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Carta sobre la megalomanía de nuestro presi

“Nikita Krushev golpeó la mesa con un zapato. Yaser Arafat se presentó con una rama de olivo y una pistola. Hugo Chávez dijo que el estrado olía a azufre. El presidente salvadoreño Nayib Bukele inició su discurso tomándose una selfie”. LA Times, 2019

Por Paolo Luers
Periodista

En su primera aparición ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en 2019, Bukele se burló de esta organización mundial, la llamó obsoleta, dijo que si no se adapta a los nuevos tiempos, puede correr “la misma suerte que Kodak, Blockbuster y otros dinosaurios”.

En entonces, el mundo todavía no lo conocía y no tenía noción que se iba a convertir en dictador. Así que la comunidad internacional le perdonó la bayuncada, así como se perdona a un niño mal educado, con tal que sea “cute”. ¡Qué cool y qué cute este joven presidente!, fue la reacción de la prensa internacional.

A pesar de haber diagnosticado como obsoleta la ONU, Bukele fue cada año para dar su discurso en la Asamblea General. Siempre en un tono apocalíptico, sermoneando al mundo sobre su decadencia. Cada año, hubo menos aplausos. El hombre ya aburría con sus intentos de presentarse ante el mundo como filósofo.

Esta vez, la sexta que fue a la ONU, fue el colmo. Otra vez el apocalipsis: “No podemos prevenir los tiempos oscuros que se avecinan pero lo que sí podemos hacer es convertirnos en un pequeño refugió ante la tormenta que se aproxima y mantener la esperanza”.

Por suerte, nuestro presi es historiador, es el sabio que supo leer la historia y sus desastres: “No entendimos ese aviso (la pandemia) y nos estamos dirigiendo hacia otra crisis, una quizás mucho más grande, como lo fue la Segunda Guerra Mundial, arriesgando mucho más de lo que creemos posible perder. Estamos en un mundo cada vez más acelerado, más desunido, más ansioso, más pesimista e individualista, un mundo en donde casi nadie sabe a dónde vamos o al menos a donde quisiéramos ir, resolviendo problemas momentáneamente, saltando de crisis en crisis, hasta que lleguemos a una que no podamos resolver”.

Escuchando esto (no en la Asamblea, cuyo auditorio estaba vacío, sino luego en la prensa y en unos videos), el mundo ya no lo ve como el niño mal educado del 2019 haciendo payasadas, sino se pregunta: ¿Qué diablos se cree este caudillo en uniforme de fantasía, que ha convertido su república bananera (más bien cafetalera) en su finca? Este tipo nos dice que estamos en decadencia, en una crisis que no sabemos resolver. El único que lo sabe es él – y presenta a su país como ‘refugio ante la tormenta’. 

Una vez que agarró impulso, nuestro presi ya no se contiene: "Mientras El Salvador se volvió más seguro, el mundo se volvió más inseguro. Mientras el pueblo salvadoreño se volvió más optimista, la mayoría de la gente en el mundo moderno se vuelve cada vez más pesimista (...) Tal vez sea demasiado tarde para evitar los tiempos oscuros que enfrenta nuestro mundo hoy, pero no es demasiado tarde para construir un arca para enfrentar la tormenta".

Y el arca es: El Salvador - bajo el mando del capitán Nayib. Apocalipsis. ‘Der Untergang des Abendlandes’, la caída de Occidente, anunciada por Oswald Spengler, el filósofo alemán favorito de Adolf Hitler – y ahora en palabras del ‘philospher king’ de Nuevo Cuscatlán. Combinado con otro truco filosófico, esta vez prestado del cristianismo: la promesa de la tierra prometida. Léanlo: “En El Salvador no encarcelamos a nuestra oposición, no censuramos opiniones, no confiscamos bienes de quienes piensan diferente, no arrestamos a las personas por expresar sus ideas.”

Muy atrevido que esto lo diga, ante las cámaras del mundo, el hombre que ordenó encarcelar a adversarios políticos y críticos; el hombre que dejó morir en cautiverio a Alejandro Muyshondt, su asesor de seguridad e inteligencia, luego de que comenzara a denunciar la corrupción en su gobierno; el hombre que, para asustar y callar a los empresarios de su país, confiscó todos los bienes de Alfredo Cristiani – y para que se entienda, las de su hermano, sus hijos y hasta sus nietos. El hombre que tenía preso por dos años al periodista comunitario Víctor Barahona...

Nuestro historiador, filósofo y teólogo sabe que su punto oscuro es el régimen de excepción, vigente desde hace 30 meses, con sus 80 mil detenidos, 75% de ellos encarcelados por dos años sin juicio. Entonces, va a la ofensiva preventiva: “En El Salvador, priorizamos la seguridad de nuestros ciudadanos honestos por encima de la comodidad de los criminales (..) Algunos dicen que hemos encarcelado a muchos, pero la realidad es que hemos liberado a millones. Ahora son los buenos los que viven libres, sin miedo, con sus libertades y derechos humanos totalmente respetados".

Pero el mundo civilizado, por mucho que según Bukele esté en crisis y decadencia, sabe que si no hay seguridad para todos, no existe para nadie; sabe que si no hay justicia para todos, no existe para nadie. Nuestro presi renunció a estos principios universales – y todavía piensa que el mundo lo va a aceptar como gurú y adoptar su modelo de seguridad sin democracia y de justicia selectiva.

El mundo está comenzando a reírse de él, y este es el comienzo del fin de los megalómanos.

Saludos,

Paolo Lüers

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