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Carta al Papa Francisco: Revise sus preferencias ideológicas

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Por Paolo Luers
Periodista

Su Santidad:

Cuando al obispo Rolando Álvarez la policía nicaragüense le impidió celebrar misa en su Catedral en Matagalpa, usted no levantó su voz exigiendo a Daniel Ortega que respete la libertad de culto. Su obispo hizo lo correcto: Celebró la misa en la calle, aunque esto fue interpretado por la policía como ‘desorden público y desestabilización’.

Durante los 15 días que monseñor Rolando Álvarez estuvo encerrado en su residencia, junto con 10 de sus religiosos, usted no levantó su voz para decir a Daniel Ortega: “Dejen en paz a mi obispo y a mis curas.”

Cuando al fin de los 15 días de asedio policial la policía entró por la fuerza a la residencia del obispo y capturó a él y los padres que lo acompañaban, usted tampoco levantó su voz exigiendo a Daniel Ortega la libertad de los religiosos.

Lo que dijo, mediante su cuenta en Twitter, fue una gran decepción para los nicaragüenses: “Sigo con preocupación y dolor la situación de Nicaragua. Quisiera expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, se puedan seguir encontrando las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”.

Esto no es levantar la voz, su Santidad. Esto es no tomar posición, cuando el régimen de Ortega ya ha tomado acciones represivas contra su Iglesia. Levantar la voz es el único poder real que tiene usted como Papa, y es un poder grande. Dice la leyenda que Stalin, cuando le informaron sobre una crítica del Papa a la Unión Soviética, preguntó: “¿Y cuántas divisiones militares tiene el Papa?” Pero tanto Stalin como sus sucesores subestimaron el poder moral y político que adquiere la voz de un Papa, siempre cuando la levanta de manera inequívoca. Recuérdese de la revolución democrática y católica en Polonia que hizo colapsar el control soviético.

Su antecesor Pio II pasó años observando los crímenes de la dictadura nazi en Alemania sin alzar su voz, tratando de conservar el poder y las propiedades de la Iglesia Católica mediante el diálogo con Hitler. Cuando al fin levantó la voz, ya era tarde y el Holocausto ya estaba en marcha.

En la situación que vive Nicaragua, apelar al “diálogo abierto y sincero para seguir encontrando las bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, o es cínico, o es cobarde, o es una posición política de un Papa que sigue apoyando a Daniel Ortega, a pesar de la represión contra la Iglesia que usted dirige, y a pesar de la traición a todos los ideales sandinistas. No expresar ninguna posición y sólo llamar al diálogo es tomar posición en favor del poder que ejerce la dictadura de Ortega.

¿Acaso no sabe usted que en Nicaragua ya no hay nadie para dialogar con Ortega? Todos los que han buscado el diálogo para “encontrar las bases para una convivencia pacífica” han sido reprimidos y encarcelados: dirigentes opositores, personalidades de la sociedad civil y ahora el obispo Álvarez.

¿Está llamando al liderazgo opositor, que desde hace más de un año reside en la cárcel, a que dialogue con Daniel Ortega y sus esbirros? ¿En serio, esta es la posición oficial del Vaticano?

¿Está llamando a monseñor Álvarez a que ahora dialogue con sus carceleros, luego de que durante 15 días ha tratado de dialogar -e incluso de rezar- con los policías que asediaron su residencia y su catedral sólo para que al final le detuvieran?

Reflexione, su Santidad. Revise sus preferencias ideológicas y dónde se encuentran en choque con la realidad y con los Derechos Humanos. Levante su voz contra las injusticias, sea donde sea que se realicen.

Saludos, Paolo Luers

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