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Autoridades de la Universidad de El Salvador junto a parte del equipo editorial de la Dra. María Isabel Rodríguez posan con ejemplares del libro biográfico de la reconocida académica de El Salvador.

María Isabel Rodríguez: su vida, sus tiempos

Fue gratificante ver a María Isabel Rodríguez recibir muestras de cariño y reconocimiento en ese auditorio en el que muchas veces tuvo que exponer y defender sus ideas y proyectos.

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Por Carlos Gregorio López Bernal
Publicado el 01 de julio de 2025


El pasado 30 de junio se presentó un libro que hace un recorrido por la larga y fructífera vida de la Dra. María Isabel Rodríguez, desde su niñez, juventud, estudios de medicina, su faceta como decana de la facultad de medicina, su experiencia como funcionaria en organizaciones internacionales trabajando en temas de salud y educación, el regreso a El Salvador en la posguerra, donde fue rectora de la Universidad de El Salvador en dos períodos consecutivos, hasta su gestión como ministra de salud. En apretada síntesis, el libro da cuenta de una vida larga y polifacética, caracterizada por romper esquemas de diverso tipo.

Aparte del significado de la publicación, es importante destacar que la presentación se realizó en el histórico auditórium de derecho, escenario de muchos eventos trascendentales en la vida de la Universidad de El Salvador, a la cual María Isabel entregó muchos años de trabajo con un único objetivo: lograr el más alto desarrollo académico de la Universidad y poner esas capacidades al servicio del país. En ese esfuerzo tuvo notables éxitos. Como decana de medicina consolidó un proceso de transformación de la enseñanza de la medicina que hizo de esa facultad un referente regional. Como rectora trabajó incansablemente por sacar a la institución del bache en que la dejó la guerra civil. Los logros fueron muchos, y algunos de ellos todavía se hacen sentir.

Hay que decirlo, el rectorado de María Isabel tuvo dos etapas claramente identificables. En el primer periodo se apostó por la reconstrucción física del campus y la creación de instancias clave para dar un salto de calidad en el trabajo académico, por ejemplo, el Consejo de Investigaciones Científicas que tomaría a su cargo un rubro largamente marginado. Tan marginado que debió crearse una partida presupuestaria simbólica de cien colones, para justificar un trámite presupuestario ante el ministerio de hacienda. Otro ejemplo es la creación del Centro de Investigaciones y Desarrollo en Salud, CENSALUD. En el segundo periodo se trató de avanzar en una reforma académica; para lo cual se requería mayor financiamiento y cambios más profundos. Este proyecto fue tozudamente cuestionado y rechazado por una parte de la comunidad universitaria, que no entendió o no quiso entender las bondades de la propuesta. Durante más de un año, María Isabel defendió el proyecto, demostró que no representaba ninguna amenaza para la Universidad; por el contrario, era una oportunidad de desarrollo. En esa lucha concitó amplios apoyos externos, tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, no logró una correlación de fuerzas favorable en las instancias de decisión de la UES.

En ese sentido, la gestión de María Isabel en la Universidad tiene ciertas similitudes con las de otros rectores insignes. Por ejemplo, el Dr. Carlos Llerena en la década de 1940. Un rector visionario que supo aprovechar la limitada apertura política que siguió a la caída del martinato para impulsar importantes proyectos. En esos años se creó el Instituto Tropical de Investigaciones Científicas que sirvió de plataforma para el desarrollo de las ciencias naturales y las matemáticas. El Instituto fue suprimido hacia 1964, pero sus capacidades incidieron en el desarrollo de los institutos de ciencias naturales y matemáticas. Huellas de esas fortalezas son visibles en el trabajo de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas y en el Programa de Jóvenes Talento. Sin embargo, en cierto momento, Llerena entró en conflicto con el sector estudiantil al pretender reelegirse, pero terminó siendo obligado a renunciar el 13 de septiembre de 1950.

El Dr. Fabio Castillo es uno de los rectores más reconocidos. En su primer periodo impulsó una audaz y visionaria reforma universitaria, de la cual fue parte María Isabel. Castillo fue también el primer decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades y en esa calidad debió enfrentar la huelga estudiantil de áreas comunes. Fue enviado al exilio cuando la intervención militar del 19 de julio de 1972. Pasó la década de 1980 en el extranjero, pero volvió para ser nuevamente rector en el periodo 1991-95. Enfrentó múltiples problemas: una universidad con una infraestructura destruida por la intervención militar y el terremoto de 1986; un cuerpo docente diezmado, y una comunidad universitaria excesivamente politizada que no estaba dispuesta a embarcarse en un esfuerzo académico como el que demandaba Castillo. Este gastó muchas energías en estériles conflictos con la oposición. Salió de la rectoría muy desencantado. A pesar de ello, fue parte del grupo que apoyó la candidatura rectoral de María Isabel en 1999.

Las gestiones rectorales de Carlos Llerena, Fabio Castillo y María Isabel Rodríguez evidencian lo compleja y contradictoria que puede ser la Universidad de El Salvador, pero también demuestran hasta qué punto la visión, compromiso y liderazgo de un rector pueden provocar saltos de calidad en periodos de tiempo relativamente breves. Es muy fácil demostrar cuánto avanzó la Universidad con ellos, pero también es fácil ver cuánta resistencia encontraron sus proyectos. A posteriori, los tres han sido homenajeados por la institución. Independientemente de las motivaciones, esos homenajes son una reivindicación pública de sus personas y gestiones; pero también, un llamado a retomar sus ideales, valores y aspiraciones. Y estos podrían resumirse en: desarrollo académico para el servicio del país, especialmente de los sectores menos favorecidos.

Fue realmente gratificante, ver a María Isabel recibir muestras de cariño y reconocimiento en ese auditorio en el que muchas veces tuvo que exponer y defender sus ideas y proyectos. Mucho más porque entre los asistentes había muchos jóvenes, docentes y estudiantes que no la conocían. Ojalá su ejemplo, los inspire. En estos tiempos en que parece imponerse la tendencia de los resultados rápidos y con mínimo esfuerzo; en que es tan común ver a políticos y personajes sin mayor cualificación escalando posiciones gracias al oportunismo, es fácil que los jóvenes crean que no es necesario estudiar para tener éxito. María Isabel es prueba rotunda de lo contrario. Con esfuerzo, disciplina y compromiso se puede ser exitoso, aun proviniendo de una familia de escasos recursos.

Salvador Moncada perfila a María Isabel como científica, educadora y “política” entendiendo lo último a partir de su participación en el diseño de políticas públicas en el campo de la salud y la educación. En tal sentido, las políticas públicas son un conjunto de decisiones y acciones implementadas desde instancias públicas para atender de manera efectiva los problemas que afectan a los grupos más vulnerables de la sociedad. Ciertamente, María Isabel usó todas sus capacidades para ayudar a otros; no en balde, la mayor parte de su vida la dedicó a la medicina y a la educación, ya sea en el ejercicio de la medicina y la docencia, como también en la investigación científica. Y lo mismo hizo dirigiendo instituciones. Todo esto es un gran mérito, el cual se agranda enormemente si consideramos cuán larga y fructífera ha sido su vida. María Isabel cerró su discurso citando los versos de su canción preferida; esa de Violeta Parra que dice “gracias a la vida, que me ha dado tanto”. Debiera haber una que dijera: Gracias a María Isabel, que nos ha dado tanto.

Historiador, Universidad de El Salvador

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