¿Qué tan efectiva podría ser una vacuna contra el COVID-19 en personas con obesidad?

Expertos aseguran que los efectos de inmunidad son menores y puede funcionar en menor proporción.

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Los hijos únicos suelen comer más golosinas y postres como resultado del consentimiento de los padres. Foto EDH/Pixabay

Por N. Hernández / Agencias

2020-08-11 9:27:48

Las personas con obesidad son más vulnerables y son un grupo con mayor riesgo de enfermar gravemente con el COVID-19 y existe la posibilidad que la vacuna proporcione inmunidad débil para las personas con un índice de masa corporal de 40 o más, que equivale a un sobrepeso de aproximadamente 100 libras.

El doctor Raz Shaikh, profesor asociado de la nutrición en la Universidad de Carolina del Norte-Chaperl Hill, aseguró que no se tendrá, por el momento, una vacuna COVID-19 que esté adaptada a la obesidad.

Más de 107 millones de adultos estadounidenses son obesos, y su capacidad para volver de manera segura al trabajo, cuidar a sus familias y reanudar la vida diaria podría verse afectada si la vacuna contra el coronavirus les proporciona una inmunidad débil.

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El 48% de las mujeres hispanas adultas y el 40% de los hombres hispanos adultos que viven en Estados Unidos son obesos, según la Oficina de Salud de las Minorías del Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS).

La evidencia científica en la que se basa la afirmación es que las vacunas para la gripe, la hepatitis B, el tétano y la rabia pueden ser menos efectivas en adultos con obesidad y sobrepeso que en la población en general, dejándolos más vulnerables a las infecciones y enfermedades.

Recientemente se descubrió que la obesidad interfiere con la respuesta inmune del cuerpo, dejando a las personas con obesidad en mayor riesgo de infección por patógenos como la influenza y el nuevo coronavirus.

La evidencia de que las personas con obesidad tienen una respuesta distinta a las vacunas comunes se observó por primera vez en 1985 cuando los empleados con sobrepeso de un hospital que recibieron la vacuna contra la hepatitis B mostraron una disminución significativa en la protección 11 meses después, algo que no ocurrió con los que no eran obesos.

Según los estudios, cuando el sistema inmunitario es saludable activa y desactiva la inflamación llamando a los glóbulos blancos y enviando proteínas para combatir las infecciones, pero en las personas obesas o con riesgo metabólico relacionados con presión arterial alta y los niveles elevados de azúcar en la sangre la inflamación se vuelve crónica, se enciende y permanece así.

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El tejido adiposo (o grasa) en el abdomen, el hígado y otros órganos no es inerte porque contiene células especializadas que envían moléculas como la hormona leptina, que induce a un estado crónico de inflamación que interfiere con la respuesta inmune de las vacunas y causa que las personas obesas adquieran enfermedades que podrían ser prevenibles.

Históricamente, las personas con obesidad a menudo han sido excluidas de los ensayos farmacológicos porque generalmente tienen afecciones crónicas que pueden distorsionar los resultados.

Un estudio de 2015 del Grupo de Investigación de Vacunas de la Clínica Mayo publicado en la revista Vaccine afirmó que “la obesidad es un problemas global grave, y las respuestas inmunes subóptimas inducidas por la vacuna observadas en la población obesa no pueden ignorarse”.

También, otro artículo publicado en el International Journal of Obesity en 2017 concluyó que los adultos obesos vacunados tenían el doble de probabilidades de desarrollar gripe o enfermedades similares a la gripe en comparación con los adultos de un peso saludable.

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