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La moda como punto de encuentro entre identidad, deseo y decisiones de consumo que cambian con cada generación.

Millennials y zetas reinventan cómo llevar la moda

La forma de vestir une a todas las generaciones, pero sus hábitos de consumo revelan profundas diferencias marcadas por la edad, la tecnología y los valores.

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Por EFE
Publicado el 31 de diciembre de 2025

 

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La moda funciona como un lenguaje común entre generaciones, aunque cada una la vive de forma distinta. Un análisis de EFE muestra que *baby boomers* y generación X priorizan calidad, durabilidad y ciclos estacionales, mientras los milénicos combinan tradición y digitalización. La generación Z impulsa la segunda mano y el discurso sostenible, pero enfrenta contradicciones al recurrir a moda barata por precio y tendencias virales. Las redes sociales aceleran los ciclos y transforman la forma de informarse y consumir. Pese a las diferencias, todas las generaciones coinciden en la moda como expresión de identidad personal.

La moda sigue siendo un lenguaje común entre generaciones, aunque se exprese de maneras muy distintas. Un análisis reciente de EFE muestra que, desde los baby boomers hasta la generación Z, vestirse funciona como una herramienta de identidad personal y, al mismo tiempo, como un reflejo de cómo cada grupo se relaciona con el consumo, las tendencias, la sostenibilidad y los canales que marcan su tiempo.

Lejos de ser un fenómeno superficial, la moda se convierte en un espejo de los cambios sociales, tecnológicos y económicos. Todas las generaciones coinciden en que la ropa comunica quiénes son y a qué universos culturales pertenecen, pero difieren en la forma de acceder a ella, en la velocidad con la que cambian sus gustos y en las contradicciones que atraviesan sus decisiones de compra.

El contraste generacional no se limita a la estética. También se manifiesta en la manera de informarse, en la valoración de la calidad, en el impacto ambiental y en la influencia que ejercen las redes sociales en la construcción del estilo personal.

Tradición, calidad y ciclos definidos

Para los baby boomers y buena parte de la generación X, la moda estuvo históricamente ligada a un consumo más pausado. Las temporadas marcaban el ritmo y las decisiones de compra se tomaban frente a escaparates, catálogos o revistas especializadas. La experiencia física tenía un peso central y el acto de comprar ropa formaba parte de una rutina social.

El director del Instituto Europeo de Diseño (IED), Federico Antelo, señala en declaraciones recogidas por EFE que estas generaciones comparten una visión similar: “Todas ellas entienden la moda como una herramienta de identidad y prefieren prendas de calidad, con largo recorrido en el armario”.

La durabilidad y la confección eran valores prioritarios. La ropa no se concebía como un producto efímero, sino como una inversión pensada para acompañar distintos momentos de la vida. Esa relación más estable con la moda contrasta con los ciclos acelerados que dominan el mercado actual.

Escaparate de la tienda Loue en el centro de Madrid.
Escaparate de la tienda Loue en el centro de Madrid. EFE/ J.J.Guillen

Aunque estas generaciones han incorporado herramientas digitales con el tiempo, su forma de consumir sigue anclada en referencias claras y en un menor volumen de compras impulsivas.

Millennials entre dos mundos

La generación milénica ocupa un lugar intermedio. Creció con referencias analógicas, pero se adaptó de lleno al ecosistema digital. Su consumo de moda combina tiendas físicas con comercio electrónico y redes sociales, manteniendo cierto equilibrio entre calidad, precio y tendencia.

Según el análisis de EFE, los milénicos no dependen exclusivamente de la viralidad inmediata, pero sí utilizan plataformas digitales para informarse, comparar y comprar. Valoran la identidad personal, aunque sin romper del todo con los códigos heredados de generaciones anteriores.

Este grupo actúa como un puente entre la estabilidad del consumo tradicional y la inmediatez que caracteriza a los más jóvenes, incorporando elementos de ambos mundos en su forma de vestir.

