Periodismo en la mira: El riesgo de contar historias bajo acoso
El ejercicio del periodismo independiente en El Salvador enfrenta uno de los momentos más críticos, no solo por los cierres de información y autocensura de fuentes informativas, sino por la amenaza de la criminalización que ha obligado a varios a optar por el exilio
El periodismo ha sido una parte importante en la historia de El Salvador, divulgando información que sirve a la población en la toma de decisiones en su día a día o para el rumbo de nación. Sin embargo, el periodismo enfrenta actualmente acoso, estigmatización y hasta criminalización, que representan desafíos y riesgos.
Según datos de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), las agresiones contra la prensa aumentaron un 134 % en 2024 en comparación con el año anterior, con 789 casos, y la tendencia en 2025 refleja un agravamiento aún mayor.
Las agresiones tienen que ver con la restricción al ejercicio periodístico, las declaraciones estigmatizantes y bloqueo de acceso a la información e intimidación.
A eso se añade que al menos 47 periodistas han tenido que abandonar el país.
"Solo en mayo se registraron más salidas de periodistas, por temor a criminalización o a detenciones arbitrarias, que en todo el 2024. Entonces ya eso te habla de una situación que se ha puesto mucho más complicada", dijo Hugo Sánchez, relator de libertad de expresión de la APES.
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El exilio ha sido una medida ante posibles represalias a investigaciones, como fue el caso de los periodistas del periódico digital El Faro y el periodista Jorge Beltrán, de El Diario de Hoy.
"Y es paradójico que en un contexto en el que se habla de que las cifras de seguridad han mejorado notoriamente, se dé también un contexto en el que es mucho más difícil, mucho más complicado y mucho más riesgoso el ejercicio de la labor periodística de una manera independiente", comentó Sánchez.
Ese éxodo también lo viven fuentes informativas y defensores de derechos humanos salvadoreños, pues unos 130 también se vieron forzados a salir del país, según lo expuesto en la reciente audiencia con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
"Y eso nos está llevando, digamos, a un desierto informativo, que de alguna forma ya es un poco palpable en el sentido de que las fuentes, si bien en años anteriores habían venido como autocensurándose, en los últimos meses han optado principalmente por el silencio", dijo.
Ya en 2024 El Salvador se encontró entre los países "con alta restricción a la libertad de expresión y prensa", según el Índice de Chapultepec de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
El Índice Mundial de la Libertad de Prensa de 2025 elaborado por Reporteros Sin Fronteras también evidenció el deterioro de las condiciones para el ejercicio del periodismo en el país, al perder 61 posiciones en la clasificación desde 2020. Ese año estaba en la posición 74, de 180 países evaluados, y para 2025 cayó en el puesto 135.

El acoso y la desacreditación de parte de la clase política no ha sido aislada, llegando a acusar a periodistas y medios independiente de lavado de dinero, según lo afirmó en febrero de este año el presidente Nayib Bukele. Y atacando a la APES cuando justificó el impulso de la Ley de Agentes Extranjeros en su discurso del 1 de junio.
Cierre de información
Una materia prima de cada pieza periodística es la información, la cual se ha visto reducida y reservada de manera considerable en el último quinquenio. En particular aquella de la administración de las finanzas, como el proyecto de ampliación y construcción del viaducto en la carretera Los Chorros, las compras públicas en el marco de la emergencia por la pandemia del covid-19 y las compras bajo el régimen de excepción.
De hecho, no se divulgó no el Plan General de Gobierno del periodo 2019-2024 y no se ha hecho público el del periodo actual.
"El nivel actual o el escalón al que ha llegado el contexto de El Salvador ya trasciende únicamente un cierre del acceso a la información pública y una relación, digamos, no muy amigable con quienes ejercen el poder, sino que ya ha escalado a una situación mucho más compleja (...) creo que los datos son los que hablan por sí mismos", expuso Sánchez.
Además de eso, existe el poco o casi nulo acceso para obtener respuestas de funcionarios públicos, ya sea del gobierno central, de la Asamblea Legislativa o de las municipalidades.
Identificados hasta para ir al baño
Cada periodista que haga una cobertura en la Asamblea Legislativa debe pasar por un estricto protocolo de vigilancia, más allá de mostrar un carnet de identificación, debe también ser "escoltado" en cada desplazamiento que tenga, por corto que sea, como las idas al baño.
Todo comienza con la entrada al recinto legislativo, quien posee un carnet emitido por la Asamblea no requiere de otro documento para su registro de ingreso, quien no, debe esperar la autorización de la gerencia de comunicaciones para que le den un carnet de visita.
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Cumplido el proceso, los periodistas son escoltados hasta la sala de prensa. Vale rescatar que el espacio fue acomodado con aire acondicionado, agua y café.
Aunque la prensa cumpla con el requisito de portar su carnet de identificación, siempre alguien pregunta el nombre y "el medio del que acompañan" para anotarlos en sus teléfonos.
Quienes tienen la "osadía" de preguntar a los diputados no suelen tener suerte, pues Nuevas Ideas casi nunca accede a responder. Caso contrario ocurre con los youtubers afines a ellos, quienes solamente los buscan para que envíen saludos para sus transmisiones en vivo. De la junta directiva, el único —que en ocasiones— accede a hablar es el pecenista Reynaldo López Cardoza.

Para hablar con el presidente Ernesto Castro hay más protocolo. Desde tempranas horas un empleado legislativo contacta a los periodistas para preguntar si asistirán a la sesión plenaria y si tienen preguntas para Castro deben enviarlas.
Si Castro accede, se detiene al llamado colectivo de la prensa que lo espera desde el pasillo, tanto antes de la sesión plenaria, en el receso o al finalizar su desarrollo. El equipo de prensa institucional define quién tiene autorizado el uso de la palabra para preguntar, usualmente medios y plataformas digitales que no suelen hacer preguntas incómodas.
Y en cada oportunidad que alguien trasladarse a usar el sanitario o a buscar alguna bebida al salón de prensa, siempre va acompañado. Un empleado legislativo, incluso, exigió a la prensa de El Diario de Hoy que informe cada vez que iré al baño.
Casa Presidencial
Una sola conferencia de prensa ha dirigido en el año el presidente Bukele, pero manteniendo el rígido protocolo que lo caracteriza, como la revisión por perros de la Fuerza Armada, el ingreso solo por los microbuses designados.
En estas conferencias el acceso a preguntar es exclusivamente para medios gubernamentales u oficialistas, como Noticiero El Salvador, Diario El Salvador y páginas digitales afines.
El acceso a la prensa puede ser incluso nulo, pues en el evento del pasado 1 de junio, ni siquiera accedieron fotoperiodistas o camarógrafos al interior del Teatro Nacional. Nadie lo hizo, en vez de eso, vieron bajo sol y lluvia una pantalla en la calle.


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