El saldo de la deuda pública total de El Salvador ha aumentado en $13,250 millones desde el primer día en que Nayib Bukele ocupó la silla presidencial hasta el 31 de marzo de 2025, última fecha para la que el Banco Central de Reserva (BCR) ha publicado datos, es decir 2,128 días.
Sin embargo, una cifra tan grande como esta puede ser complejo dimensionarla. Para tener un ejemplo más concreto de cuánto significarían esos $13,250 millones, se hizo una división de ese monto entre los cinco años del primer período presidencial y los 303 días del segundo mandato, contados hasta la fecha del que se tiene dato oficial de la deuda.
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¿Cuánto se ha endeudado el país cada día, cada hora, cada segundo desde que Nayib Bukele es presidente? El Diario de Hoy realizó este ejercicio y encontró que la deuda pública de El Salvador creció a un ritmo de $72 por segundo durante 2,128 días continuos.
Tal aceleración no se condice con el histórico de un país como El Salvador. Los tres gobiernos precedentes para los que hay datos completos, contrataron deuda a un ritmo mucho más moderado (ver gráfico).
Bukele supera en un 243% a su más cercano competidor en este ranking: Mauricio Funes, en cuyo mandato la deuda pública aumentó a un ritmo de $30 por segundo. Entre mayo de 2009 y mayo de 2014, el alza fue de $4,663.92 millones.

El incremento de la deuda total en el Gobierno de Bukele, de $13,250 millones, representa un 69% del saldo hasta mayo de 2019. Además se puede concluir que el 41% de la deuda pública de El Salvador le corresponde exclusivamente a la administración de Nayib Bukele.
Por otro lado, la deuda de pensiones alcanzó en marzo de 2025 los $10,697.11 millones, equivalentes a un tercio de la deuda pública total. Como lo publicó El Diario de Hoy, al menos en los primeros 18 meses posteriores a la reforma de diciembre de 2022, el gobierno tomó $8 de cada $10 de las cotizaciones de los trabajadores.
Esta deuda es casi tan alta como el aumento de la deuda externa, que tuvo un crecimiento acelerado en 2024.
Las claves del aumento
Para el economista Otto Rodríguez, exvicepresidente del BCR en los meses iniciales del primer periodo de Bukele, el incremento es desproporcionado, pues no es equivalente a la inflación promedio como la que hubo en la administración de Salvador Sánchez Cerén que le precedió, que fue de un 15% según sus cálculos.
El experto lo achaca a dos factores. El primero es la proliferación de medidas populistas que se financian, en su mayoría, con deuda. Como ejemplo está el bono de $30 entregado por la apertura de una cuenta en Chivo Wallet, que está pronta a desaparecer. O los paquetes alimenticios repartidos durante su campaña presidencial de 2024. O el pago de los recibos de agua y luz para cientos de miles de personas en enero de 2025.
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El segundo factor es una mayor ineficiencia en el gasto. Rodríguez ilustra su punto con las obras que se han hecho hasta cuatro veces en el Centro Histórico de San Salvador. O el Viaducto en Los Chorros, que recientemente provocó un cierre total en esa importante arteria hacia el occidente del país.
"Ahora hay niveles altos de subejecución. Muchos préstamos que ya se han aprobado (desde la Asamblea Legislativa) todavía no se han desembolsado. Si no fuera así, el saldo sería aún mayor", opina.

El economista Rafael Lemus matiza el rápido aumento con el hecho de que Bukele vivió un hecho extraordinario casi al inicio de su primer mandato: la pandemia de Covid 19, que requirió ingentes recursos adicionales.
En 2020, el saldo de la deuda creció $2,814.55 millones, una cifra entendible porque la economía del mundo se cerró y los gobiernos tuvieron que salir al rescate de sus ciudadanos.
Sin embargo, ese año no se registró el mayor crecimiento interanual de la deuda en la gestión de Bukele. Eso fue en 2023, cuando el alza fue de $4,246.02 millones. Ese año fue el primero en vigencia de la más reciente reforma de pensiones que le ha permitido al Gobierno tomar, sin límite y sin análisis de riesgo, recursos del fondo privado que guarda las cotizaciones de todos los trabajadores del sector formal.
