Nehemiah International, el oasis de aprendizaje y esperanza para los jóvenes en Ilopango

Con una espectacular vista del Lago de Ilopango, Nehemiah International es un oasis en medio de la desesperanza de ese municipio. Su fundador es un estadounidense que cree que aún hay esperanza en el país.

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Este es un centro de formación en el que sus estudiantes no solo aprenden inglés, computación y economía, sino, liderazgo y habilidades para la vida. Foto EDH/René Quintanilla

Por Karen Molina

2019-06-13 10:00:47

Escondida entre las calles que alguna vez han visto cometer más de algún delito, se encuentra una propiedad que fue de todo: restaurante, hotel, motel, mirador turístico, etc., pero nunca un lugar de esperanza para los jóvenes.

Esa idea solo la tuvo un ciudadano americano que, tras visitar por unos días El Salvador, se enamoró de su gente y su clima y decidió regresar con un único fin: construir una universidad que le devolviera a los jóvenes una razón para estudiar y ser personas de bien, en medio de una vorágine de violencia que le siega la vida a los salvadoreños, principalmente a los jóvenes.

Dedicado al mundo financiero en West Virginia, Estados Unidos, Jay Dewhurst invirtió dinero en el mercado bursátil y así logró un buen ahorro que había pensado utilizar cuando se jubilara.

Pero luego de conocer el país y su gente, Dewhurst supo, de inmediato, qué hacer con él.

Con sus ahorros decidió comprar una propiedad de al menos 4 hectáreas de extensión ubicada en el desvío al turicentro Apulo, en el municipio de Ilopango.

En ese lugar comenzó a construir un centro eductivo al estilo estadounidense: sus estudiantes están internos durante toda una semana y solo salen los fines de semana o cuando pueden. Todo esto,por un periodo de cuatro años.

Este centro, llamado Nehemiah International, es un centro de formación en el que sus estudiantes no solo aprenden inglés, computación y economía, sino además, liderazgo y habilidades para la vida.

Este año están internos un grupo de 100 jóvenes de todo el país, pero desde que el proyecto comenzó hace cinco años, ya se han graduado dos promociones de más de 50 jóvenes cada una.

“Soy un revolucionario de la paz”, afirma Dewhurst, con una notable emoción al mostrar el lugar que antes estuvo abandonado y ahora es un centro de estudios que motiva a los jóvenes a seguir estudiando, buscar un empleo y en definitiva, a mejorar su vida.

La universidad posee 4 hectáreas de extensión ubicada en el desvío al turicentro Apulo, en el municipio de Ilopango.
Foto EDH/René Quintanilla

Cambiar la vida de los jóvenes

Ilopango es uno de los diez municipios más violentos del país, según los registros de la Policía Nacional Civil. Muchos de sus jóvenes no ven más futuro que ingresar a las pandillas o delinquir para obtener ingresos.

Nehemiah International es, por el contrario, un oasis de aprendizaje académico y de vida.

Los jóvenes se levantan desde muy temprano a hacer su desayuno para el resto de sus compañeros, dedican tiempo a la oración, estudian, hacen sus tareas y por la tarde también tienen programado un tiempo para hacer ejercicio. Limpian sus habitaciones, emprenden sus propios negocios al interior del centro educativo y los fines de semana van a sus casas a ver a sus padres y familiares.

Para Dewhurst no hay mejor combate a la violencia y la pobreza que estudiar.

“Somos una familia. Ellos se van de aquí totalmente preparados para obtener un empleo y ser líderes de su comunidad”, afirma el estadounidense. De hecho, el 90% de los jóvenes que se han graduado ya obtuvieron su primer empleo, lo que motiva a Dewhurst a seguir invirtiendo en este centro de formación, que pretende obtener los permisos requeridos por las autoridades y convertirse en una Universidad.

Sin embargo, en los últimos años los ahorros de Jay se han agotado cada vez más. El lugar, que estuvo abandonado o en descuido por muchos años, tiene ahora salones de clase, habitaciones, cocina, canchas de fútbol y básketball y todo lo necesario para que los estudiantes se desarrollen.

Pero las necesidades son muchísimas, sobre todo porque hay más interés de otros jóvenes que quieren ingresar al centro de formación; y su manutención, aunque es modesta, consume recursos todos los días.

También se requieren más maestros como Christine Schmalenbach, una investigadora alemana enfocada en el desarrollo social y emocional y dificultades de aprendizaje, entre otros estudios.

Dr. Jay Dewhurst, fundador y presidente de la Universidad Nehemiah International.
Foto EDH/René Quintanilla

¿Cómo se ingresa a este centro?

El director ejecutivo de Nehemiah International, Josué Ronaldo Hernández, explicó que para ingresar a este centro hacen una selección a través las iglesias y de algunas alcaldías. Para elegirlos evalúan al menos nueve indicadores de personalidad que les muestran las capacidades de los jóvenes y su genuino interés por superarse, pese a que seguramente no tenga los suficientes recursos económicos para estudiar una carrera universitaria.

Hernández aclara que por ahora la institución no tiene una certificación otorgada por el Ministerio de Educación, pues para lograrlo deben cumplir varios requisitos que todavía se están desarrollando.

Sin embargo, afirma que las habilidades que les enseñan son suficientes para conseguir un empleo.

En su último semestre de estudios están obligados a hacer una pasantía con algunas empresas con las que tienen convenios.

Y su trabajo final de graduación o tesis es un plan de negocios ampliado con el que demuestran no solo su liderazgo y sus habilidades de comunicación, sino también su creatividad financiera, lo que los impulsa a desarrollar sus negocios propios en el corto y mediano plazo.

Los jóvenes no pagan nada por esta educación. Solo deben estar comprometidos a seguir con sus estudios y someterse a las reglas que tiene el centro de estudios.

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Nehemiah International, la universidad de la vida ubicada en Apulo, Ilopango

Con una espectacular vista del Lago de Ilopango, Nehemiah International es un oasis en medio de la desesperanza de ese municipio. Su fundador es un americano que cree que aún hay esperanza en el país.