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Carta sobre cómo se llega del concepto “circo y pan” a “show y hambre”

Circo sin pan ya es una decepción, una perversión del viejo lema ‘Panem et circenses”. Pero espectáculo con hambre es una política inhumana, ofensiva y humillante. Sólo en un país que se siente feliz ser gobernado por una agencia de publicidad especializada en espectáculos, la gente acepta esta fórmula de ‘Espectáculo y hambre’.

Por Paolo Luers
Periodista

En la vida no he visto, ni siquiera en televisión, un concurso de belleza. Pero sé que hay muchos en el país que les gustaría, una vez en la vida, presenciar el concurso Miss Universo. Solo que hay pocos que pueden pagar las entradas, que van entre $200 y $2,000.


Así que les tocan, como casi siempre en la vida, las migajas, no el pastel. Pueden pararse detrás de un cerco y ver cómo una docena de muchachas, no vestidas para la ocasión de una visita a la campiña, tratan de no ensuciar sus zapatos de gala. Pueden ir, como lo hemos visto en varios videos, a la Plaza Libertad para bailar con una miss –y tomarse el derecho de acosarlas. Esto atenta contra la dignidad de las invitadas.


En un país donde ni siquiera pasa un circo profesional, que realmente te hace reír y asombrarte, esto tal vez ya sea algo. El presidente Bukele lo sabe y, por tanto, ha decidido invertir en espectáculos de todo tipo: las grandes fiestas de Bitcoin en Surfcity; los juegos Panamericanos, con una inversión de $130 millones en construcciones, sin hablar de lo que pagamos al DJ Marshmello para amenizar la inauguración; y ahora, el concurso Miss Universo.


Para la edición 2023 de este concurso ya había sido seleccionada la República Dominicana. Pero cuando se dio a conocer que el gobierno tendría que pagar 10 millones de dólares a la dueña de la empresa Miss Universo solo para el derecho de ser anfitrión, los dominicanos dijeron: “No, gracias”. Este fue el momento para Nayib Bukele a hacer su apuesta. No sabemos cuánto de nuestro dinero apostó para conseguir el concurso, porque como todas las finanzas públicas, este cifra es información reservada.


Así que ahora tenemos circo. Ya los emperadores romanos sabían que dar a la gente ‘panem et circenses - pan y circo’ les daba popularidad - y en la era de los populistas este es lo que sustituye el programa de gobierno y de inversión social.


Los gobernantes más cultos aplican esta política de ‘Pan y Circo’ con grandes inversiones en cultura, fomentan el teatro, la danza, la ópera, los festivales de cine, las ferias de libro – y para lo del pan decretan que la compra de víveres sea exenta del IVA y además invierten en modernizar la agricultura para garantizar la seguridad alimenticia.


Los gobernantes mediocres, en cambio, botan millones en fuegos artificiales, conciertos patanes de reggae en carnavales, iluminación de edificios del patrimonio cultural como si fueran discotecas, shows de DJs - y concursos de belleza, cuyos programas colaterales en las playas y plazas son de pésimo gusto, mal planificados y hasta humillantes para las muchachas y para el público. ¿Y el pan? Nada. La gran tradición de pan y circo se ha reducido a puro espectáculo, que ni siquiera llega al valor cultural de un buen circo, que realmente entretiene a la gente y hace feliz a los niños.


Circo sin pan ya es una decepción, una perversión del viejo lema ‘Panem et circenses”. Pero espectáculo con hambre es una política inhumana, ofensiva y humillante. Sólo en un país que se siente feliz ser gobernado por una agencia de publicidad especializada en espectáculos, la gente acepta esta fórmula de ‘Espectáculo y hambre’.

Saludos…

Paolo Lüers

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