Entre colores, pinceles y la pasión por capturar los breves pero memorables momentos de la vida, a través de la fotografía, Iris Escobar Alfaro, una artista salvadoreña radicada en España, ha encontrado el escenario perfecto para desarrollar su emprendimiento y a la vez ha logrado sanar su interior, permitiéndole ayudar a otras personas a encontrar la paz y plenitud por medio de terapias integrativas.
Desde muy pequeña Iris tuvo su primer acercamiento con el mundo artístico. “Me acuerdo de pedir siempre para Navidad colores y pinturas, y luego andar para arriba y para abajo mis maletines con todas mis cositas. Sentía una profunda satisfacción de dibujar y pintar todo lo que veía”, relata.
Cuenta que la casa de los abuelos maternos fue un refugio donde se le permitió soñar. “Mi abuelo era fotógrafo y me enseñó la esencia y la magia que hay detrás de una cámara y ahora por eso soy fotógrafa”, dice.
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Sin embargo, no todos en su entorno pensaban que esta pasión iba a llegar a ser más que un pasatiempo y la alentaban a enfocarse en sus estudios; recuerda que le decían que el dibujo “no me iba a servir de nada en la vida”.
Pero dicho consejo aparentemente inofensivo terminó por causar otro efecto en Iris: “Fue un nudo dentro de mí, empecé a ver mis dones creativos sólo como un hobby, como algo externo de mí”.
Tras concretar sus estudios de diseño gráfico, una carrera relacionada al mundo creativo, pero sin serle fiel a su pasión y buscar únicamente tener una carrera que le diera rentabilidad económica, Iris tuvo la oportunidad de viajar en 2018 a Madrid, España, para estudiar una maestría, sin saber que su punto de catarsis estaba más cerca que nunca.
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Mientras se desarrollaba profesionalmente inició su primer negocio y arrastrando sus temores del pasado nació “Everywhere”, el cual considera que ha sido como un camaleón. Relata que tenía una serie de trabajos que realmente no cumplían sus expectativas y solo los veía como un ingreso monetario.
Poco tiempo después, Iris se enfrentó a la pérdida de su madre y cayó en depresión, cuestionándose lo que hacía y su razón para continuar. “Hubo un momento que sentí que solo tenía dos caminos: dejarme vencer y entregarme a la amargura, o pedir ayuda para vivir, para reconocerme de nuevo, y empecé un camino de vuelta a casa”, expresa.
En este punto de inflexión, Iris retomó su inspiración por el arte, pero ahora con el objetivo de crear un camino propio que le permitiera ayudar a otros.
“Quería agradecer a mi hermoso país por brindarme una vida maravillosa, llena de aprendizajes, familia, amigos y experiencias que siempre me las llevaré en el corazón”
iris Escobar, artista
“El arte me salvó y me regresó a la vida”, enfatiza, lo cual le permitió “conectar con esa niña que tanto amaba dibujar y pintar sin juicio solo por placer y amor a la vida”. Fue allí cuando se abrieron las puertas para un segundo emprendimiento, el cual ha marcado su vida: “Danshari Studio”, un espacio para ser fiel a sí misma, dice.
“Renací como el ave fénix”, expresa, pues la perspectiva de Danshari es completamente diferente ya que combina el arte y terapias integrativas como el reiki, registros akáshicos, poesía intuitiva, fotografía espontánea, es decir el arte como terapia.
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Aunque abrirse camino en España no ha sido una tarea fácil, menciona que encontrarse en un escenario más abierto le ha permitido desarrollarse profesionalmente y vivir una grata experiencia de vida.
Cuenta que de forma inmediata busca concentrarse en su nuevo proyecto: “Yo soy arte”, enfocado en la fotografía intuitiva acompañada de mentorías de emprendimientos para ayudar a otros a desarrollar sus sueños en proyectos reales.