Huertos urbanos florecen en edificios grises de la colonia Zacamil
Un colectivo en la colonia Zacamil cultiva alimentos sin químicos y transforma espacios urbanos en huertos sostenibles: tomates, pepinos, papas y más de 55 especies para consumo de los mismos vecinos.
Por
Karla Rodas
Publicado el 16 de agosto de 2025
En la colonia Zacamil, San Salvador, el colectivo Micelio Suburbano ha transformado terrenos abandonados en huertos comunitarios agroecológicos, cultivando más de 55 especies sin químicos. Integrado por 14 personas, el grupo produce hortalizas, plantas medicinales y aromáticas con abonos naturales, mejorando la seguridad alimentaria y fomentando la convivencia. Han recuperado espacios usados como basureros, ahora convertidos en centros de siembra y aprendizaje. Además, enseñan a vecinos a cultivar en casa, fortaleciendo la economía local. Su labor incluye talleres y uso de plantas medicinales como la “planta de insulina”. Su lema: “Hay tierra bajo el cemento, quebralo y sembrá tus alimentos”.
En la colonia Zacamil, al norte de San Salvador Centro, un grupo de ciudadanos ha logrado lo impensable: convertir terrenos abandonados en huertos verdes, productivos y comunitarios. Bajo el nombre de Micelio Suburbano, este colectivo impulsa la agricultura urbana con un enfoque agroecológico, promoviendo una forma sostenible y accesible de producir alimentos en la ciudad.
Una iniciativa que busca darle otra imagen al espacio urbano y contribuir al autoabastecimiento de vegetales
La experiencia de este grupo no solo mejora la seguridad alimentaria local, también fortalece la convivencia vecinal y fomenta una nueva relación con la tierra, aun en contextos urbanos densamente construidos.
Micelio está conformado por 14 personas, quienes actualmente cultivan hortalizas, plantas aromáticas y hierbas medicinales sin utilizar químicos ni fertilizantes industriales. La base de su trabajo es el uso de abonos naturales elaborados por ellos mismos a partir de materiales orgánicos como cáscara de huevo, lombrices, ceniza y restos vegetales, lo que garantiza alimentos sanos y amigables con el entorno.
Uno de los fundadores del colectivo, Eduardo Barahona, asegura que “no es lo mismo cultivar en el campo, donde tenés todos los insumos, como compostaje, pesticida o repelente de insectos, que aquí en la ciudad, aquí tenemos que reinventarnos.”
De espacios olvidados a centros de vida comunitaria
Uno de los logros más notables de Micelio Suburbano ha sido la recuperación de áreas olvidadas y usadas como basureros en la Zacamil, y que ahora funcionan como espacios de siembra, aprendizaje y encuentro. Entre sus cultivos destacan más de 55 variedades, incluyendo lechugas, rábanos, tomates cherry amarillos, pepinos y la papa del aire, un cultivo nativo que ha renacido bajo el cemento.
"Las ciudades siempre son grises y están contaminadas, entonces ¿cómo generamos un espacio en el que sea verde?, es ahí donde hemos recuperado varios espacios, haciendo huertos en medio de los edificios grises, aunque en su primer momento fue difícil, porque las personas al ver a jóvenes y a adultos haciendo huertos artesanales y agroecológicos les pareció curioso y extraño, pero ahora ya tenemos una aceptación”
Fundador Eduardo Barahona
El proyecto en sus inicios promovió el intercambio de productos entre vecinos, sin embargo, ahora se dedican a enseñar a habitantes de la Zacamil a cultivar sus propias verduras y legumbres en sus casas, lo que fortalece la economía local y facilita el acceso a alimentos frescos.
Además, organizan talleres y actividades educativas que buscan involucrar a más personas, compartiendo conocimientos sobre agroecología y motivando a otros a iniciar sus propios proyectos.
“Enseñamos a hacer huertos y ahora las personas están haciendo sus propios huertos caseros”, añadió Barahona.

Un ejemplo cercano del impacto del colectivo es el caso de un vecino con diabetes, quien ha logrado controlar su salud gracias al uso de la planta medicinal “Cissus verticillata”, conocida también como "planta de insulina" o "bejuco ubí". Esta es una planta trepadora con propiedades medicinales ampliamente utilizadas en la medicina tradicional, y es cultivada en uno de los huertos. Esta experiencia refuerza el valor de las prácticas ancestrales y el poder de las soluciones comunitarias.
Silvia Pérez, también integrante del colectivo, explica que cada planta dentro del huerto tiene una función; no solo es para que el lugar se vea más bonito y agradable, sino que hay especies que sirven para alimentación e incluso para curar enfermedades y padecimientos.
Un modelo que inspira desde lo local
El lema del colectivo, “Hay tierra bajo el cemento, quebralo y sembrá tus alimentos”, resume su visión, la cual es transformar el entorno inmediato desde la acción colectiva. Aunque el camino no ha sido fácil, su perseverancia demuestra que otra ciudad es posible, una donde el alimento se cultiva a pasos de casa, donde los vínculos sociales se regeneran, y donde el respeto por la naturaleza comienza en lo cotidiano.

Y basándose en el respeto a la naturaleza, Silvia Peréz aconseja que “cuando vayamos a utilizar alguna parte de la planta, también es importante tenerle respeto a la planta, derivado de eso es el desinfectar todas las herramientas que utilicemos para cortar la parte que necesitamos, es como cuando un médico trata a un ser humano”.
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Micelio Suburbano es una prueba viva de que la agricultura urbana puede florecer en cualquier rincón, y que los ciudadanos organizados tienen el poder de reimaginar sus barrios y entornos. Su historia se convierte en un referente para quienes buscan alternativas sostenibles en entornos urbanos, aportando soluciones concretas y replicables.
Los integrantes de Micelio Suburbano dicen que caracterizan a su colectivo “como una red que contribuye a generar nuevas formas de cultivo y nuevos estilos de vivir”. Un ejemplo verde a seguir en medio de los grises metropolitanos de la capital del país.
