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Ministerio de Hacienda

El Salvador es el que más impuestos recauda con respecto a su PIB en C.A.

La recaudación fue del 20.5% en 2024, mucho más que el promedio de sus vecinos. Su deuda también es la más alta, pero su economía registró el menor crecimiento en la región.

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Por Moisés Alvarado
Publicado el 22 de mayo de 2025


El Salvador es el país de Centroamérica que más impuestos recaudó con relación a su Producto Interno Bruto (PIB) en 2024, con un 20.5%. Por lo tanto, el Gobierno salvadoreño es el que más recursos obtiene de parte de la población para su funcionamiento en la región.

Eso es lo que El Diario de Hoy pudo comparar al revisar datos del Banco Central de Reserva (BCR) salvadoreño y de las instituciones que llevan esas estadísticas en el resto de naciones centroamericanas. Según las cifras de recaudación, el segundo lugar lo ocupa Nicaragua, con el 20.1% (ver gráfico).

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A esta relación entre la recaudación de impuestos de un Estado y el tamaño de la economía de un país se le conoce como carga tributaria, presión tributaria o presión fiscal.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), El Salvador fue el segundo con la mayor carga tributaria de la región en 2023, solo detrás de Nicaragua.

Eso significa que el Gobierno salvadoreño ha contado con más recursos, a través de tributos, para su funcionamiento que el resto de sus vecinos. Sin embargo, también ha tenido que recurrir a más deuda, como se puede ver en los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para el cierre de 2024, la deuda pública de El Salvador representaba el 84.44% de su PIB, muy por encima que los otros países que no cruzan el umbral del 65%.

Por tanto, la administración de Nayib Bukele ha utilizado más recursos que las naciones colindantes tanto de tributos como de deuda.

Para el economista Otto Rodríguez, esto se traduce en que ha habido una mayor ineficiencia en el gasto, pues ese exceso de dinero no se ha utilizado, en su mayoría, en una infraestructura que pueda ayudar a hacer crecer la economía nacional. Por ejemplo, en la construcción de carreteras o de redes de energía eléctrica que permitan bajar los costos de la producción y mejorar el comercio.

"¿Hay obras? Sí, tenemos el bypass de San Miguel, lo que se hizo en el Claudia Lars, pero no es nada relevante, que haga un cambio sustantivo. Tampoco ha habido mejoras en los servicios de salud o de educación. Por el contrario, se ha empezado a ir en reversa en medio de este ajuste fiscal asumido por el Gobierno como exigencia del FMI", explica el economista Rafael Lemus.

Los recursos han ido, más bien, a gasto corriente: salarios y servicios de la misma administración pública.

Por eso, El Salvador es el país que menos creció en 2024 en Centroamérica, con el 2.6%. A excepción de Panamá (2.9%), todos los demás lo hicieron en cifras superiores al 3%, liderados por Costa Rica.

Rodríguez destaca como un caso de éxito el de Guatemala, que en 2024 creció el 3.7%. Eso con una recaudación respecto al PIB de 11.8% (poco más de la mitad que la de El Salvador) y con un endeudamiento de apenas el 27.59%, un tercio que la de nuestro país.

"Lo han hecho con una menor carga tributaria... En Guatemala, además, es mucho más sencillo realizar negocios", dice y explica que en El Salvador una empresa constructora debe gastar hasta dos años en tramitar permisos; o una de tecnología, hasta seis meses. En Guatemala, un negocio puede empezar a andar en apenas un mes, dice.

Un efecto natural

Teo Sepúlveda, economista de South Texas College, explica que este bajo crecimiento que contrasta con altos ingresos estatales es un fenómeno natural. Cuando un Estado crece más de lo debido, deja de complementar a la actividad privada y se convierte en un competidor.

"Un Estado demasiado grande le empieza a quitar recursos a la economía real. Estos Estados enormes comienzan a absorber recursos más para el día a día de las burocracias, papeleo que no le sirve a nadie, que para la producción", comenta.

"Probablemente El Salvador ya está en ese nivel, porque, a pesar del mayor gasto, es el que está creciendo menos en la región", añade.

Adicionalmente a este efecto, Sepúlveda ilustra que un mayor gasto público tiene un impacto en la inflación del país, lo que lo vuelve más caro y, por lo tanto, menos apetecible para invertir. El Salvador también fue el país que menos inversión extranjera directa atrajo en 2024.

El gasto del Gobierno de Nayib Bukele se ha expandido a una velocidad mayor que el de la recaudación, según sostiene Lemus. El primero es ahora un 3.5% más grande que en 2019, cuando Bukele asumió por primera vez la presidencia. La segunda solo creció un 2.9% .

La carga tributaria de El Salvador es, por lo general, mayor a la de sus vecinos, pues ha oscilado en niveles parecidos desde hace una década, como se puede ver en la gráfica. La de 2021 fue la más alta, con el 24.7%. La más baja, con el 18.2%, fue la de 2022.

Recaudación de impuestos y préstamos sin impacto

Para Lemus y Rodríguez, los impuestos tienen sentido cuando retornan en mejores servicios para aquellos que los pagan. El segundo comenta que el de El Salvador puede ser catalogado como un sistema tributario regresivo, es decir, en el que pagan un porcentaje más grande de sus ingresos aquellos que menos tienen.

Explica que eso es porque uno de los grandes recaudadores es el Impuesto al Valor Agregado (IVA), en el que se paga un 13% de todo lo que se compra.

"Si en un país las que más pagan impuestos son las clases medias y bajas, pero lo ven retornado en mejores servicios públicos, no hay problema, pues salen ganando. El problema es cuando esto no sucede... en El Salvador, estos recursos no se han usado para sentar las bases de una mejor economía", opina Lemus.

Lo mismo ocurre con el endeudamiento, que durante el Gobierno de Bukele ha presentado un ritmo de crecimiento de $72 por segundo, es decir $13,250 millones desde el 1 de junio de 2019 al 31 de marzo de 2025.

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