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Carta a los fanáticos del fútbol: Cuidado con las pasiones que les brotan

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Por Paolo Luers
Periodista

Estimados amigos:

Yo los entiendo: El fútbol puede ser apasionante. A mí el mundial de Qatar no me inspiró mucho, pero en otras ocasiones he gritado, brincado y bailado los goles, igual que ustedes.

La cosa se vuelve crítica cuando la pasión futbolera despierta -y revela-  pasiones nacionalistas e incluso racistas. No es inusual, sólo vean los desmadres en muchos estadios que arman los ‘hooligans’, las hinchas violentas europeas. Muchas veces sus pasiones se dirigen no tanto contra los jugadores del equipo opuesto, sino más bien a los jugadores de otro color de piel que ellos. A veces incluso cuando juegan en su propio equipo... Pregunten al ex seleccionado alemán Jerome Boateng o al belga Romelu Lukaku, delantero del Inter de Milán, entre muchos otros futbolistas...

Pocos minutos ante de que iniciara la final de Qatar entre Argentina y Francia, me salió en Facebook un comentario: “Ganamos o gana África. Francia no juega.” Lo escribió un amigo, no sólo uno de los miles en Facebook, sino alguien que conozco bien, estimo mucho, un cristiano practicante de convicciones y acciones progresistas. Me impactó. No podía creer que el amor por el fútbol y el equipo de su adoración lo haya llevado a decir semejante barbaridad. Porque lo que escribió el amigo, tal vez pensando que sólo se trata de una broma sin importancia, revela que la pasión por el deporte le activó sentimientos racistas. Los comparte no sólo con muchos fanáticos del fútbol, sino con todo la derecha francesa, que ha dicho que no se siente representada por ‘los africanos’ que juegan por su país.

Los supuestos ‘africanos’ que juegan en el equipo de Francia son franceses, hijos de migrantes, educados en Francia, expuestos al racismo existente en Francia y a la miseria en los suburbios de las ciudades francesas. Son tan franceses como cualquier francés blanco. Mi amigo, que escribió esta barbaridad, sabe esto. Conoce bien los problemas de los migrantes, el rechazo racista que despiertan en los países destinos. Pero no ve como franceses a los hijos de africanos que migraron de las ex colonias francesas a la mère patrie, la gloriosa madre patria.

Según esta lógica, los millones de ciudadanos de Estados Unidos descendientes de los países de América Latina, África y Asia no son ‘verdaderos’ ciudadanos, sino siguen siendo africanos, chinos, mexicanos  y salvadoreños – intrusos. Con esta lógica estará plenamente de acuerdo Marine Le Pen, la dirigente de la ultraderecha francesa, que dijo que siente como insulto que ‘estos africanos’ pretendan representar la bandera francesa – y seguramente también Donald Trump. ¿Pero cómo es posible que cuando se trata de apoyar a su equipo de fútbol, ciudadanos comunes que nunca expresan racismo, se pongan de lado de la señora Le Pen?

No me vengan con la paja de que estoy cayendo en los abismos de la ‘cultura de cancelación’, esta corriente torcida que vigila que nadie se salga de lo ‘políticamente correcto’, que algunos progresistas han definido. No soy de estos intolerantes y puristas. No estoy tratando de callar a nadie. Pero tampoco me voy a callar yo, cuando veo que las pasiones del fútbol se deslizan a pasiones nacionalistas y terminan en pasiones racistas. Sólo digo: Cuidado con esas pasiones, que son contrarias a la idea de que el deporte une a los pueblos y crea hermandad. Se acuerdan que esta es la noble idea que todavía se evoca detrás de lo que hoy son los millonarios negocios del fútbol – como se manifiesta en el hecho que una monarquía, que nada en petrodólares, pudo comprar no solamente al PSG Paris con todo y Messi, sino al campeonato mundial de fútbol.

No tengo problemas con el hecho que todo el mundo ahora se declare argentino y que Messi sea elevado a santo a la par de Maradona. “A cada uno le gusta lo que le guste”, como hace años dijo una sobrina, creando una frase emblemática de toda la familia. Para mi expresa lo más valioso de nuestra cultura: la tolerancia. Cuidémosla.

Saludos... Paolo Luers 

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