Conoce el fetiche del ‘tickling’, un cosquilleo sutil que te hace llegar al clímax

Hacer reír a carcajadas a la otra persona es la base de esta práctica de sometimiento y placer. Para alcanzarla debes conocer los "puntos débiles" del otro, eso ayudará a tener un mejor rendimiento sexual.

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Foto EDH Pixabay

Por Diana Orantes

2020-08-23 4:26:15

La psicóloga y sexóloga española Ana Sierra aborda el tema de las cosquillas eróticas, como una clave para disfrutar las relaciones sexuales y experimentar nuevas sensaciones.

Las cosquillas son el reflejo de varias reacciones, dice esta experta, pero en su origen sirven para defendernos o como una técnica de supervivencia, ya que de ahí surgen los reflejos (agresivos, como los gritos nerviosos, fruncir el ceño o manotazos) y los sustos. Por ejemplo, quién no se ha encrespado por un toque malicioso en la cintura, la panza, el cuello, las piernas o los pies. La reacción es totalmente natural, pero también aplica para el plano sexual y tiene un papel muy importante.

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“Si a la mínima caricia sentimos cosquillas y eso supone que el otro no pueda tocarte, puede ser porque no deseas que se produzca el contacto físico, al menos en ese momento”, explica Sierra. La reacción se traduce en rechazo y esto a una decisión consciente de que hay temor detrás del toqueteo, miedo a ser dañado o lastimado.

Por otro lado, las cosquillas también generan placer sexual. A esto se le conoce como ‘tickling’ o ‘knismolagnia’, un fetiche que permite liberar endorfinas, risas y un orgasmo explosivamente feliz. Este ayuda a estimular el coito gracias a toques específicos por algunas partes del cuerpo.

Se sabe que hay zonas erógenas y que son, por ejemplo, el cuello o las orejas, pero cada persona debe conocer perfectamente sus “puntos débiles” para entender qué podría pasar. Es ideal que la pareja descubra junta lo que sienten y cómo estimularse. Aquí pueden incluir una caricia muy sutil con la yema de los dedos.

El ‘tickling’ puede ser catalogado como un “juego previo” al sexo y debido a cómo se ejecuta está muy relacionado  a las prácticas de dominación y sumisión —BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo, Masoquismo)— ya que para su ejecución incluye objetos como esposas o una venda para los ojos.

Para llegar al limbo del ‘tickling’ se deben tener en cuenta las texturas y la suavidad, por eso las plumas son, por excelencia, lo más utilizado, pues al ser suaves marcan un inicio tentador.

La comunicación dentro de la pareja es crucial para disfrutar ambos del placer. Foto EDH Pixabay

Pero para los ticklers —personas que realizan esta práctica— esto no es suficiente. Necesitan ver que su “víctima” se “confiese” y la muestra más clara es la risa.

“El provocador busca estimular la risa, cuanto más potente sea una carcajada y más variaciones tenga más excitante le resultará”, subraya la sexóloga. También es fuente de placer cuando la “víctima” no puede contener más el movimiento (porque resulta involuntario) en la zona del cuerpo que le cosquillea.

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A los ‘ticklers’ les gusta llegar a esas partes del cuerpo como el cuello, pies o muslos, porque generan carcajadas para obtener dicha reacción. “Lo que desea el ‘cosquilleador’ no es recibir las cosquillas, sino disfrutarlas, aunque se trate siempre dentro de una relación consensuada“, indica la experta.

El placer también se genera cuando la “víctima” cede el control al ‘tickler’ para complacerlo. Entregar al otro los límites de su felicidad puede resultar excitante, siempre y cuando las cosquillas no agredan o lastimen.