Para los años 50, en El Salvador ya estaba consolidada la tendencia de utilizar atuendos que facilitaban a la mujer lucir una figura corporal como la silueta de un reloj de arena, es decir, cintura pequeña y curvas pronunciadas.
Los diseños de la ropa estaban cuidadosamente pensados para destacar la belleza femenina, aun cuando las faldas tenían un vuelo aumentado y se mantenían por debajo de la rodilla.