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Inversión Extranjera en periodo de Bukele se desplomó a sólo un 44 % de la de Sánchez Cerén

Expertos señalan a la inseguridad jurídica y a la falta de políticas públicas más allá de la apuesta por el Bitcoin como los factores principales de la caída en la Inversión Extranjera Directa (IED). La disminución en la criminalidad no compensa la desconfianza generada por la actual administración.

Por Moisés Alvarado | Ene 03, 2024- 07:18

En 2022 el país cerró con una Inversión Extranjera Directa en números negativos. Foto: EDH / Archivo

Si bien en El Salvador, las cifras oficiales relacionadas con la criminalidad se han desplomado en la administración del ahora presidente en licencia Nayib Bukele respecto a la de su predecesor, Salvador Sánchez Cerén, lo esperable es que muchos más inversores vean con buenos ojos traer su dinero para invertir en el país.

Pero es innegable, según datos del Banco Central de Reserva (BCR), que la Inversión Extranjera Directa (IED) en El Salvador también se ha desplomado: en los casi 5 años de gobierno de Nayib Bukele, esta cifra ha sido de menos de la mitad que en el periodo presidencial anterior, concretamente, sólo un 44%.

Si se revisa el flujo neto de IED en los primeros 17 trimestres de la administración Bukele (de julio-septiembre de 2019 a julio-septiembre de 2023, el último dato disponible) y se le compara con los últimos 17 trimestres de Salvador Sánchez Cerén, es posible comprobar que la Inversión Extranjera Directa pasó de $2,825.66 en el periodo del efemelenista a solo $1,247.28 en la actual gestión.

La lógica indica que, a mayor seguridad, más inversión tendrá un país, pero eso no se está cumpliendo en El Salvador. ¿Cuáles han sido las causas?

Para el economista Rafael Lemus, una de las más sencillas de señalar es el 2020, el año de la pandemia de Covid 19, en la que se cerró la economía nacional. Y más tiempo que en otros países centroamericanos.

Sin embargo, esta explicación aloja una paradoja: en 2020, el balance de los cuatro trimestres fue de $293.44 millones, con una economía que tuvo que ser congelada para evitar más contagios. Pero la IED de 2022 fue todavía menor, pues se registraron cifras negativas, de -99.1 millones de dólares. Es decir, que ciudadanos y empresas salvadoreñas invirtieron en el extranjero casi $100 millones más que lo que trajeron desde sus países inversores internacionales.

“A partir del 1 de mayo de 2021, se desmontó la institucionalidad en El Salvador”, dice Lemus, haciendo referencia a la toma de posesión de la mayoría de Nuevas Ideas en la Asamblea Legislativa. Ese mismo día, los diputados destituyeron de sus cargos a los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y al Fiscal General de la República.

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“Cuando un empresario extranjero ve eso dice: ´aquí han destituido jueces, han quitado al fiscal. ¿Qué me garantiza que no me puedan quitar mis propiedades, que no me vayan a iniciar procesos penales injustos?’. Por eso es que deciden no invertir en este país, porque aquí no se respeta la Constitución ni las leyes”, comenta Lemus.

La causa que más afecta el clima de negocios en El Salvador es, por tanto, la inseguridad jurídica, que se consolidó con la toma de Nayib Bukele de los tres poderes del Estado, a través de su dócil Asamblea Legislativa.

Que se diga que desde el 1 de mayo de 2021 el clima de inversiones en El Salvador se desplomó está respaldado en las cifras oficiales. Según los datos del Banco Central de Reserva, la IED en los dos primeros trimestres de ese año fue de $413.89 millones, un monto saludable. Sin embargo, la tendencia se revirtió en los últimos seis meses de ese año, cuando la IED fue negativa, de -$99.42 millones. Y el primer trimestre de 2022 fue catastrófico, cuando se llegó a -$226.32 millones.

“La seguridad va más allá de la seguridad física. Incluso cuando había una guerra se seguía registrando inversión. Es la seguridad jurídica la que el inversionista valora más. La desconfianza en que no habrá un ente que pueda ser neutral para dirimir conflictos entre empresa y Gobierno espanta cualquier inversión”, dice, por su parte, el economista Luis Membreño.

Los otros factores

Sin embargo, este no es el único factor para tener estos números tan desalentadores, según Otto Rodríguez, quien fue vicepresidente del Banco Central de Reserva (BCR) entre junio de 2019 y abril de 2021. Otro elemento importante es el del diseño de políticas económicas con credibilidad y consistencia.

En El Salvador, dice, todas las reformas están conduciendo a atraer a un único tipo de inversor, que es el relacionado con las criptomonedas, especialmente el Bitcoin. Y, para Luis Membreño, este no es, precisamente, una clase de inversionista que pueda hacer crecer una economía.

“La apuesta por los bitcoiners no ha generado lo que el Gobierno esperaba. Es lógico. Ellos no invierten en producción. Son personas acostumbradas a esperar un rendimiento especulativo de sus inversiones. Y a tener alta rentabilidad en un periodo corto de tiempo. Y El Salvador no es capaz de dárselo”, dice Membreño.

Para Otto Rodríguez, hay otro conjunto de factores que generan desconfianza, que están relacionados con un gobierno al que no le alcanza el dinero. Por ejemplo, ha aumentado el gasto público en casi un 50 % respecto a su predecesor cuando la economía ha crecido solo un 30 %. Eso obliga a esta administración a endeudarse aceleradamente. El Salvador también ha disminuido sus reservas internacionales. De allí que las evaluaciones realizadas por el Fondo Monetario Internacional no sean las más promisorias.

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“Todo eso genera ruido… La carta de presentación de un país ante los inversionistas extranjeros es la información del FMI, de las agencias calificadoras. Y todo indica que El Salvador es un mercado riesgoso”, dice Rodríguez.

El Salvador, por otro lado, es un país que crece solo en base a remesas, a los salvadoreños que se van. Y no es uno que invierta en obras productivas, más allá del turismo y el entretenimiento, coinciden los economistas. Los empresarios, por tanto, no ven claro en qué podrían invertir dentro de nuestras fronteras.

“Vemos países que, a pesar de que tienen crisis políticas, siguen creciendo en su economía, como Perú o Guatemala. Eso es porque su economía funciona bien. En El Salvador, las dos cosas están distorsionadas, la política y la economía. Y el mayor problema son las perspectivas. Esto no se vislumbra que termine en el corto plazo, con una reelección en ciernes”, afirma Otto Rodríguez.

El Salvador es el país que menos IED atrae en la región, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y está muy lejos de sus vecinos. Sobre todo, de Costa Rica, que es el país más exitosos en Centroamérica en este rubro.

Si se hace una comparativa de ambos países en el periodo de 2019 a 2022, es posible observar que la IED del país tico ( $12,088 millones) fue de casi 11 veces más que la de El Salvador ( $1,115 millones).

En 2023, Costa Rica fue el país en el mundo con mayor Inversión Extranjera Directa como porcentaje de su PIB, pues alcanzó el 12.7 %, seguido de Macedonia del Norte, con 11.9 %, y Emiratos Árabes Unidos, con el 11.1 %.

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