Muere Jane Goodall, la mujer que cambió para siempre nuestra relación con los chimpancés
La primatóloga británica falleció a los 91 años en California, dejando un legado científico y ambiental que inspira a nuevas generaciones en todo el mundo.
Por
EFE
Publicado el 01 de octubre de 2025
Jane Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés y defensora del medio ambiente, murió a los 91 años en California, según informó su instituto. Reconocida por demostrar que los chimpancés usan herramientas y expresan emociones, transformó la ciencia y la conservación. En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall y, años después, el programa juvenil Roots & Shoots, presente en más de 60 países. Su activismo global denunció la destrucción de hábitats y la caza furtiva, inspirando a nuevas generaciones. Recordada como científica y símbolo cultural, dejó un legado de esperanza: cada persona puede elegir un impacto positivo en el planeta.
La noticia del fallecimiento de la británica Jane Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés y una de las voces más influyentes en la defensa del medio ambiente, resonó en todo el planeta. El Instituto Jane Goodall informó que murió por causas naturales durante una gira de conferencias en Estados Unidos.
Goodall no solo revolucionó la ciencia al demostrar que los chimpancés usan herramientas y expresan emociones complejas, sino que también impulsó un activismo incansable en favor de la conservación. En El Salvador y en la región, sus hallazgos y mensajes han inspirado a movimientos juveniles y a comunidades que luchan por preservar la biodiversidad.
La científica solía explicar con humor su vínculo con los primates: “Algunos podemos decir ‘Bonjour’, otros ‘Guten Morgen’, pero yo puedo decir ‘¡Hoo-hoo-hoo-hoo-hoo-hoo-hoo! Eso es ‘buenos días’ en chimpancé’”, recordaba en un video compartido poco antes de su partida.
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De Londres a la selva africana
Nacida en 1934, su pasión por los animales comenzó en la infancia, cuando su padre le regaló un chimpancé de peluche que la acompañó toda la vida. A los 23 años, un viaje a Kenia marcó el inicio de su carrera junto al paleontólogo Louis Leakey, quien la envió a estudiar chimpancés en Tanzania.
Su estilo de investigación rompió esquemas: convivía con los animales, imitaba sus gestos y compartía alimentos con ellos. Gracias a esa cercanía, observó conductas inéditas, como el uso de palos para extraer termitas, un hallazgo que cambió la definición de lo que entendemos por “herramienta” y cuestionó la frontera entre humanos y animales.
Leakey la animó a doctorarse en Cambridge, convirtiéndose en una de las pocas personas en obtener el grado sin tener antes una licenciatura. Años más tarde, fue reconocida con múltiples distinciones, entre ellas la Medalla Presidencial de la Libertad en Estados Unidos.

Activismo global y esperanza para las nuevas generaciones
En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, que promueve la investigación y la protección de los grandes simios. Una década más tarde, su activismo se amplió al denunciar la caza furtiva, el uso de chimpancés en laboratorios y la destrucción de los bosques tropicales.
Su mensaje no solo apuntaba a los gobiernos, sino también a las personas comunes. “Cada individuo es importante. Todos tenemos un papel que desempeñar. Cada uno de nosotros tiene un impacto en el planeta cada día. Y podemos elegir el tipo de impacto que tenemos”, repetía con convicción.
En 1991 creó el programa Roots & Shoots, que hoy conecta a jóvenes en más de 60 países con proyectos ambientales. Ese espíritu de empoderamiento juvenil también encontró eco en América Latina, donde organizaciones locales han replicado su enfoque de educación ambiental comunitaria.
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Más que una científica, un símbolo cultural
Goodall trascendió la academia para convertirse en un ícono cultural. Fue retratada en documentales, inspiró juguetes educativos e incluso una muñeca Barbie. Amante de los relatos de Tarzán, cumplió su sueño infantil de vivir en África, pero además escribió decenas de libros, incluidos algunos dirigidos a niños, convencida de que la conciencia ambiental debía empezar temprano.
La actriz y activista Jane Fonda resumió el sentimiento de muchos al despedirla: “La mejor manera de honrar su vida es tratar a la tierra y a todos sus seres como a nuestra familia, con amor y respeto”.
Un legado vivo
La historia de Jane Goodall recuerda que la ciencia puede transformar la manera en que vemos nuestro lugar en el mundo. Su trabajo sigue vigente en tiempos en que los desafíos ambientales demandan nuevas miradas y compromisos.
Para El Salvador, un país vulnerable al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad, su ejemplo es una invitación a repensar la relación con la naturaleza y a sumar esfuerzos desde lo local hacia lo global.
Goodall dejó un mensaje claro y sencillo que hoy cobra fuerza: no hay acción pequeña si el objetivo es proteger el planeta que compartimos.
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