Generación Z y el auge de la segunda mano

La generación Z introduce un cambio profundo en el panorama de la moda. Con presupuestos más ajustados y una mayor sensibilidad ambiental, muchos jóvenes impulsan el mercado de la segunda mano y el estilo vintage como alternativa al consumo tradicional.

“Gran parte del público joven se viste únicamente con prendas de segunda mano, no compran nada nuevo y muchísimo menos en tiendas de moda pronta”, explica Antelo en la nota de EFE. Esta elección no responde solo a razones económicas, sino también a una percepción de mayor calidad en prendas de otras épocas y a un discurso asociado al cuidado del planeta.

Para muchos zetas, la sostenibilidad se convierte en un valor central de su identidad estética. Vestirse es, también, una forma de posicionarse frente a los desafíos ambientales y sociales contemporáneos.

Sin embargo, esta tendencia convive con tensiones internas que revelan las complejidades del consumo actual.

Sostenibilidad y contradicciones

El discurso sostenible de la generación Z no siempre coincide con sus prácticas reales. Según la psicóloga Candela Fornieles, citada por EFE, “los zetas reclaman ropa respetuosa con el medio ambiente, pero los precios les abocan a un consumo de ropa barata”.

La presión económica, sumada a la velocidad de las tendencias digitales, empuja a muchos jóvenes hacia marcas de producción masiva y bajo costo. Fornieles añade que “los mismos jóvenes que muestran su preocupación por el medio ambiente exhiben sus nuevas compras procedentes de tiendas superbaratas”.

Esta contradicción refleja una tensión entre ideales y posibilidades reales, donde la identidad sostenible convive con un mercado que ofrece soluciones inmediatas y accesibles, aunque poco alineadas con esos valores.

Redes sociales y moda en tiempo real

Uno de los mayores puntos de quiebre generacional es el canal por el que la moda llega a las personas. Antelo subraya que “la mayor diferencia es cómo llega la moda a las personas y el canal de información”.

Mientras que las generaciones mayores descubrieron tendencias a través de medios impresos o tiendas físicas, la generación Z consume moda en tiempo real mediante redes sociales y plataformas digitales. TikTok, Instagram y otras aplicaciones no solo difunden estilos, sino que aceleran los ciclos de consumo y multiplican las microtendencias.

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Este flujo constante genera una presión por actualizar el guardarropa con rapidez y refuerza la lógica de la moda efímera, donde lo nuevo pierde valor en cuestión de días.

Identidad compartida, expresión distinta

Pese a las diferencias, existe un punto de encuentro entre todas las generaciones: la moda como expresión de identidad. Antelo resume esta idea al afirmar que “a través de ella se expresa la personalidad, a qué grupo pertenece, qué tipo de cosas le interesan o qué música escucha”.

No obstante, el impacto de las redes sociales introduce un fenómeno particular entre los más jóvenes. Según el experto, la repetición de estéticas populares puede derivar en una cierta uniformidad, donde la búsqueda de pertenencia digital pesa más que la expresión individual.

Así, la moda oscila entre la autenticidad personal y la necesidad de validación social, especialmente en entornos digitales.

Un mapa generacional del consumo

El análisis de EFE permite trazar un panorama claro de cómo cada generación se relaciona con la moda:

  • Baby boomers y generación X priorizan calidad, durabilidad y ciclos definidos.
  • Millennials combinan tradición y digitalización, con un consumo más equilibrado.
  • Generación Z impulsa la segunda mano y el discurso sostenible, aunque convive con el consumo rápido y barato.

Estas diferencias no solo hablan de ropa, sino de contextos históricos, tecnológicos y económicos que moldean las decisiones cotidianas.

La conclusión es clara: la moda sigue siendo un vehículo de identidad para todas las generaciones, pero sus formas de consumo reflejan un mundo en transformación. Desde la calma de las temporadas tradicionales hasta la velocidad de las tendencias virales, el vestir continúa adaptándose a los valores y contradicciones de cada época.

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