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La durabilidad de las ilusiones

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Por Manuel Hinds
Máster Economía Northwestern

Hace un año, el 12 de noviembre de 2021, el bitcoin alcanzó el precio más alto de su historia, $64,400. Desde entonces, su precio ha bajado consistentemente, con sólo una pequeña subida alrededor de abril de 2022, hasta caer a cerca de $20,000 en junio, un nivel que mantuvo hasta el 5 de noviembre, cuando bajó a $16,000 para mantenerse allí en los últimos días.


Hay muchos que todavía esperan que el bitcoin recupere sus valores máximos como resultado de las altas tasas de inflación del dólar, que, según ellos, harán ver las grandes ventajas de la moneda “sólida” que ellos creen que es el bitcoin. Ellos todavía piensan que el bitcoin es una defensa contra la inflación porque creen que la inflación del bitcoin es menor que la del dólar. La gente que dice esto no sabe hacer el cálculo más elemental de la economía monetaria: estimar la tasa de inflación de una moneda partiendo de su precio en términos de otra. Esto lo haremos en un minuto en este párrafo. Piense usted que hace un año exacto usted pensó en comprar un carro de $64,400. Si lo compraba en dólares, pagaría esta cantidad. Si lo compraba en bitcoins, usted pagaría un bitcoin. Ahora usted regresa al concesionario y chequea el precio del carro. En dólares es 10% más caro, lo que le da $70,840 pero en bitcoins es de 4.42. Es decir, mientras que la inflación en dólares fue de 10%, en bitcoins fue de 342%, o sea 332% más que en dólares. Para que la inflación en dólares fuera la misma que en bitcoins el precio actual del carro tendría que ser de $284,648. Si usted cree que los bitcoins lo defienden de la inflación, usted está, para decirlo diplomáticamente, fuera de la realidad o sufre de incompetencia aritmética.

Usted podría aceptar que el bitcoin es altamente incompetente como defensor contra la inflación pero alegar que, como ya subió una vez hasta $64,400 sería lógico que lo pudiera hacer otra vez. Eso de lógico no tiene nada porque subió a estas alturas como consecuencia de la conjunción de ciertas tendencias que no se volverán a presentar en muchas décadas—los bancos centrales emitiendo dinero como locos, las tasas de interés increíblemente bajas (hasta negativas), con los bancos comerciales persiguiendo a los potenciales clientes para prestarles dinero a esas tasas bajas, mercados especulativos en los que cualquier activo se vendía, y la euforia que captura a estos mercados en estas circunstancias.


Ahora los bancos centrales han revertido sus políticas precisamente porque su excesiva creación de dinero ha resultado en inflación, no del 342% sino del 10%, y para eliminarla tienen que bajar la cantidad de dinero en circulación y aumentar las tasas de interés, con lo que los precios de las acciones, de los bonos, y de otros activos, están bajando, en un mundo en el que ya no hay dinero para botar en comprar bitcoins y otras cosas que no sirven para nada. Es un mundo muy distinto, porque hace un año la gente todavía se tragaba que los que promovían y vendían bitcoins eran idealistas que jamás, nunca, nunca, harían cosas como las que hacían los bancos centrales (emitir dinero sin respaldo de reservas internacionales, por ejemplo) y menos cosas que los bancos centrales no hacen (como escaparse robándole billones de dólares a sus clientes, o quebrar quedándose con el dinero de ellos), y ahora, en sólo un año, han descubierto que muchos de sus admirados idealistas eran ladrones o ilusos ignorantes.

En los últimos días, la famosa plataforma FTX declaró que tiene un hoyo financiero de $8,000 millones y que no ha aguantado retiros de $650 millones en criptos. Ya no admite retiros. Está prácticamente quebrada. Binance, otra plataforma, que la iba a comprar, se echó para atrás dado que FTX está bajo investigación de agencias norteamericanas. Peor aún, el bitcoin ha caído a un precio al que los “mineros” (que son los que realizan las transacciones de bitcoins a cambio de un pago en bitcoins), pueden quebrar. El costo de la electricidad que pagan es más alto que el precio de los bitcoins con que les pagan. Si eso se mantiene, nadie podría sacar sus bitcoins del sistema o pagar nada con ellos. Su precio caería a cero.


La gente ha ido comprendiendo que el bitcoin es algo que se compra con dólares (si es que a uno le gusta perder dinero), no algo que compite con el dólar. Esto lo comprendieron muy rápidamente los que operan en los mercados en El Salvador, y por eso nunca lo adoptaron como moneda a pesar de que el gobierno trató de forzarlos a que lo hicieran. El gobierno, sin embargo, metió cientos de millones de dólares de los impuestos en el oscuro negocio del bitcoin y sigue insistiendo que es buen negocio. ¡Qué triste manera de perder tanto dinero de los salvadoreños!

Máster en Economía
Northwestern University

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