El jade brilla en Tazumal: moda salvadoreña con alma ancestral
El Festival de Arte y Diseño en el Tazumal 2025 celebró el talento salvadoreño con una pasarela que fusionó moda, herencia y sostenibilidad.
Por
Betty Carranza
Publicado el 31 de octubre de 2025
El Festival de Arte y Diseño en el Tazumal 2025 celebró la moda salvadoreña bajo la inspiración del jade como símbolo de identidad. En la pasarela, diseñadores locales presentaron colecciones que unieron herencia, sostenibilidad e innovación. Propuestas como las de Añil de la Vega, Chiboleta, Orígenes, Metskali y Victoria Saravia destacaron por su creatividad artesanal y conexión con la naturaleza. El evento incluyó también a estudiantes de diseño, reafirmando el talento emergente del país. Tazumal se convirtió en un escenario donde la moda salvadoreña brilló con raíces profundas y una visión contemporánea hacia el futuro.
El Festival de Arte y Diseño en el Tazumal 2025 (FADSV) transformó el emblemático sitio arqueológico en una pasarela donde la moda salvadoreña dialogó con su herencia prehispánica. Bajo la narrativa del jade como símbolo de identidad, diseñadores locales presentaron colecciones que entrelazaron tradición, innovación y sostenibilidad.
El jade, más que una piedra preciosa, fue el punto de partida creativo. Su tonalidad verde —asociada con la vida y la conexión espiritual— inspiró paletas que recorrieron desde el turquesa hasta el verde esmeralda, complementadas con matices arena, terracota y caramelo. Así, cada propuesta se convirtió en una reinterpretación moderna del patrimonio cultural que habita en nuestra tierra.

Detrás de esta narrativa estuvo el equipo creativo de CONAMYPE, integrado por Nelson Henríquez, eNelson de Paz, la diseñadora Malena Montalvo, el pasante en Diseño de Modas Gerson Vásquez y el diseñador y catedrático Alejandro Handal, quien también fungió como director artístico de la pasarela. Juntos, construyeron una propuesta que no solo celebró la estética, sino también el valor identitario de la moda salvadoreña.
Añil, madera y tejido: la naturaleza como musa
Cada marca reinterpretó el jade a su manera. Añil de la Vega exploró la conexión entre la tierra y el agua mediante una serie de prendas teñidas con añil y cúrcuma. Los tonos que emergen —del verde musgo al azul profundo— evocan los paisajes naturales del país y la tradición tintórea que ha sobrevivido por generaciones.

Chiboleta, por su parte, llevó la naturaleza a la forma: su colección cápsula de accesorios en madera retoma la silueta de la gota, símbolo de vida. Las tonalidades crudas, verdes y doradas crean un lenguaje visual cálido que equilibra lo orgánico con lo contemporáneo.
El cuerpo como lienzo cultural
En la pasarela también destacaron piezas que transformaron la joyería en manifiesto. Granalla presentó una colección que rescata la técnica de volumetría, evocando pectorales prehispánicos en dorado espejo y jade natural. Los calados, inspirados en los grafismos nahuales, revelan una mirada hacia la espiritualidad ancestral reinterpretada con elegancia moderna.
Mientras tanto, Orígenes propuso un viaje textil por la memoria con prendas que fusionan patchwork y siluetas amplias. Cada costura y parche remite a las manos artesanas que, desde el telar de palanca, siguen tejiendo historia.

Tramas, colores y experimentación
La diseñadora Pilaro llevó el concepto visual al extremo con piezas inspiradas en el op art. Sus tejidos artesanales producen ilusiones ópticas en tonos caramelo y azul, creando una experiencia visual que mezcla arte y moda.
En contraste, Nina Cata exploró el movimiento a través del tejido en zigzag, combinándolo con denim de densidad media. Su propuesta mezcla el espíritu vaquero con la sensibilidad artesanal, logrando prendas duraderas y con carácter.
Gesani apostó por los accesorios con una colección de bolsos elaborados con técnicas tradicionales: crochet, ojo de perdiz y tejido beaded con cristales. La mezcla de verde, negro y azul profundo convierte cada pieza en un complemento funcional y sofisticado.

Prendas con propósito
Desde una mirada utilitaria, Metskali desarrolló una colección versátil y pensada para el clima local. Los bordados hechos a mano representan elementos del entorno —hojas, montañas, agua—, convirtiendo cada prenda en un homenaje a la vida cotidiana salvadoreña.
Con un enfoque sostenible, By Your Side presentó accesorios tejidos en crochet que integran los icónicos “grannys” a texturas modernas. Cangureras, sobres y tote bags se transforman en piezas atemporales que celebran la funcionalidad y la estética.
La diseñadora Sandra Funes optó por el Eco-Print, una técnica que utiliza hojas, semillas y cortezas para teñir textiles de manera natural. Su paleta oscura, contrastada con los matices de los pigmentos orgánicos, genera un lenguaje visual profundamente conectado con la tierra.

Herencia, innovación y visión de futuro
Victoria Saravia reafirmó su compromiso con la identidad artesanal a través de una colección que integra prendas, bolsos y accesorios en tonos terracota, avena y verde. Su propuesta demuestra cómo la moda local puede trascender fronteras manteniendo una raíz cultural sólida.
Por su parte, Olam combinó metales dorados y plateados con piedras naturales —ágata, jade y balines de acero—, logrando un equilibrio entre lo ancestral y lo urbano.

El desfile también incluyó el talento académico. Estudiantes del Instituto Internacional de Diseño de Modas Haute Couture by Palomeque presentaron dos colecciones: una elaborada en manta cruda bajo la dirección de Alejandro Handal, y otra con diversidad de textiles dirigida por Pablo Palomeque. Ambas reflejaron el proceso formativo que impulsa la creatividad desde la educación.
La Universidad Dr. José Matías Delgado también se sumó con una colección de joyería de autor inspirada en insectos, volcanes y los Cuentos de Barro. Las piezas, trabajadas en metales con diversos acabados, demostraron el poder de la experimentación y el talento joven que está renovando la escena del diseño nacional.

Moda con raíces
El jade, hilo conductor de esta edición, se convirtió en un símbolo de conexión entre pasado y futuro. En su brillo se reflejan las voces de los pueblos originarios y la energía de los nuevos creadores que, desde su visión contemporánea, reinterpretan la identidad salvadoreña.
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El FADSV 2025 en Tazumal no fue solo una pasarela, sino un manifiesto visual que une arte, moda y memoria. Una muestra de que la creatividad local sigue creciendo, inspirándose en la tierra, el color y la historia para construir una moda con alma, con raíces y con futuro.
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