“Los negocios familiares son la semilla de muchas empresas exitosas”, asegura Juan Antonio Monterrosa, socio fundador y consultor del Instituto de la Empresa Familiar Latinoamericana.
Hay que tener claro que cuando un grupo familiar emprende, escala tres niveles. “Al inicio, los padres llevados por las circunstancias, como la falta de empleo, deciden montar un pequeño negocio. Ese es el primer paso. Generalmente, son artesanales como un taller de mecánica, de artesanías, una farmacia, una carpintería, un pequeño súper, un car wash, talleres, etc. Pero son iniciativas llenas de amor, pasión y valores, porque surge en la cuna del núcleo familiar. Esa es una característica importante que diferencia a una empresa que nace entre socios o amigos”, explica el consultor.
Cuando el negocio familiar persiste en el mercado, surge la gran interrogante, ¿crecemos o no crecemos? Si avanzan, se convierten en una empresa familiar y surgen tres conceptos importantes: familia, empresa y patrimonio.
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Eso significa que todos trabajan para un solo fin, que cuentan con sistemas, roles y procesos; y que tienen bienes muebles grandes como un taller, vehículos, maquinaria, herramientas, terrenos y casas.
Si perduran en el tiempo, pueden migrar a ser familias empresarias. Han desarrollado una diversidad de empresas, se han profesionalizado y eligen uno de los dos caminos o ambos: el corporativo o el de ser inversionistas.
“El caso típico en El Salvador es que muchos de los oficios populares se están perdiendo, porque nunca se quisieron tecnificar, tuvieron miedo a los créditos o no creían que sus hijos podían trabajar y subsistir de ello”, aclara Monterrosa.
Lo ideal sería inducir a los hijos en el oficio y emprender un negocio fuerte, con empleados, equipo y maquinaria.
Respecto a la violencia que sacude al país y detiene a muchas personas para iniciar un negocio, el especialista cree que es una variable relacionada con el desconocimiento.
“Pregúntese, ¿qué más puedo hacer? Considero que hay buscar otras alternativas y quitarse el temor a la delincuencia, porque un factor básico del emprendedurismo es la búsqueda de oportunidades”.
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Una vez instituido el negocio familiar, hay que preparar a los hijos para los cargos más importantes. “Para que ayuden a garantizar la continuidad deben saber el oficio, contar con los valores familiares y estudiar o tecnificarse”, apunta. “Esto último también es la riqueza más importante que puede tener una empresa, su capital intelectual”.
En el camino, ocurren muchas cosas que pondrán en crisis a las familias, pero las empresas que persisten atraviesan características similares. Conoce cuáles son y los principales obstáculos para alcanzar el éxito.
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Hay preguntas clave, aclara Monterrosa, que permiten tener un diagnóstico familiar y descubrir si el negocio está listo para pasar al siguiente nivel. Contestar a interrogantes como ¿Realmente queremos estar juntos? ¿Crees que la empresa que yo he formado te va a dar lo que quieres como persona? ¿Vas a convivir con tus hermanos dentro de la empresa? van a garantizar la continuidad. Otro punto, es hablar entre padres e hijos bajo la más noble sinceridad, establecer qué tipo de empresa quieren y con qué valores va a crecer. El consultor ha identificado algunos factores de éxito en casos de familias empresarias que han sobrevivido con los años y los comparte a continuación:
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– Existe comunicación sincera.
– Les importa la institucionalización o profesionalización de la empresa familiar. A veces exigen maestrías a los hijos antes de pasar el mando, conocimiento de otro idioma, etc.
– Crean los gobiernos de familia o consejos de familia para evitar conflictos.
– Desarrollan una estrategia que defina claramente cómo se ven en los próximos años, y tienen una visión clave del lugar que tomarán los hijos o si el padre va a confiar en ellos para invertir su capital.
– Hay un ADN empresarial que se hereda.
– Desde pequeños, los hijos se ven sometidos al trabajo aunque tengan dinero. Les enseñan el concepto de esforzarse y a ser amables con sus empleados, saben tratarlos con respeto y cariño.
– Cuidan sus recursos financieros, administran lo que tienen y no son tacaños.
– La mesura familiar es una práctica de ahorrar para obtener algo llamado ‘capital de riesgo’, esto evita endeudamientos.
– Respetan el apellido, es decir cuidan el nombre de la familia de cualquier escándalo para no comprometer a todos.
– Conviven en familia, no solo se reúnen en bodas, bautizos o cuando alguien fallece.
– No hacen inversiones ni son fiadores de cualquiera, prefieren donar dinero.
– Tienen mucha transparencia al momento de hablar.
– Dejan ir a los miembros de la familia que no quieren estar en la empresa, pero comprenden que volverán y que pueden ofrecerles opciones para que se integren en otras áreas.
Tres instrumentos estratégicos para evitar malos entendidos familiares
Un manual de organización para identificar los roles.
Un protocolo familiar con las normas, reglamentaciones y sanciones valorados por todos los miembros de la familia.
Un plan de sucesión, para definir a la generación que quedará a cargo de la empresa en caso de muerte o enfermedad de los fundadores.