Durante 5 días, Francia atendió al Presidente Lula da Silva y su delegación, en el marco de una visita de Estado, el más alto rango de atención a nivel bilateral. Pone en relieve la fuerza de una relación de años y la voluntad de Brasil como un potencia latinoamericana con enfoques globales, tanto como un interlocutor privilegiado para la mediación en conflictos que impactan las relaciones internacionales.
Lo estamos olvidando demasiado, pero Francia es un país de América Latina: a través de la Guyana francesa, su primera frontera con un país extranjero siendo la que la une a Brasil: 730 kilómetros vuelven comunes temas que van desde la preservación de la Amazonía, migraciones de poblaciones, lucha contra el tráfico ilegal de oro, vecindario en materia de transporte… Los temas no faltan. Recordémonos de la presencia de las Antillas francesas que ofrecen a este país, que no solo es europeo, una presencia en el espacio latinoamericano y del Caribe. Con sus departamentos, regiones y territorios de alta mar, Francia cuenta con la segunda superficie marítima en el mundo: 21 millones de kilómetros cuadrados que le permiten estar presentes en todos los océanos del mundo. Razón por la cual se desarrollará del 9 al 13 de junio la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los océanos, en la cual participarán 100 países y Jefes de Estados del continente y será copatrocinada por los gobiernos de Francia y Costa Rica. Asimismo se realizará la COP30 en Belém, Brasil, en noviembre próximo.
La visita del presidente Lula da Silva cuenta con tres dimensiones: bilateral, regional e internacional. Las estrategias para aparecer como una nueva potencia global, no faltan, con razones Pero las realidades no deben tampoco ser ocultadas. Las relaciones entre Francia y Brasil son fuertes: si Brasil tiene 2 mil millones de dólares de inversión en Francia, este país cuenta con su nivel más alto de inversiones directas en el extranjero, en Brasil: 40 mil millones. Además, 520,000 empleos de brasileños dependen de las filiales de las empresas francesas establecidas en el gigante de 8.5 millones de kilómetros cuadrados. Todos los sectores están representados, desde la gran distribución hasta las infraestructuras (Alstom) de transporte, de la energía (EDF) a los minerales, de la defensa (Naval Group, Thales, Safran, Dassault) hasta los cosméticos (L’Oreal).
Temas con repercusiones regionales surgen desde que se firmó en 2005 una asociación estratégica entre ambos países: el programa ProSub lleva sobre la construcción de 4 submarinos “Scorpène” a propulsión convencional para proteger el Amazonia azul; es decir, el espacio marítimo que procuran los 8,500 km de costas. El 95% de las exportaciones sale por esta vía, y 95% de la producción de petróleo proviene de esta. Es decir de ahí la importancia de su seguridad que será reforzada en los 15 años que vienen por un submarino, el “Alvaro Alberto”, a propulsión nuclear, haciendo de Brasil una potencia militar consolidada en la región. Ambos países hacen parte de la asociación de los Estados de la Amazonía: con Suriname, Guyana, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay. Brasil y Francia tienen una visión pro-activa para parar con la deforestación (en Brasil, 10,000 km2 en 2023).
Presidiendo el Mercosur para los 6 próximos meses, la COP30 en Belém y los BRICS (grupo que reúne a Brasil, Rusia, India, China, África del Sur, y desde enero pasado a Irán, los Emiratos unidos, Egipto, Etiopía, Indonesia), la agenda internacional de Lula está llena. Quisiera ser un facilitador en numerosos temas de tensiones incluso de conflicto: sobre Ucrania y Rusia, el voto en las resoluciones en el Consejo de Seguridad y la asamblea general, pero está en contra de sanciones a Rusia, país del cual depende para los fertilizantes indispensables para su industria agro-alimentaria. Ha sido muy crítico en contra de Volodymyr Zelensky pero Francia quiere demostrar el interés en ser más equilibrado sobre un conflicto que perturba el comercio internacional.
Sobre el tema sensible de Gaza, condenó los atentados del 7 de Octubre de 2023. Pero hoy en día denuncia la respuesta de Israel en Gaza. Sin duda, la conferencia organizada por Francia y Arabia Saudita en unos días podría ofrecerle un espacio para avanzar con la búsqueda de una mediación. Sobre el clima, Brasil siempre ha sido, salvo durante la presidencia de Jair Bolsonaro, muy activo, demostrándolo en la próxima conferencia mundial de la COP30 que tendrá lugar en Belém.
Ahora bien, el tercer mandato del presidente Lula da Silva es también el del regreso a las realidades: las guerras y tensiones alimentaron una guerra comercial que pone a Brasil y a Lula frente a unas contradicciones: la tentación de “un Sur Global” del exsindicalista, denunciando el marco del sistema internacional que surgió de la Segunda Guerra Mundial, se enfrenta a la necesidad de buscar rutas comerciales complementarias a la de China, su primer socio. Europa es una de ellas, a pesar de la oposición de Francia en aceptar tal como ha sido firmado por la Unión Europea el tratado de libre comercio con el Mercosur. Considera que pone en riesgo sectores de su agricultura, estando todavía Brasil lejos de los estándares exigidos a los propios agricultores franceses y europeos.
La atracción china en América Latina que sin duda irá reforzándose en los próximos años, gracias a la mega implantación del puerto peruano de Chancay, puede captar nuevas rutas comerciales dedicadas hoy en día hacia la fachada atlántica. Qué pasará con la construcción de nuevas infraestructuras a través de la región amazónica para llegar hacia el Pacifico, pudiendo responder a una demanda que corresponde al potente sector agroalimentario brasileño, unos de los principales productores mundiales de soja, de carne, de miel, azúcar… Importando bienes y productos terminados, la voluntad de una nueva industrialización y construcción de un sector de nuevas tecnologías e inteligencia artificial, permitiría a Brasil consolidar una posición de líder en América Latina, novena potencia económica mundial según el FMI. Por lo tanto los desafíos sociales no faltan: después de la crisis de la Covid que impactó con fuerza este gran país, acabar con el tema del hambre, encerrando todavía 30 millones de personas (sobre 215 millones), que recuerda fracturas sociales que solo el desarrollo sostenible y duradero podría resolver. Si en el frente interno, Lula debe medir sus acciones, teniendo a un parlamento fragmentado, asume la voluntad de jugar un papel global sobre el escenario internacional: de Moscú el 9 de mayo pasado, a Japón, de Tegucigalpa para la CELAC, a París actualmente.