, dice Karla Martínez, directora del programa escolar. “El problema es el tiempo. En la mañana, en la escuela; por la tarde, talleres. Y luego la mayor parte del personal se va y solo quedan los encargados de seguridad. Se necesitaría más personal”, expica.
Martínez cree, sin embargo, que “somos seres sociales, no se puede aislar tanto a un ser humano según la neurociencia. Se prioriza en la educación formal y habría que crear otros horarios. A ellas les sirve que venga gente de afuera con estos programas porque el cerebro es como un músculo, y no se puede usar solo para la parte cognitiva”.
Para la maestra, “nadie pide dónde nacer, y estas niñas proceden de hogares en pedazos. Todos los niños tienen derecho a ser educados. En muchas de sus familias, lo único que les enseñaron fue a robar”, reflexiona mientras Nancy, la profesora de lima lama, quien les pide más entrega en las prácticas.
El entreno acabó y hay que volver a la realidad.
“Los padres también tienen mucha responsabilidad”, añade Martínez sobre la condición de estas chicas, que añoran más deporte y la libertad que perdieron. Aunque sea solo un soplo este viernes.