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Lo que perdí por Julia: mujeres dicen que les quitó medios para subsistir

Tras el paso de la tormenta tropical Julia, en El Salvador han quedado al descubierto las necesidades que tienen las familias de las zonas más afectadas por las lluvias de la noche del pasado domingo 9 y lunes 10 de octubre.

Por Nohemí Ángel | Oct 12, 2022- 09:48

Rosa de Penado se dedicaba a la venta de pupusas. Actualmente, el único ingreso que percibe es el que consigue su pareja, que se dedica a la venta de verduras.

Un total de 15 familias se encuentran refugiadas en el albergue San Antonio, ubicado en el municipio de Panchimalco, San Salvador. A simple vista, la mayor parte de las personas albergadas son mujeres y niños en la primera infancia.

Los relatos de esas mujeres dan cuenta que las torrenciales aguas, de la tormenta Julia, arrasaron con algo más que solo las pertenencias de los damnificados. También se llevaron sus medios de supervivencia: ideales y proyectos para salir adelante.

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Claudia Ramírez, una de las mujeres afectadas, describe haber perdido todo. “Perdimos nuestras camas, cocinas, trastes, y ropa; prácticamente, casi todo perdimos”.

Como Claudia, muchas otras mujeres lamentan tener que enfrentar esta situación, pues aseguran que todo lo que perdieron representa años de esfuerzo y trabajo  en labores que generaban un ingreso adicional al de sus parejas y que podían desempeñar desde su hogar para también dedicarse al cuido de sus hijos.

Algunas coinciden en que no podrán recuperar lo perdido, debido a que en esa zona rural de Panchimalco, lo usual es que las mujeres dependan económicamente del ingreso de sus parejas y, en otros casos, las mujeres son madres solteras que se dedican a realizar las labores domésticas o trabajos informales.

Por ejemplo, Claudia se dedica a elaborar arreglos florales, junto a su cuñada, para el dos de noviembre, Día de los Difuntos; pero, según comentó, en esta ocasión le resultará complicado trabajar en ello, pues ambas perdieron todo y consideran que el panorama es incierto luego de la emergencia.

Recuperar las pertenencias de su hogar, implicará hacer una inversión que no permitirá comprar los implementos necesarios para la elaboración de los arreglos florales que le servirían como forma de trabajo y generación de ingresos en los próximos días.

Por otra parte, Rosa del Carmen de Penado, relata que el viento levantó el techo de su casa y, además, perdió su cama por la lluvia; y considera que será difícil recuperarlo todo, pues su esposo se dedica a la venta de verduras, algo que no genera demasiados recursos como para conseguirlo en el corto plazo. Ella trabaja en el cuido de sus hijos.

Rosa teme no recuperar sus cosas, pues el único trabajo al que ella se ha dedicado, anteriormente, es la pupusería y, por ahora, no tiene otra fuente de ingresos, más que la de su esposo.

Magdalena Hernández, una mujer de la tercera edad, habitante del cantón Mil Cumbres de Panchimalco, comentó que su familia está conformada por cuatro integrantes y, con seguridad, mencionó no poder recuperarse de las pérdidas ocasionadas por la tormenta.

“De la cocina se voló la lámina y la madera, y así como somos, que a veces no tenemos ni para la comida, ¿cómo vamos a tener para casa?”, se pregunta Magdalena.

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En su mayoría, las mujeres albergadas en el Complejo Educativo San Antonio, de Panchimalco, deducen que no será posible para ellas y sus parejas recuperar las pertenencias que el agua les quitó, pues dependen del comercio informal: sin garantías ni prestaciones de ley que los ampare.

De momento, describen, que dependen de donaciones de personas altruistas que se han acercado a ese albergue para suplir algunas de las necesidades básicas como: comida, vestuario y productos de higiene personal.

Las autoridades encargadas de ese centro únicamente han brindado, a los albergados, servicios de salud y seguridad. Desconocen si habrá algún otro tipo de ayuda por parte del gobierno pero aseguran que sí la necesitan.

Otra de las refugiadas es Marta Martínez, una mujer de 46 años, y madre de dos menores de edad. Marta, y sus hijos, lamentan haber perdido todo, pues el lodo ingresó a su hogar y dañó completamente sus bienes materiales.

“La casa está inhabitable por el momento y hemos perdido todas nuestras cosas. Las camas, la refrigeradora, la cocina. El lodo, todo me arruinó”, describió Marta.

Marta dice esto, de pie, junto al catre en donde también se encuentra la comida con la que alimenta a sus hijos. a su lado está “Nina”, un perico al que le han permitido que permanezca con ella y sus hijos. También, afuera, se encuentra atado “Paw Patrol”, el perro de la familia.

Marta rompe con los bajos ánimos que predominan en el albergue. Ella mantiene la esperanza de recuperar sus pertenencias, pues su esposo posee un empleo formal, mientras ella se dedica a las labores domésticas y al cuidado de sus hijos.

Solicitan ayuda

El panorama para los refugiados suele ser desalentador: madres solteras que perdieron todo; familias de escasos recursos y mujeres dedicadas al hogar.

Ellas hacen un llamado a la población para recibir ayuda que les permita garantizar la construcción de sus hogares, solicitan la donación de láminas, ropa y productos de cuidado personal para sobrellevar la situación.

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