Es inviable y carente de credibilidad una CICIES atada al Gobierno

Ser juez y parte es una contradicción de funciones, lo que por desgracia vemos con frecuencia en nuestro martirizado país, donde muchos jueces ni siquiera disimulan sus parcialidades.

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Marcos Rubio es la voz de Deep, uno de los personajes de la serie "The Boy", de Amazon Prime Video. Foto EDH / Instagram

Por El Diario de Hoy

2019-08-13 6:17:19

Construir un gallinero para que no se salgan las gallinas es siempre una buena idea, pero todo se viene abajo si le entregan las llaves al zorro…

El abogado constitucionalista Francisco Bertrand Galindo dice lo mismo sobre el anuncio del actual gobierno de formar una Comisión Investigadora contra la Corrupción y la Impunidad (CICIES), como la de Guatemala: investigar la corrupción es importantísimo para cualquier país, siempre y cuando tal entidad sea independiente de todo gobierno.

De no ser así caeríamos en los finiquitos exprés de épocas pasadas, cuando funcionarios y presidentes se autoabsolvían a través de magistrados que ellos habían nombrado.

Es inválido que un cura pecador se confiese y absuelva a sí mismo, como prácticamente está proponiendo el actual gobierno: formar una CICIES dirigida por ellos mismos.

El buen o mal uso de capitales, préstamos, contratos, asignaciones de dinero por entidades públicas a personas y grupos privados, se dirime en tribunales. Pero malversaciones, uso indebido de fondos públicos, manipulaciones como el robo de las cuotas de ANDA por la previa cleptocracia roja, embolsarse capitales, etcétera, solo van a investigarlo y esclarecerlo entidades independientes de todo gobierno.

Una CICIES sería un poderoso órgano investigador y, por lo mismo, debe ser independiente de poderes públicos. Es inválido ser juez y parte, como la historia que cuenta Herodoto sobre el Rey Cambises, que mandó arrancarle la piel al juez prevaricador.

Ser juez y parte es una contradicción de funciones, lo que por desgracia vemos con frecuencia en nuestro martirizado país, donde muchos jueces ni siquiera disimulan sus parcialidades.

Una CICIES manejada por un gobierno es un contrasentido, por mejores intenciones que se tengan, más recordando la advertencia de que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.

La democracia, repitiendo lo que es, o tendría que ser evidente, se basa en la respondabilidad de los gobernantes, en los pesos y contrapesos institucionales, en la transparencia de los actos y procederes de los funcionarios.

No tiene sentido que un ministro sea el encargado de vigilar su propio comportamiento, extender su mismo finiquito, asegurar ante el país y el mundo que manejó las cosas con la mayor honestidad del mundo, darse a sí mismo palmaditas en el hombro por tan impecable trayectoria.

Si tal cosa no tiene sentido, pues equivale a que una organización audite sus propios manejos contables, menos lo tendrá cuando se trata de toda una administración, de todo un gobierno.

Lo que se necesita es un órgano investigador que apoye la institucionalidad

Se necesita urgentemente una CICIES independiente, de apoyo a la institucionalidad, no solo para vigilar lo que el actual y futuros gobiernos hacen y harán, cuanto para investigar lo que las previas dos cleptocracias rojas perpetraron, pues ni puede taparse el sol con un dedo, menos va a encubrirse el saqueo de los efemelenistas al estar en su paso por el poder.

Como dicen algunos, “a mí que me registren”; “quien no las debe no las teme” aun considerando que se enfrenta una fuerza política, el efemelenismo, que además de las atrocidades y la destrucción de la guerra, brillaron como difamadores, calumniadores, maledicentes.

Los efectivos CICIES son casi como la luz del sol: matan chinches y talepates, aniquilan bacterias, ahuyentan vampiros, espantan fantasmas.

No se ordena nada en la oscuridad. Para ello se necesita luz y transparencia.