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Opinión | Lo que cambió en el fútbol nacional tras 25 años de torneos cortos

Hace cinco lustros que se dio un cambio radical en el formato de competición del fútbol nacional, es decir, en la forma. En el fondo, todo sigue igual o peor

Por César Najarro / Twitter: @cjnajarro |

FAS en juego contra Firpo. Foto EDH/ Jessica Orellana

Hace 25 años se tomó un cambio en el formato de competiciones del fútbol nacional. No hace mucho, en redes sociales se debatía volver a los torneos largos, pues no ven cambios reales en cuanto al desarrollo del fútbol nacional.

Lejos de ello, más parece haber un retroceso. Pero, ¿en realidad cambió algo con la creación de los torneos cortos? La respuesta es sí, como siempre en el país, cambió el formato, la forma, no el fondo.

Se pasó de jugar una temporada larga, como en Europa (de agosto a junio, aproximadamente, según detalles de clima, programaciones, eventos internacionales, partidos de Selecciones, etc.), a dos torneos cortos, como ya se estaba ejecutando en Argentina y en parte de Sudamérica ya se observaban esos cambios.

El primer torneo corto fue en 1998. Cinco lustros pasaron ya, con la única diferencia que los equipos, en lugar de tener una final cada año calendario FIFA pasaron a tener dos, con la logística, e ingresos que eso supone.

Además, el otro cambio tangible fue que los equipos a los que les fue bien, o relativamente bien, pudieron hacerse de un nombre, o recortar distancia con los tradicionales, o engrosar su palmarés de una manera mucho más rápida si enteaban en rachas. Ocurrió, con Luis Ángel Firpo, dominador del fútbol y de trofeos en los 90. Luego, con FAS a inicios de siglo, con Isidro Metapán (llegó a ganar 10 títulos, todos entre 2007 y 2014 para meterse entre los grandes), Alianza, y hasta equipos más chicos como Santa Tecla (cuatro entre 2015 y 2018), o Águila (con cinco repartidos desde 2000 para acá).

Pero en el fondo, el tener más semifinales y finales, el poder recaudar en principio más dinero, no se traslado en mejora del espectáculo. Cada vez más son de menor calidad los extranjeros que se traen, y muchos incluso dejan qué desear. Algunas veces hasta arriban al país lesionados, y terminan marchándonse sin siquiera disputar un minuto.

Tampoco han podido los equipos hacerse de sus canchas, o siquiera comenzar un proyecto para tenerlas. Lejos de ello, ni siquiera se han resuelto condiciones básicas como seguridad y estabilidad laboral. Todos los torneos hay noticias de serios retrasos en los pagos salariales. Las directivas de los equipos siguen soñando con que se les llenarán las gradas por amor al cuadro, y no por un buen espectáculo, y que de las taquillas sacarán no sólo para pagar salarios, sino para crecer. Nada más lejos de la realidad, eso no ocurría antes, ni ahora, ni nunca. Han sido por épocas y rachas en las que las aficiones responden, y es relativo.

Alianza, uno de los equipos más ganadores en los últimos tiempos, no tenía un masivo apoyo en partidos "normales" de temporada regular pese a que venía de ser campeón. Entonces, ¿en qué radica el apoyo? Pareciera que la gente, como hace 25 años publicó este medio en un sondeo, no está muy interesada en el fútbol, al menos no al nivel masivo que se requeriría para mantener equipos sólo con taquillas y un poco de patrocinio y de ventas de derechos.

Falta marketing (mercadeo), como hace 25 años, falta planificación, falta gente realmente capacitada, y falta una cultura muy distinta. Nomás comienza alguien a querer hacer algo diferente, a querer hacer cumplir las reglas, todo mundo se le va en contra. Lejos de mejorar lo interno, el salvadoreño siempre busca culpables afuera. Lejos de la autocrítica, lo primero es tirar la pieda y no edificar, no crear buenas prácticas, no aprender las experiencias ajenas.

Acá vino gente que estaba desarrollando el mercadeo de jugadores en Costa Rica hace 10 años. Estaban con un trabajo que tenía ya 10 años para Saprissa, por ejemplo. Los trajo Proyecto Azul. Se les explicaba a los directivos qué cosas no hacer, lo más básico: por ejemplo, no tratar mal a los jugadores, cumplir con los salarios, no ofrecer salarios imposibles de pagar dentro de la realidad, fomentar las fuerzas básicas, planificar a largo plazo, tener departamento de mercadeo, rodearse de gente idónea... y un sin fin de recomendaciones más.

Salían de las reuniones, y lo que hacían era exactamente lo opuesto. Echaban al técnico de turno nomás perdía dos partidos seguidos, no arreglaban lo legal con el despedido, acarreaban más problemas a las arcas del equipo, buscaban otro técnico apagafuegos y comenzaba la rueda de caballitos (eterna) en los puestos de dirección técnica.

Lo único que cambió desde hace 25 años fue un formato, en el fondo, el salvadoreño y su fútbol sigue siendo el mismo, un fútbol casi amateur porque no es dirigido por gente que se esté preparando para hacer la diferencia. Y cuando aparece uno que lo intenta, termina absorvido por el sistema. Una golondrina no hace verano...

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