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Tráfico en San Salvador: qué podés hacer desde tu día a día

Moverse en San Salvador es un desafío, pero con acciones conscientes de la ciudadanía es posible mejorar el tráfico y la calidad de vida urbana.

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Por Lissette Figueroa / Alejandro Jiménez
Publicado el 18 de agosto de 2025

 

TU RESUMEN

El tráfico en San Salvador no solo es un problema de infraestructura, sino también de hábitos ciudadanos. Especialistas coinciden en que pequeñas acciones pueden marcar la diferencia: caminar o usar bicicleta en distancias cortas, optar por transporte público y compartir vehículo. En el caso del carro o motocicleta, implica darle mantenimiento para evitar fallas, respetar señales, pasos peatonales, no bloquear vías ni invadir aceras, y asumir que es un privilegio que requiere responsabilidad. Transformar nuestra forma de movernos y relacionarnos con la ciudad es clave para construir un entorno más seguro, ágil y respetuoso para todos.

El tráfico en San Salvador no solo es una molestia: afecta tu tiempo, tu salud y tu seguridad. Hasta el 1 de julio de 2025, el parque vehicular de la ciudad rondaba los 640,927 carros y motos, según el Registro Público de Vehículos Automotores. A esa carga diaria se suman otras consecuencias como atropellos, estrés, contaminación y pérdida de productividad. 

Frente a ese panorama, una transformación estructural —por parte de la administración pública y entidades privadas— es indispensable. Pero diversos especialistas coinciden en que también es necesario un cambio desde la ciudadanía. Hay cosas que podés hacer, desde ya, para aportar a una mejor movilidad en la ciudad.

Trafico San Salvador
El tráfico es un problema que puede mejorar con acciones ciudadanas. Foto/ Archivo

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¿Qué puede hacer cada persona para mejorar el tráfico?

Ese cambio empieza por decisiones pequeñas, pero importantes. Por ejemplo, en trayectos cortos, optá por caminar en vez de ir en carro, y no olvidés usar los pasos peatonales o pasarelas y estar atento a los cambios de semáforos. Si usás carro o motocicleta, no invadás aceras al estacionarte, y en lo posible, compartí el vehículo con vecinos o compañeros de trabajo. 

Si tenés la opción, elegí transporte público en lugar de manejar todos los días; y si ya sos usuario, exigí que el transporte público cumpla con los estándares para ser eficiente. Todo suma.

También se trata de ser conscientes en cada elección: usar bicicleta en distancias cortas, procurar un mantenimiento periódico del vehículo para evitar el clásico “carro quedado” que genera congestionamiento vial; reportar a otros conductores cuando hay cierres de vías, accidentes o reparaciones, a través de aplicaciones digitales como Waze.

Aporta, además, el evitar la compra de automóviles defectuosos y también podés solicitar modalidades de teletrabajo, cuando la naturaleza del empleo lo permite, para ayudar a reducir la carga vehicular.

Revisión a vehículo
Revisar el vehículo para evitar desperfectos en la calle es una forma ciudadana de ayudar. Foto/Shutterstock

De  la misma manera, entender que el tráfico en zonas urbanas es inevitable ayuda a tener más empatía en las horas de mayor congestión, con menos frustración. A esto se le suma valor si mejorás la cultura vial, con acciones como ceder el paso a peatones, respetar el espacio público y mantenernos alerta para evitar situaciones de riesgo.

Ayudar a otros conductores en momentos clave o simplemente evitar bloqueos innecesarios también es parte del cambio. Y si lo que buscás es reducir tiempos, considerar el uso responsable de motocicletas puede ser una opción viable.

El ambientalista Andrés Espinoza, fundador de la iniciativa San Salvador, otra ciudad es posible, resume la corresponsabilidad de los capitalinos así: “La ciudad no es ladrillo, cemento y asfalto. La ciudad somos nosotros, los seres humanos que vivimos en ella”. Para él, cambiar el tráfico no se trata solo de construir más calles, sino de transformar la forma en que las personas se relacionan con su entorno.

Coincidiendo con la idea de que la ciudadanía debe asumir un papel activo para mejorar la forma en que nos movemos en la ciudad, Carlos Ferrufino, arquitecto y catedrático del Departamento de Organización del Espacio de la UCA, destaca que esta responsabilidad compartida es clave para enfrentar problemas como el tráfico. Para él, reconocer que la población puede tener un rol directo en esta situación permite dar protagonismo a quienes viven y se trasladan todos los días por calles, aceras y carreteras.

Desde su perspectiva, cualquier propuesta para cambiar esta realidad debe partir de una base clara: todas las personas, sin importar su condición, tienen derecho a moverse de manera libre y segura por la ciudad. Eso significa contar con los medios necesarios para desplazarse —ya sea en carro, bus, a pie o en bicicleta— y también con una infraestructura que lo permita de forma digna y segura.

Ese derecho no debería quedarse solo en palabras. Si realmente existe, entonces también tenés responsabilidad de exigir que las condiciones estén ahí y se mantengan bien.

Ciudadanos ocupando el paso peatonal.
Cumplir las normas de tránsito como peatones ayuda a disminuir el tráfico. Foto/ Shutterstock

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Movernos distinto también es pensar distinto

Por otra parte, un factor importante en el tema del tráfico es la manera en que elegimos movernos y cómo esa elección afecta al resto. El uso del vehículo privado sigue siendo la opción más común, y lo seguirá siendo por muchas razones prácticas y culturales. 

Para Carlos Grande, profesor titular del Departamento de Organización del Espacio en la UCA, parte del problema tiene que ver con una cultura vial que aún prioriza el vehículo motorizado por encima de otras formas de movilidad. Esa cultura, explica, no solo se refleja en el comportamiento al manejar o caminar, sino también en los privilegios que muchas veces se asumen como derechos. 

Elegir un medio de transporte sobre otro, estacionarse donde no se debe o bloquear una vía puede parecer un acto cotidiano, pero en realidad son decisiones que afectan a todos y que deberían pasar por una conciencia más clara de responsabilidad.

Parqueo de vehículos
Estacionarse solo en lugares autorizados y apropiados ayuda a descongestionar vías. Foto/Shutterstock

En esa misma línea, el arquitecto Ferrufino señala que moverse en vehículo privado no es un derecho garantizado, sino un privilegio, y como tal, tiene costos. Estacionarse adecuadamente, asumir que no siempre se podrá parar justo frente al destino y aceptar que eso implica caminar unos metros son parte de lo que debería ser una comprensión más madura del uso del espacio urbano. Para él, cambiar esta percepción también es un paso necesario para mejorar nuestra convivencia en las calles.

Al final, lo que proponen estos especialistas no es solo un cambio en cómo nos movemos, sino en cómo habitamos la ciudad. Y aunque no todas las personas tienen las mismas posibilidades, sí pueden compartir algo en común: la voluntad de contribuir a un entorno más seguro, funcional y humano.

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