Una caminata al aire libre terminó en tragedia para Paula Sánchez Castro, una mujer de 67 años, quien sufrió una fractura tras caerse de su propia altura mientras disfrutaba de una tarde cerca de su lugar de residencia.
El accidente ocurrió la tarde del martes 4 de marzo en el reparto Montelimar de Olocuilta. Debido a que no podía movilizarse, Paula alertó a uno de sus hijos, quien solicitó una ambulancia del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), ya que ella era afiliada a la prestación médica. Dos horas después, fue trasladada.
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La paciente fue trasladada a las instalaciones del hospital General, en San Salvador. Allí, después de una radiografía, el médico determinó que tenía una fractura de tibia y peroné no expuesta.
Según declaró Roberto Castro, hijo mayor de Paula, los médicos que la atendieron argumentaron que debían ponerle una platina. En este punto surge la primera interrogante para la familia: ¿por qué no se le enyesó sino que se le sometió a ese procedimiento quirúrgico?
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“Ya no se le podía poner yeso, desconozco por qué no; pero había que ponerle la platina y para eso pues tenían que hacer una cirugía porque había que abrir la pierna y por dentro poner la platina”, dice Castro.
El hijo de la paciente explica que pasaron tres días desde su ingreso esperando la cirugía porque había más personas esperando usar el quirófano antes que ella. A las 9:00 de la noche del jueves, Paula fue operada.

El viernes 6 de marzo al mediodía, Castro llegó a visitar a su madre, tras retornar de un viaje que tenía fuera del país. Para él, ese día fue el comienzo del caos porque al tocarla notó que tenía temperatura alta y ella le dijo que sentía escalofríos, dolor en la rodilla y pantorrilla. De inmediato, el hijo se lo comunicó al personal en turno, quien le suministró frente a él un "acetaminofén".
Según el relato de Castro, un médico le explicó que la temperatura era normal porque después de una cirugía se presenta este síntoma al igual que el dolor de la pantorrilla y de rodilla. Sin embargo, él no dejó de sentirse preocupado por la condición de su mamá y le expresó al doctor que eso era raro y que quizá había posibilidad de una infección; a lo que el galeno le respondió que se le realizaría un hemograma para determinar dichas sospechas.
Horas más tarde notó que la fiebre había bajado, lo que le hizo pensar que el proceso de recuperación iba bien, confiando en las palabras del médico que la asistía.
“Si no salía con infección, entonces le daban de alta al día siguiente (sábado), en esa misma visita yo vi la herida de mi mamá y no estaba infectada. Le pusieron unas gasas encima de la herida, yo lo vi todo esto, y luego le pusieron una venda que le cubrió toda la pantorrilla”, recuerda el hijo mayor de Paula.
Al día siguiente (sábado), el personal del ISSS informó que la paciente estaba lista para el alta. Castro añade que no supo los resultados del hemograma, pero supuso que el personal sabía lo que hacía.
Añade que ese día cuando estuvo cerca de su mamá sintió un mal olor a descomposición, pero no se podía ver la cirugía ya que toda la pierna estaba vendada desde el tobillo hasta la rodilla, sin embargo, en la parte de arriba se le alcanzaba a ver un color morado, algo que preocupó a los hijos de Paula.
De nuevo, Castro le comunicó al personal médico la situación, ante lo cual le respondieron que “eso era normal”, que por un posible sangrado y la coagulación emanaba el mal olor.
Esta situación les causó la duda si se trata de una negligencia médica o mala praxis del personal médico que atendió a Paula, ya que al darle el alta afirman que el doctor tuvo que haberse cerciorado si la herida estaba bien, pero eso nunca se hizo.
Cuando Paula recibió el alta, su familia se puso de acuerdo en su cuidado, por lo que una de sus hijas, especializada en el área de enfermería y que trabaja en el sistema público de salud, se hizo cargo. Una ambulancia trasladó a Paula al oriente del país.
