Más de 200 años han pasado desde que, según la historia, se introdujo el cultivo de café en El Salvador. Desde entonces, el café salvadoreño ha experimentado alzas y bajas en su producción y exportación.
Mientras a mediados de los años 70, El Salvador se convirtió en el quinto productor mundial de café y el cuarto exportador con cosechas cercanas a los cinco millones de quintales; ahora se repone de una fuerte caída entre 2012 y 2014 producto de un ataque de roya que provocó una producción de apenas 700,000 quintales, la más baja en el último siglo.
Los últimos datos oficiales detallan que, al 31 de octubre 2018, El Salvador registró una producción de 905,110 quintales oro uva; había exportado unos 719,796 quintales del ciclo 2017/2018 por un valor total de más de $107 millones a un precio promedio de $149 por quintal.
Pero ¿Cómo el café llegó a convertirse en una actividad productiva?
Según reseña el Consejo Salvadoreño del Café (CSC),las primeras plantas de café fueron encontradas entre 1779 y 1796 en los terrenos de dos campesinos de Ahuachapán que sembraron una semilla que trajeron desde Jutiapa, Guatemala.
La historia recuerda que medio siglo después comenzaron a aplicarse medidas para favorecer la siembra de la planta. En 1846, por ejemplo, se decretó que todos los agricultores que se dedicaran al cultivo de café y tuvieran una parcela a más de 5,000 pies de altura sobre el nivel del mar, quedarían excentos por diez años de cargos concejiles; en tanto que los operarios que se ocuparan del trabajo en fincas también tendrían derecho a no realizar servicio militar por una década siempre y cuando se comprobara su dedicación al café.