“Nunca imaginé que paría un gusano”: relato de salvadoreño que sufrió el gusano barrenador
Manuel Rebollo es licenciado en periodismo, exciclista profesional y testigo de cómo es tener al gusano barrenador en el cuerpo
Por
Karla Rodas
Publicado el 02 de septiembre de 2025
Manuel Rebollo, periodista y exciclista salvadoreño, relató su experiencia con el gusano barrenador, una infección conocida como miasis. La enfermedad ingresó a El Salvador en diciembre de 2024 con ganado proveniente de Honduras y Nicaragua, y hasta agosto de 2025 se han confirmado cinco casos humanos. Rebollo sufrió una herida en el muslo que se infectó; tras varios días de dolor, métodos caseros y finalmente cirugía, se retiró el capullo del parásito. El infectólogo Iván Solano alerta sobre los riesgos graves si la larva se aloja en ojos, nariz o boca y recomienda atención médica inmediata.
¿Cómo es tener al gusano barrenador en el cuerpo? ¿Cómo es el tratamiento, hay mucho dolor? Eso y más narró para elsalvador.com Manuel Rebollo, periodista y exciclista que sufrió la enfermedad.
El impacto de la enfermedad del gusano barrenador en el entorno salvadoreño tomó fuerza en diciembre de 2024, cuando ingresó por Morazán con ganado procedente de Honduras o Nicaragua. En febrero de 2025, el Ministerio de Agricultura declaró emergencia zoosanitaria, y desde entonces los casos han aumentado en todo el país, especialmente en la zona oriental.
En junio de este 2025 y a través de una entrevista televisiva, el ministro de salud, Francisco Alabí, afirmó que el gusano barrenador está presente en todo el país y que puede afectar tanto a personas como a animales.
Además, el titular ha señalado que tres casos de los cinco reportados hasta el 02 de septiembre, fueron detectados en el oriente y occidente del país.
Doctor Francisco Alabí, ministro de educación
"El gusano es el resultado de los huevos que pone una mosca. Llamamos miasis cuando ya la enfermedad está en un humano. En general es cualquier gusano en una herida, en una lesión (en la piel)".
Un ciclista, una mosca y una herida que se convirtió en pesadilla
La historia de Rebollo se remonta a una competencia de ciclismo en Parramos, Antigua Guatemala, en 1994. Durante la carrera, impactó con otro ciclista y cayó al suelo cerca de unas plantas de fresas, cuyas espinas le provocaron una raspadura en el muslo izquierdo.
A pesar de la caída, se levantó y terminó la carrera. Después, se recostó a descansar mientras esperaba la premiación:
“Yo creo que ahí fue cuando me infecté, porque es el único momento donde considero que se pudo parar la mosca transmisora de la enfermedad”, relata Rebollo.

Horas más tarde, notó una roncha en la zona afectada. Con los días, esa marca se transformó en un agujero profundo, similar al hueco que deja un clavo. Pensando que era una infección común, Manuel solo se aplicó pomadas. Sin embargo, la herida empeoró y sentía movimientos extraños dentro.
Un compañero de trabajo le habló del gusano barrenador, enfermedad que en ese tiempo era frecuente en Belice. Rebollo nunca había escuchado sobre ella, pero siguió un remedio casero que le recomendaron.
“Me dijo que me pusiera un tirro encima del hueco, ya que ese gusano sale a respirar; entonces cuando salga va a quedar pegado en el tirro, y cuando lo despegue, ahí estará el animal, y justo así fue”, recuerda.
Rebollo describe con claridad al parásito: “El gusano tiene una apariencia simétrica, de color blanco con negro, y su consistencia es ligosa”.
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El capullo del gusano dentro del cuerpo
Aunque pensó que el problema estaba resuelto, en los días siguientes su pierna se tornó morada, presentó fiebre alta y malestar general. Buscó atención médica, y en los exámenes detectaron que aún quedaba algo dentro de la herida; por esto fue necesaria una cirugía para retirar lo que resultó ser el capullo del gusano.
“Lo que el doctor sacó fue el capullo del gusano que había dejado adentro el animal, y tenía la forma de un chicote, pero sin patas”, detalla.
Después de la intervención, la herida comenzó a cicatrizar. Sin embargo, su proceso de recuperación duró unos seis meses.
“Tuve como mes y medio el animal adentro, luego a los tres meses me sacaron el capullo, y después de eso, se tardó de dos a tres meses la cicatrización”, afirma.
Afortunadamente, no ha tenido secuelas, y cuando cuenta su historia la concluye con las siguientes frases: “Nunca imaginé que estaba pariendo un gusano”.
¿El gusano barrenador podría convertirse en epidemia?
El infectólogo salvadoreño Iván Solano Leiva explica que desde 1995 no se registraban casos humanos en el país. A la fecha, las cifras oficiales del boletín epidemiológico reflejan cinco personas con miasis, es decir, infectadas.
En el caso de los animales, Luis Treminio, de la gremial Campo, mencionó en julio que al menos unas 900 cabezas de ganado han resultado infectadas.
Por su parte, Mateo Rendón, coordinador de la Mesa Agropecuaria e Indígena, calculó para finales de julio que ya existía una afectación de al menos tres mil cabezas de ganado, cifra que sube a cinco mil si se incluye perros, gatos, cabras y pelibueyes.
Debido a esta situación, el infectólogo Solano Leiva alerta que hay formas graves de miasis (como se llama esta infección), sobre todo si la larva se aloja en zonas delicadas como la nariz, boca u ojos, lo cual podría causar la pérdida de estos órganos.
Por lo que aconseja no automedicarse y acudir de inmediato a un centro médico. Solo con una valoración profesional se puede determinar la gravedad y el tratamiento adecuado.
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