El presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), José Luis Caballero, lanzó desde Washington una “alerta especial” por lo que consideró una escalada represiva contra personas y organizaciones críticas al régimen salvadoreño.
El jurista expresó a El Diario de Hoy que la situación de El Salvador en materia de garantías fundamentales “requiere una atención particular”, sobre todo ante la captura y cuestionado encausamiento del abogado constitucionalista Enrique Anaya y de su colega en lucha anticorrupción, Ruth López.
“Estamos viendo con mucha preocupación la incidencia para acotar a las organizaciones de defensa de los derechos humanos con medidas legislativas y con abierta persecución”, dijo el titular del organismo en la antesala de un informe especial que está previsto se presente este viernes.
Un juzgado de Paz ordenó este martes que Anaya, columnista de El Diario de Hoy y quien ha denunciado abiertamente los abusos del régimen y reclamó duramente por la captura de su colega, siga en prisión provisional mientras se le procesa formalmente.
Como a otros detenidos en similares circunstancias, entre ellos Ruth López, se le acusa de un presunto lavado de dinero, pero al mismo tiempo se ha ordenado que se oculten los detalles del proceso que, para especialistas del Derecho, parece buscar afectarlos a toda costa, incluso para no permitirles salir bajo fianza o arresto domiciliario. El abogado de Anaya lo definió así: “contra viento y marea”, porque no se atendieron los argumentos de la defensa y es el mismo rumbo seguido contra otro abogado, un pastor evangélico, tres transportistas —uno más murió bajo custodia penitenciaria— y otras personas marcadas por el régimen.
“No obstante todas las justificaciones que como defensa y el esfuerzo que hicimos para esta etapa… lamentablemente no pudimos lograrlo, entonces Enrique va a mantenerse detenido», explicó el defensor Jaime Quintanilla tras la audiencia inicial con un juez —dos semanas después de la captura, el 7 de junio— que duró tres horas.
La Corte Suprema accedió a abrir un procedimiento de “habeas corpus” para Anaya para determinar si es legal o no la detención y el proceso, tras reconocer preliminarmente «la vulneración de los derechos a la salud y la defensa».
La Corte también ordenó un proceso de “habeas corpus” o “exhibición de la persona y su caso”, pero “omite pronunciarse sobre la violación al debido proceso, no reconoce la detención arbitraria y avala la aplicación de los plazos del régimen de excepción a delitos comunes, vulnerando con ello derechos que la Constitución garantiza a todas las personas sin distinción”, denunció la organización humanitaria Cristosal, para la que trabaja López en la investigación de la corrupción gubernamental.
El mensaje es que el régimen no quiere críticas ni cuestionamientos
Varias organizaciones humanitarias han denunciado que estas capturas realmente buscan acallar las voces críticas contra bukelismo y enviar un mensaje a la población de que lo mismo le puede suceder al que lo cuestione.
La semana anterior, una encuesta de la Universidad Centroamericana estableció que seis de cada diez salvadoreños temen criticar al régimen, pues puede acarrearles «consecuencias negativas», como ser detenido.
El mismo gobierno ha reconocido que, con el son de perseguir a las pandillas, mandó a la cárcel a ocho mil personas que nada tenían que ver. Más de 400 de ellas murieron bajo custodia penitenciaria, según la organización Socorro Jurídico Humanitario.
El 6 de junio, la CIDH, un organismo autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), manifestó su preocupación por las «detenciones recientes (en El Salvador) contra personas defensoras de derechos humanos».
El Salvador vive un momento difícil con un régimen al que ya no le importa que lo cataloguen como una “dictadura” ni caer en los extremos de censura y represión de Nicaragua y Venezuela, pues encarcelar y negar derechos básicos a más de 250 venezolanos y ofrecer al país como un “gulag” le quitó la máscara de “modelo de seguridad y democracia” que pretendía mostrar al mundo.