Asesinos de la familia Pimentel condenados a 250 años de cárcel

Los tres pandilleros de la MS-13 pagarán 50 años de prisión por cada uno de los cinco homicidios, más otra pena de 12 y 15 años por organizaciones terroristas. La familia de una de las víctimas llegó a la audiencia a pedir justicia.

Por Jorge Beltrán Luna

2020-07-13 2:04:51

El juez especializado de Sentencia de Santa Ana, Carlos Linares Ascencio, recriminó a los pandilleros por haber tenido total desprecio hacia la creación de la vida humana, ya que sin pudor alguno cometieron cinco homicidios que no reflejan más que su degeneración como hombres.

Luego de su argumento, condenó a Ronald Isaías Aguilar Valencia, alias Chufle o Tramposo a 265 años de cárcel, 50 por cada una de las cinco personas que asesinó, más 15 años de prisión por organizaciones ilícitas. Mientras que a los pandilleros Leonidas Abel Cardona Ancheta, alias Diácono, y Víctor Manuel Lúe Arias, alias Renka, les impuso 250 años por los cinco asesinatos, más 12 años por pertenecer a la MS-13.

Los sujetos participaron en la masacre de los cinco familiares del expreparador físico del Sonsonate FC, Omar Pimentel, quienes desaparecieron el 16 de enero de 2019 cuando regresaban del estadio Ana Mercedes Campos y se dirigían a su natal Chalchuapa sobre la carretera de Los Naranjos. El 7 de febrero, los investigadores localizaron los cuerpos enterrados en la finca Los Trozos, gracias a la colaboración de un testigo de clave Mandrake, quien participó directamente en el masacre, así como en el rapto y violación a las mujeres.

Después que el forense criminalista Israel Ticas recuperó los cadáveres, Omar Pimentel los enterró junto a su demás familia en el cementerio de Chalchuapa ante decenas de personas y jugadores de fútbol. El múltiple crimen fue repudiado por toda la sociedad y por el gremio deportivo.

El juicio virtual estaba programado para dos días, sin embargo, Linares Ascencio lo terminó pasado el mediodía de ayer mismo. Para el juez, no hubo duda en la participación de los imputados y el grado de salvajismo con el que cometieron la masacre en contra de Rosa Ivette Colindres de Pimentel, su hijo Marcos A., Silvia Jaco de Colindres, suegra, además de Carlos Jaco y Tania Monterrosa.

El juzgador declaró que en la investigación se logró comprobar que Aguilar Valencia era el cabecilla que la MS-13 en el sector de Nahuizalco, específicamente en los cantones El Canelo, Los Naranjos, Sabana San Juan Arriba, Sabana San Juan Abajo, Los Arenales y otros lugares del municipio de Nahuizalco.

Este pandillero, según el juez, pertenecía a la clica (agrupación) Vatos Locos Salvatruchas (VLS) y fue quien decidió cometer en un principio un robo, sin embargo, en último momento decidieron matar a las víctimas y enterrarlas.

Los sujetos habían montado dos retenes en la carretera y cuando observaron que la familia de Pimentel viajaban solos, alertaron a los otros delincuentes y estos, le dispararon a las víctimas con un fusil a una llanta del vehículo blanco tipo sedán. En ese momento los interceptaron y los obligaron a caminar por la finca hasta asesinarlos.

“Se probaron las agravantes especiales que requiere ese delito. Ellos le segaron la vida a un joven, a tres mujeres y a un niño contra quienes ejercieron violencia física, psicológica y, en algunas de las víctimas, violencia sexual”, indicó el juzgador.

Según Linares Ascencio, los pandilleros cometieron la masacre de las cinco personas con lujo de barbarie, usaron objetos contundentes, armas blancas y un fusil calibre. 5.56. El móvil fue un robo, ya que necesitaban dinero y acordaron que pondrían un punto de asalto en El Castaño y varios kilómetros atrás sobre la carretera Santa Ana-Sonsonate.

Durante el juicio, la Fiscalía presentó el testimonio de Mandrake, el cual fue fundamental, pues narró con mucho detalle la planificación y la masacre, ya que participó en todos los hechos. Linares Ascencio indicó que también en la vista pública, la Fiscalía presentó información que se vació de los celulares de los imputados cuando fueron detenidos. En ellos estaban fotografías y otra información que los involucraba directamente a los imputados y los ubicaba en el lugar de la masacre.

Con una misa de cuerpo presente despidieron en febrero de 2019 a Rosa Ivette Colindres de Pimentel, de 40 años, esposa del preparador; su hijo Marcos A., de 12; su suegra Silvia Jaco de Colindres, de 63; y su cuñado Carlos Jaco, de 35. Foto EDH/ Mauricio Cáceres

También, hubo un informe de balística de un casquillo encontrado en el lugar, disparado con el mismo fusil que le decomisó la policía a los imputados durante su detención.

Testimonio y pruebas

“No hubo duda en la prueba, fue un crimen cruel, con lujo de barbarie. La declaración del testigo que también participó en la masacre fue detallada. También había prueba científica”, razonó el juzgador.

La justicia para los familiares de Omar Pimentel aún no termina, otros tres de pandilleros se encuentran procesados en un juzgado de Instrucción de ese mismo departamento. Melvin Osvaldo Sorto Callejas, Samuel Isaac López Guerrero y Edwin Rafael Hernández Catalán tiene orden de captura que se les impuso en la audiencia preliminar el Juzgado Especializado de Instrucción de Santa Ana. Otras dos personas habitantes de una finca donde ingresaron los sujetos, fueron procesadas, pero luego liberadas tras comprobarse su inocencia.

Tras el fallo, el Fiscal Raúl Melara, expresó su satisfacción por la condena. “Después de una rigurosa investigación y presentación de pruebas, hemos logrado que los asesinos de la familia Pimentel sean condenados a más de 260 años de cárcel”, dijo.

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