El Día de la Tierra, del esplendoroso planeta que es nuestro hogar en las inmensidades del universo, se celebra este lunes 22, una fecha que nos mueve a cuidar y en posible engrandecer el suelo que cada grupo humano llama su hogar, su patria.
En conjunto todos, desde los que viven en el trópico al igual que los de naciones muy desarrolladas, como así mismo los que habitan lugares inhóspitos, semidesérticos o en las heladas regiones alrededor de los dos polos, Norte, con el Ártico, y Sur, con el Antártico, debemos esforzarnos para cuidar la fauna y la flora, impedir la erosión, cuidar y mejorar los bosques, proteger las fuentes de agua.
A finales de la semana pasada el Gobierno de Colombia ordenó que los viernes las oficinas públicas se cierren, para mitigar en una medida la sequía, falta de lluvia, de las últimas semanas.
Los centroamericanos debemos dar gracias al buen Dios porque cada invierno nos regala ingentes cantidades de agua, pero la falta de interés y particularmente de imaginación deja que esa agua bendita corra hacia el mar acarreando buena tierra pero asimismo basura, plásticos y contaminantes.
Hay asociaciones, grupos cívicos, comunidades que se interesan por proteger ese don de la Providencia, lo que hace muchos años y como resultado de la visita a nuestro país de un miembro de la Asociación “Friends of the Earth”, establecida en California en 1969, organizó la asociación Amigos de la Tierra, siendo nuestro fundador, don Napoleón Viera Altamirano, su presidente por muchos años.
Se trata de un grupo abocado a promover buenas prácticas de cultivo y protección de la tierra en nuestro país. Similares entidades deben operar en distintas partes del mundo, más ahora que se combate el “calentamiento de la Tierra”, fenómeno causado no solo por malas prácticas humanas, cuanto por tratarse de uno de los tantos ciclos del clima derivados de cambios en la actividad del Astro Rey que están registrados en las huellas geológicas que trazan el origen y cambios de continentes como asimismo el origen de la vida en la Tierra hace aproximadamente un billón de años.
Debemos cuidar y mejorar el hogar que la Divina Providencia nos ha asignado
La labor de los “Amigos de la Tierra” fue primordialmente docente visitar distintos lugares del país, donde se reunían personas vinculadas tanto con el quehacer agrícola como ambiental, para divulgar las buenas prácticas agrícolas, el cuidado de fuentes de agua, uso de fertilizantes, al igual que crear compost con hojas y residuos vegetales...
En cada lugar quedaban grupos encargados de asegurar la continuidad de esas prácticas, lo que se derrumbó cuando la junta golpista de 1979 no opuso resistencia a la imposición de una ruinosa “reforma agraria”, que transformó tierras que se cultivaban eficientemente con el concurso de fitopatólogos, expertos en genética, criadores de ganado, etcétera.
Modelo fue la hacienda La Carrera que, después de la “reforma agraria”, quedó convertida en un enorme potrero, como asimismo sucedió con Tierra Blanca y otras grandes haciendas en Ahuachapán y Sonsonate.
La agricultura nacional a duras penas garantiza la autosostenibilidad alimentaria, a lo que se agrega el desinterés del actual régimen por las cosas del campo, poniendo al frente personas sin la adecuada formación ni interés por la tierra.
Para los agricultores locales, prueba de lo anterior es que el ministerio respectivo ha tenido cinco ministros en estos cinco años, que pasaron por el cargo sin pena ni gloria.
De ocurrencia en ocurrencia del regimen en menos de tres años la mitad de la poblacion ha caido en la pobreza y al ser así han dejado de producir significativamente y sumar a la oferta de bienes y servicios...
Los agricultores se sienten inermes y sin ayuda técnica ante el clima extremo y alocado que hace que en Ecuador tenga que haber racionamientos de energía de hasta ocho horas, mientras en Dubái llovió en un día lo que debió caer en dos años, dejando anegado el aeropuerto y las principales calles, de igual manera que en Afganistán.
Cada día nuestro planeta nos habla de maravillas y bendiciones, pero también nos reclama por nuestra desidia y apatía, la deforestación, la destrucción de la flora y fauna y el mal manejo de desechos.