"Hay que establecer bien cuánto de ese dinero corresponde al gasto extra de la pandemia. Andará por unos $1,500 o $2,000 millones adicionales", comenta Lemus.
Sin embargo, Lemus insiste en que la pandemia es un factor determinante. Por eso, sugiere un ejercicio: comparar los primeros 9 meses del segundo periodo de Bukele (en los que no ha tenido que enfrentar ninguna pandemia) con los primeros 9 meses de los mandatarios precedentes.
Entre el 1 de junio de 2024 y el 31 de marzo de 2025, la deuda total aumentó en $1,632.61 millones, lo cual triplica al aumento vivido en los primeros 9 meses de Funes ($489.03 millones) y duplica a los de Sánchez Cerén ($786.46 millones). Antonio Saca la aumentó sólo en $39.62 millones.
Esos $1,632.61 de los primeros 9 meses del segundo periodo presidencial de Bukele incluso superan a lo registrado en el mismo lapso de su primer quinquenio ($1,292.87 millones).
"Sin pandemia, sin un gran proyecto en puerta y, sobre todo, dentro de los preparativos de un programa de ajuste fiscal para lograr un acuerdo con el FMI, se sale de la órbita", comenta Lemus.
Para el economista, uno de los aspectos clave para que la deuda pública haya aumentado a un ritmo tan acelerado es la existencia de una Asamblea Legislativa completamente oficialista, que no ofrece ningún tipo de contrapeso. Algo con lo que no contaron en su totalidad los anteriores mandatarios.
Recuerda el caso de Funes, quien no tenía mayoría absoluta como la que Bukele tiene con Nuevas Ideas, aunque sí logró mayoría calificada gracias a la existencia de GANA, partido que surgió de la escisión de ARENA.
"En ese entonces, sin embargo, el Gobierno de Funes sí tenía que hacer un proceso de entrega de proyectos, de someterse a las comisiones. Siempre pasaba por un control político. Ahora, la Asamblea Legislativa es una tramitadora, que modifica el presupuesto como al Ejecutivo se le plazca. Su tarea principal es ser una maquila de préstamos", señala Lemus.
Los otros indicadores
Que un país se endeude no es, por sí mismo, un problema, cuando el aumento de los compromisos se traduce, por ejemplo, en una mejora sustancial de la infraestructura nacional o en las condiciones de vida de la población, según comenta el economista Rodríguez. Es decir, el endeudamiento tiene sentido si es capaz de sacar de la pobreza a más personas.
¿Ha ocurrido eso en El Salvador? Los últimos datos oficiales de pobreza corresponden a 2023, a la sazón el año con el récord de aumento interanual de la deuda.
Al cierre de ese año, el porcentaje de la población en pobreza monetaria, es decir cuando una familia no puede adquirir dos canastas básicas, era del 27.2 %, el mayor desde que Bukele es presidente, según datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM); dicha encuesta ahora está a cargo de la Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC), adscrita al Banco Central de Reserva (BCR).
La población en pobreza monetaria en 2023 fue dos puntos porcentuales mayor que la del 2020, el año de la pandemia, cuando cientos de miles perdieron sus empleos y, por tanto, no obtuvieron ingresos. Curiosamente, en 2021, hubo un importante descenso en esta cifra al llegar al 24.6 %. El año con el menor porcentaje de población pobre fue 2019, según el limitado parámetro establecido por CEPAL, el año en el que Nayib Bukele tomó posesión, con el 22.8%.
Lo mismo ocurre con el registro de la pobreza extrema, cuando un hogar no es capaz de adquirir ni una sola canasta básica. En 2023, el porcentaje de personas en esta condición fue del 8.8 %, el mayor en la administración de Bukele y 0.2 puntos porcentuales más alto que el año de la pandemia.
"Sencillamente, es insostenible. No puede seguir creciendo la deuda a ese ritmo. El problema que agrava la situación es que no hay claridad para dónde va ese dinero", dice Rodríguez.
Otro escenario se presentaría si hubiera certeza de que el dinero ha ido a infraestructura, porque endeudamiento sería recuperable a través del crecimiento de la economía.
¿Qué ha sucedido? Al cierre de 2024, la economía se había expandido en un 31.56 % desde 2019, lo que contrasta con el aumento de la deuda pública también al final del año pasado, de más del doble de puntos porcentuales (67%).
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