Río Monterrey, el secreto mejor guardado de Salcoatitán
Ubicado en el corazón de la Ruta de las Flores, el Río Monterrey es una joya natural que deslumbra por su caudal constante, sus tres cascadas y sus pozas de agua fría y cristalina. Destino perfecto para quienes buscan aventura, naturaleza y desconexión total.
Por
Leidy Puente
Publicado el 11 de noviembre de 2025
Entre montañas y cafetales de Salcoatitán, el Río Monterrey es uno de los rincones naturales más encantadores del occidente salvadoreño. A solo dos kilómetros del parque central, una caminata de 40 minutos conduce a un paisaje de aguas cristalinas y cascadas rodeadas de vegetación. El acceso cuesta $2.50 e incluye guía local y acompañamiento policial. Las pozas, como la famosa Raspanalga, son ideales para nadar y relajarse. Además de su belleza, el río abastece de agua potable a comunidades vecinas. Visitarlo es reconectarse con la naturaleza en su forma más pura y auténtica.
Entre cafetales, montañas y caminos rodeados por árboles, el Río Monterrey se ha convertido en uno de los lugares más encantadores del occidente salvadoreño. A solo unos minutos del casco urbano de Salcoatitán, en Sonsonate Norte, este río ofrece un entorno natural único donde se combinan caminatas, aire fresco y pozas de agua cristalina ideales para sumergirse y dejar atrás el estrés.
El recorrido hacia el río comienza en el parque central de Salcoatitán, un punto conocido por su ambiente tranquilo y las tradicionales ventas de café y yuca. Desde ahí inicia una caminata de aproximadamente dos kilómetros. El sendero es de dificultad baja a moderada y puede completarse en unos 40 o 50 minutos, por lo que resulta ideal para hacerlo en familia o con amigos.
A cada paso se siente el aroma del café y el sonido de los pájaros que acompañan el viaje. Una vez en el río, el visitante se encuentra con un espectáculo natural de aguas frías, limpias y de un tono azul verdoso que refleja la vegetación del entorno.

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El Río Monterrey cuenta con tres cascadas principales que se extienden a lo largo de un kilómetro abierto al público. La más alta tiene una caída cercana a los 10 metros, formando una poza amplia donde el agua cae con fuerza.
Las otras dos son más pequeñas, pero igual de encantadoras; una de ellas es conocida como la “Posa Raspanalga”, una formación de piedra lisa que sirve de tobogán natural.
La experiencia de deslizarse por la roca y caer directo al agua se ha vuelto una de las favoritas entre los turistas. Pese al nombre curioso, no hay peligro: la piedra es completamente lisa y el agua, profunda y transparente.
Alrededor, el sonido del agua cayendo y las sombras de los árboles crean un ambiente perfecto para relajarse o simplemente disfrutar de la vista.

El acceso al río tiene un costo simbólico de $2.50 por persona, destinado al mantenimiento del sendero y las actividades de conservación que lideran los habitantes.
Las caminatas están disponibles todos los días de la semana, y los recorridos se realizan junto a guías locales certificados, con apoyo de la Policía Nacional Civil (PNC) y la Fuerza Armada (FAES) para garantizar la seguridad de los visitantes.
Además de ser un atractivo turístico, el Río Monterrey cumple una función ecológica vital, su caudal abastece de agua potable a comunidades de Salcoatitán, Juayúa y Nahuizalco, por lo que la población ha asumido un compromiso firme con su protección.

En los últimos años, los vecinos han desarrollado jornadas de reforestación y limpieza, que han permitido mantener el entorno libre de basura y conservar el equilibrio del ecosistema.
Para llegar desde San Salvador, el viaje toma una hora y media por carretera. La ruta más directa es hacia Sonsonate, para luego incorporarse a la Ruta de las Flores, pasando por Nahuizalco.
Si viajás en bus, tomás la ruta 205 hasta Sonsonate, y luego la ruta 249 con destino a Ahuachapán, las unidades dejan a los pasajeros frente al parque del distrito.
No hay restaurantes ni quioscos en el lugar, pero eso forma parte de su encanto, los visitantes pueden llevar su propia comida y disfrutarla a la orilla del río, siempre respetando las reglas de limpieza y cuidado ambiental.
En este lugar, lo que abunda, en cambio, es el silencio, el canto de las aves y la sensación de libertad que solo ofrecen los espacios naturales intactos.

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De esta manera, visitar el Río Monterrey es reconectarse con lo esencial. Es caminar entre árboles, mojarse los pies en agua fría, respirar aire puro y comprender por qué en El Salvador los paisajes más valiosos son aquellos que todavía conservan su autenticidad.
En este rincón de Sonsonate, la naturaleza sigue siendo la protagonista y el visitante, un invitado de honor. Podés solicitar más información a Río Monterrey Tours, en Facebook.

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