Al llegar a la casa de su hija, ella le quitó la venda para examinarla; ahí se dio cuenta que la pierna estaba necrótica (con tejido muerto). La familia describe que tenía llagas grandes y con mal olor.
La hija, Lilian Zelaya, contactó al hospital público de Morazán, donde dispusieron de una ambulancia para trasladarla, sin embargo, le informan que debido al nivel de descomposición que llevaba su madre, en ese establecimiento de salud no tenían los antibióticos que se requerían, por lo que sería trasladada al hospital del Seguro Social en San Miguel. También le informaron que la infección le había invadido todo el organismo.
“A mi mamá me la entregan a las 2:00 de la tarde de alta, supuestamente sana; pero a las 7:00 de la noche entra al Hospital de San Francisco Gotera con la pierna con necesidad de la amputación completa. Nunca, en ningún momento el Seguro Social pudiera argumentar si se quiere defender de alguna manera, que mi mamá adquirió la infección afuera, porque en 5 horas entra a otro hospital con diagnóstico de amputación”, denuncia Roberto Castro.
En el hospital del Seguro Social en San Miguel les informan que no tenían una unidad de Cuidados Intensivos para atender a Paula ya que la infección le había invadido todos los órganos y además necesitaba la amputación.
A las 11:00 de la noche, del hospital del Seguro Social de San Miguel la refirieron para el mismo hospital donde le habían dado el alta. Llegó a eso de las 2:00 de la mañana del domingo y le realizan un examen, pero tras los resultados el personal médico explica a la familia que en la operación Paula podía fallecer.
“Entonces, yo tenía que firmar y les firmé la autorización para desarticular (amputación) a mi mamá. Ella sobrevivió a la operación. A todo esto le estoy hablando que ya era domingo 6:00 de la mañana más o menos. Sale de la operación y entra a Cuidados Intensivos”, narra Roberto Castro.
Paula falleció la noche del 10 de marzo, por “falla sistémica, lo que significa que todos los órganos le colapsaron”, expone con dolor el hijo.
El cuerpo fue entregado en la morgue del hospital por el personal de conserjería.
Cuestionamiento de la familia
Para la familia, el resultado del primer examen era determinante para dar el alta de la paciente. Por ello, consideran que simplemente tomaron la muestra de sangre y nunca hicieron el hemograma, o hicieron el hemograma y falló, dando un mal diagnóstico del estado de salud de Paula, o salió bien sin infección pero el doctor nunca lo leyó.
“No me quisieron dar el nombre del doctor y yo no me fijé desgraciadamente... o sea, no me han querido dar información de nada. Pedí el expediente y me dijeron que no se podía dar. Hasta ahorita también el seguro social está ocultando información”, explica Roberto.
Por eso, los familiares piden una investigación sobre este caso y que su voz sea escuchada para saber qué fue lo que pasó con su mamá.
“Yo he pedido al hospital que me dé todas esas explicaciones, me las han negado”, enfatiza Roberto
La familia pide saber qué ocurrió en el proceso para determinar si se trata de negligencia médica o mala praxis, que el personal de salud pida disculpas públicas a la memoria de la fallecida y un proceso de reforma de todos los protocolos de ese hospital, así como la destitución inmediata de todo el personal que estuvo involucrado en el caso.
Respuesta de la administración del hospital a los familiares
El hijo de Paula relató que un representante de la dirección del Hospital General del ISSS se contactó con él y le expresó que estaba al tanto de la situación de su mamá y se disculpó en nombre del hospital por las “molestias e incomodidades” que le habían causado. A lo que le refutó Roberto que era dolor y luto.
“Dijo que él estaba para ayudarme, para ver el caso de mi mamá y me tomaron declaración de cómo habían sucedido los hechos. Cuando yo le dije al abogado que estaba allí, que yo iba a ser mediático el caso, él me dijo que no lo hiciera; quiso persuadirme porque desde el punto de vista jurídico no era conveniente porque contamina el caso”, relata Castro.
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