“Llegué a considerar varias veces el suicidio”, relata un salvadoreño varado

Es la historia de un joven que permaneció fuera de El Salvador por las restricciones que durante siete meses impuso el Gobierno. Lamenta que no tuvo apoyo de la Cancillería

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Salvadoreños regresan al país luego de pasar varios meses varados en el extranjero, debido al cierre de las fronteras. Foto EDH / Archivo

Por Eugenia Velásquez

2020-11-15 9:00:15

El calvario que vivieron y aún siguen atravesando miles de compatriotas que después del cierre del Aeropuerto y las fronteras de El Salvador no pudieron regresar por la pandemia, está escrita en el relato que un joven brindó a los diputados de la comisión de la Asamblea que investiga el manejo que ha hecho el gobierno de la crisis sanitaria por el COVID-19.

El joven, cuya identidad no se revela porque así lo pidió a los diputados por su seguridad, permaneció durante siete meses varado en Barcelona, España, desde marzo que inició la cuarentena estricta en el país.

Con valentía el muchacho dijo que no puede permanecer callado ante las secuelas psicológicas que le provocó el aislamiento en un país con un clima y costumbres muy distintas al suyo, lejos del calor de su hogar, de su madre que padece de cáncer y de la cual, él es un sostén importante, de sus amigos, de su tierra natal y con la poca asistencia humanitaria de la Cancillería de El Salvador.

Su cuadro depresivo que ya había superado desde los 17 años regresó al verse solo y casi desamparado por el gobierno salvadoreño.

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“Los dos primeros meses me recordaron a los primeros días de mi depresión a los 17 años, era muy doloroso, no sé cómo describirlo, porque el estado depresivo hace que uno pierda el contacto con el mundo, es decir, llegué a considerar varias veces el suicidio de nuevo, eso era el impacto para mí, porque era una cosa superada, era pensar en eso, estoy aquí sin nadie”, manifestó el muchacho.

El suplicio inició desde marzo que llegó becado a Barcelona, España a hacer un curso de derechos humanos, el cual fue cancelado posteriormente, el impacto de la pandemia.

Su vuelo de regreso a El Salvador estaba programado para finales de marzo, pero la aerolínea le fue alargando las fechas, cada vez más lejos. Su primer mes estaba resuelto en cuanto a comida y hospedaje por la beca, pero el impacto fue cuando la aerolínea le informó que le darían un vuelo electrónico y que lo podía usar hasta el 31 de marzo de 2021.

Ante esta situación, buscó comunicarse con la Cancillería de El Salvador, al ver que habían publicado un formulario en su sitio web que debía llenar para reportarse, aunque ya lo había hecho en el consulado de Barcelona, pero no le respondieron hasta 10 días después, que le informaron que tenía que conseguir un nuevo número de España para poderse comunicar con él.

“Lo que pienso que hizo el gobierno con los varados es lo que hace con los migrantes, una vez saliendo del territorio ya no contamos. Este enojo que se siente, aquí se siente (en el cuerpo), la frustración y la impotencia”

Joven varado en España, .

Con poco dinero para comprar un nuevo número español y a sabiendas que su estadía se alargaría a más de un mes de como estaba previsto inicialmente, pidió al encargado del hospedaje que fuera el contacto entre la Cancillería y él.

“Este chico amablemente me dio su número y como a los 10 días después de haberme contactado por watsap llamaron solo para decir que era para cerciorarse que la información que yo había dado estaba correcta. Yo pregunté que, si tenían noticias de vuelos humanitarios, me dijeron que no”, recuerda con tristeza.

Afirma que le ofrecieron ayuda en recursos materiales o con hospedaje, pero les explicó que lo único que necesitaba era regresar a su país.

Mientras esperaba la respuesta de la Cancillería y a pesar de la distancia y las 8 horas de diferencia entre España y El Salvador ayudó moralmente a otra amiga que también sufrió un estado depresivo cuando el gobierno salvadoreño giró la indicación de salir únicamente por el número de DUI durante la cuarentena estricta.

