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Columna Transversal: El lento pero imparable ahogamiento de la economía familiar

Cuando uno en la familia pierde el trabajo, se incorpora al ejército de trabajadores informales, vendedores ambulantes y otros que deambulan por las calles buscando llevar algo de dinero a la casa.

Por Paolo Luers
Periodista

La pobreza, para muchos, es como una enfermedad que avanza lenta pero de manera imparable. Es una acumulación silenciosa de cosas que golpean la economía familiar. Con la capacidad y experiencia de una existencia de sobrevivencia que tienen los salvadoreños, saben aguantar los golpes: buscan soluciones, aunque nunca son sostenibles; trabajan un poco más; comen un poco menos; no hacen caso a enfermedades; mandan a alguien más al Norte para trabajar y mandar remesa para completar el presupuesto familiar.

La realidad

Cuando se disparan los precios de la carne, se come sin carne. Cuando se dispara el precio del pan, se come más tortilla. Cuando se dispara el precio de la verdura, siempre quedan los frijoles.

Cuando se dispara toda la canasta básica, se come un tiempo menos. Siempre se aguanta. 

Cuando uno en la familia pierde el trabajo, se incorpora al ejército de trabajadores informales, vendedores ambulantes y otros que deambulan por las calles buscando llevar algo de dinero a la casa. Cuando el CAM lo corre del centro, busca vender en otra parte donde se vende menos. Cuando el CAM lo corre de todos lados y le decomisa la mercancía, piden al familiar en el Norte trabajar un poco más o gastar un poco menos para poder mandar unos dólares más de remesa. Entre todos, apretando el cincho, se arreglan. El ancestral arte salvadoreño del rebusque. 

Si todo esto no alcanza para sobrevivir, quedan pocas opciones: los niños dejan la escuela y los mandan a trabajar en lo que sea o alguien de la familia se mete en actividades delictivas o en prostitución. Pero la mayoría de las familias se niegan a caer en esto y simplemente aprietan más el cincho. Mejor el hambre que la indignidad...

¿Qué pasa si en esta situación alguien más en la casa es despedido, o si uno de los hijos mayores que ha aportado al presupuesto familiar cae en una redada del régimen de excepción; o si el familiar que manda remesas se ve obligado de mandar menos, o si ya no se atreve a ir a su lugar de trabajo, porque ahí lo espera la migra – o si es detenido? Todos estos estos peligros son reales en estos tiempos que Trump hace la guerra a los inmigrantes. En tiempo que Bukele mantiene el país en situaciones que no favorecen la inversión, la creación de empleos y el crecimiento económico – y tampoco tiene programas sociales que evitan que la gente caiga de la pobreza común en el hoyo de la pobreza extrema. 

Teoría y práctica

El aguante y el rebusque tienen un límite. Describiendo la pobreza así, exactamente cómo afecta cotidianamente a las familias, uno se da cuenta que no es un asunto teórico, sino uno práctico. La teoría de la ciencia económica dice que en una fase larga de inseguridad, sea por guerra o por la violencia de una creciente delincuencia, el capital retiene las inversiones. Dice que al terminar esta fase de inseguridad que ahuyentaba al capital, viene un boom de inversión y el país se levanta. 

Así pasó en los años 90 al terminar la guerra. Hubo un boom de inversión para reconstruir el país. Pero ahora, por más que han prometido que con el gran esfuerzo de erradicar a las pandillas y convertir El Salvador en “el país más seguro del mundo” llega ‘el bono de la paz’, con abundante inversión, nuevas empresas, nuevos oportunidades de trabajo, salarios más altos. Pero nada de esto se está dando. Porque la situación es muy diferente: El 1992 marcó no sólo el fin de la guerra sino también el fin de gobiernos autoritarios. La gente, incluido los empresarios, confiaron en la nueva democracia.  

Hoy es diferente. Terminó la violencia, pero también la democracia. El boom de inversión no puede darse, mientras en el país no exista seguridad jurídica para nadie. El capital es cobarde. Teme un ambiente donde el gobierno improvisa, donde hay cambio de reglas y donde abunda la corrupción. La seguridad jurídica, tanto para las empresas como para los ciudadanos, requiere de mucho más que seguridad en las calles, más que ausencia de violencia. Requiere de un estado de derecho, de una justicia independiente. Requiere de la total ausencia de amenazas, sanciones arbitrarias y extorsiones gubernamentales contra los empresarios, como es la regla hoy. Requiere del acceso igual de todos las empresas a las licitaciones y permisos del Estado, independiente de sobornos, libre de chantajes, sino basados en criterios objetivos.

Como esto no existe, la economía nacional no tiene capacidad de compensar la crisis de las economías familiares. Significa más pobreza – y para las familias más sacrificios. 

Nueva York: Affordability - asequibilidad

En Estados Unidos, donde el tema del alto costo de la vida ha sido el centro de la campaña electoral de Trump y una de la razones de su regreso al poder, las promesas de solución fueron abandonadas una vez que el señor llegó a la Casa Blanca. Quedó abandonado este tema que sigue afectando a amplios sectores de la sociedad. Hasta que un joven político con origen migrante irrumpió en la política y ganó la primaria del partido demócrata para la carrera por la alcaldía de Nueva York. ¿Y cuál fue el tema central de su campaña que lo catapultó de la nada al centro del debate político del país entero? El hecho que la mayoría de los neoyorquinos ya no pueden pagar los altos costos de vida en esta ciudad, los precios de comida, de vivienda y de transporte. Una palabra nueva domina el debate: ‘affordability’, asequibilidad. Detrás de esta palabra rara que parece teórica se esconde la realidad práctica de familias que ya no logran una sobrevivencia digna en su ciudad. En Estados Unidos o en El Salvador. 

El joven candidato a alcalde Zohran Mamdani tiene una frase que usó durante toda campaña: “Nueva York es la ciudad más bella, más diversa, más dinámica del  mudo. Pero qué sirve todo esto cuando la gente normal ya no puede darse el lujo de vivir en ella.” 

¿Quién le va a contradecir? Este énfasis en el alto costo de la vida será el centro del tiempo post Trump. Y debería serlo en El Salvador. La lucha no es solamente contra la destrucción de la democracia, es también contra la conversión en un país donde los pobres ya no caben y tienen que emigrar. Y en tiempos de Trump, ¿emigrar a dónde? Esta válvula de escape está cerrada, y no volverá a abrirse. La presión social generada por el alto costo de la vida y la decadencia de la economía ya no tiene escape. La presión aumentará paulatinamente. El modelo Bukele no será capaz de bajar esta presión, a menos que sea con represión masiva y descarada como en Nicaragua o Rusia. 

¿Dónde está nuestro Zohran Mamdani? 

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Economía Economía Familiar Especiales EDH Opinión Pobreza

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