“Entró en pánico e intentó suicidarse. Yo tuve que pasar dos semanas conteniéndola vía teléfono con ocho horas de diferencia de España para acá”, relata, pese a que su situación no era tan agradable.

El doctor Miguel Fortín Magaña en su participación en la comisión de la Asamblea Legislativa. Foto EDH / Archivo

“Parte de marzo y abril la pasé muy mal, hacía frío, es un clima diferente al acostumbrado, nos quedamos sin Internet en el apartamento por una semana, como estábamos confinados los técnicos se tardaron toda una semana en llegar”, expresó.

Luego vino toda la incertidumbre de su familia al no tener contacto con el joven, creyendo que se había contagiado de COVID y podría estar hospitalizado. En ese periodo se quedó más aislado, ya que, entre otros pupilos originarios de Madrid, uno de ellos había dado positivo al virus.

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Lo peor vino cuando sus compañeros con los que se apoyaban moralmente, una nicaragüense logró volver a su país y otra colombiana también. Con los 100 euros que recibía de la beca para su comida logró palear un poco los compromisos que tenía que pagar en El Salvador.

“Me organicé de esa manera, lo cierto es que también tengo a cargo a mi madre que tiene cáncer, ella depende su financiamiento de medicina por lo menos un 40% de mí, porque ella no tiene seguro”, relató a los diputados.

El hospedaje lo logró mantener gracias al respaldo que recibió de una organización de refugiados en España. Para lograrlo pasó un mes y medio pidiendo a la cancillería salvadoreña que le indicaran como podía obtener sus antecedentes penales.

Al ver la indiferencia de la Cancillería de El Salvador en resolver su retorno se unió a un grupo de watsap de personas varadas en las que conoció de más casos iguales o peores al de él.

“Un caso de una chica que su papá moría de insuficiencia renal que duró como mes y medio porque ella era la encargada de llevarlo a diálisis, ella escribía en el grupo. En Europa éramos como 400 personas, ella dijo que había intentado contactar a vuelos humanitarios, entiendo que fue uno, que ni siquiera fue organizado por el gobierno, alcanzaron a volver 200 personas”, cuenta el joven.

Sin embargo, su amiga no logró acceder al vuelo para estar con su papá y éste falleció, estando ella en Europa. “No concibo la manera tan indiferente en que se trató a un montón de personas”, reflexiona.

Vivir toda esa experiencia lejos de su patria son situaciones que “tengo en el cuerpo, que se me quedaron allí”, reveló el joven por lo que veía que gobiernos de otros países movilizaban vuelos humanitarios para recoger a sus compatriotas. Recuerda que su depresión la convirtió en “enojo e impotencia”.

“Lo que pienso que hizo el gobierno con los varados, es lo que hace con los migrantes, una vez saliendo del territorio ya no contamos”, lamentó

Cancillería no respondió para retornarlo en vuelo humanitario
Según el relato del joven que fue becado a España, escribió a Cancillería y llenó un formulario que publicaron en su página web pero solo le llamaron para corroborar su dirección del hospedaje en donde estaba, el domicilio de su casa en El Salvador.

Le pidieron que comprara un teléfono con número de España
Para poder contactarse con él, la Cancillería le solicitó que debía comprar un teléfono local español, pero sin dinero el muchacho tuvo que pedirle al administrador del hospedaje que fuera el intermediario entre la Cancillería y su persona. No le volvieron a llamar para ofrecerle ayuda.

Para poder tener la calidad de refugiado tuvo que pedir antecedentes penales
Lamenta que en el país se tardaron un mes y medio en poder resolver esa situación. Con ese documento el joven logró obtener calidad de refugiado para seguir su estadía en Barcelona de manera legal y con una ayuda simbólica para su alimentación y hospedaje gratuito.

Regresó a El Salvador 7 meses después 
Su estadía en España programada para un mes se volvieron siete meses interminables. El frío, la distancia con su familia y amigos lo hicieron decaer de nuevo en depresión, un mal que ya había superado a los 17 años. Pensó varias veces en suicidarse.