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El delfín nariz de botella ya no visita el Golfo de Fonseca

Biólogo marino que ha monitoreado la especie afirma que esto resto una alternativa turística en la zona, pero sobre todo significa un desbalance en el ecosistema

Por Susana Joma | Jun 04, 2022- 21:34

Foto EDH/ Archivo

Los delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) pasaron a ser historia en las aguas del Golfo de Fonseca, en la zona del departamento de La Unión. El biólogo marino, José Francisco Barraza, afirma que en la zona vivieron ejemplares de esta especie pero  después de 2015 o 2016 dejaron de verse.

El doctor Barraza, durante una entrevista con El Diario de Hoy, así como en un artículo publicado recientemente en la Revista Minerva, de la Universidad de El Salvador (UES), apunta que otrora se podían ver ejemplares en la bahía de La Unión, así como al sur de la bahía, cerca de las islas Conchagüita, Martín Pérez, Meanguera, Meanguerita.

“En el 2004 ahí andaban los delfines detrás de las lanchas; allá por 2011, 2013 empezamos a ver cadáveres de delfines que aparecían en el Golfo de Fonseca. (En este momento) no se le prestó mayor atención. Es una lástima”, expone Barraza.

El biólogo marino, quien lleva varios años haciendo seguimiento a la situación del delfín nariz de botella, entre otras especies, dijo que en 2014 fue la última vez que avistó y fotografió a ejemplares de delfines que vivían en ese estuario; es decir desde 2015 hasta la fecha ya no ha ubicado a ninguno. “La última vez que yo vi un delfín en el Golfo de Fonseca fue ahí por la isla Perico, Periquito. He preguntado a los pescadores del lugar, a los locales y todos dicen que ya no hay, que se fueron”, subraya el profesional, quien es investigador asociado del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI), de la Universidad Francisco Gavidia.  Aclara que si bien en la costa salvadoreña aún se pueden observar delfines en mar abierto, pero estos no entran a los esteros.

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Foto EDH/ Archivo



En su momento logró ver tres o cuatro ejemplares y algunas veces iba una mamá con sus bebés.
El biólogo Ricardo Ibarra reportó, en otra publicación, haber visto manadas de hasta 10 delfines en el Golfo de Fonseca.

“Estos delfines presentan la cabeza y el cuerpo robusto. El tamaño de los adultos varía entre 1.9 a 3.6 metros de longitud y alcanzan los 650 kilogramos de peso”, indicó.

Según detalla Barraza estos cetáceos se alimentan de peces, calamares, cangrejos, camarones y algunos moluscos; además, esta especie se comunica mediante diferentes sonidos emanados desde diferentes áreas de la cabeza, también mediante movimientos corporales. Y capturan a sus presas mediante ecolocación, es decir emitiendo ondas sonoras que rebotan en su objetivo y se devuelven a la cabeza del delfín.

“Las hembras en gestación llevan una cría que nace después de un año y en ese momento alcanzan 30 a 100 centímetros de longitud”, externa.

En la actualidad, en el país se encuentran en la lista oficial de especies amenazadas, así que por ley no deben dañarse.

La desaparición de la especie en ese punto del país, algo que quizás es desconocido para quienes no viven ahí, ha generado un impacto:
“Perdimos una biodiversidad importante en nuestro país, se perdió una fuente de actividad turística que podía ser sostenible, y ahora no hay quien regule ciertas poblaciones de conchas o de peces, entonces se desbalanceó un poco el equilibrio ecológico de las cadenas alimenticias marinas en el Golfo de Fonseca”, puntualiza.
Posibles causas de desaparición del delfín nariz de botella

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Según expone el biólogo marino José Enrique Barraza, en general, “las poblaciones de este cetáceo se caracterizan por acercarse a las orillas de mar en diferentes partes del mundo, por ello están expuestos a mayores riesgos ante los encuentros con humanos”.

En ese contexto el doctor Barraza señala que ha analizado varias hipótesis del porqué el delfín nariz de botella ha dejado de verse en el Golfo de Fonseca, las cuales van desde la construcción del puerto que podría haber alterado el hábitat, pasando por la falta de alimento, la contaminación por aguas residuales generadas por varios asentamientos que descargadas en la bahía, enfermedades y la cacería.

Reflexiona que la teoría de que esta especie pudo haber tenido  problemas de alimentación es menos probable, porque según indica ahí los pescadores continúan extrayendo curvina, cangrejos entre otros, lo que indican que hay disponibilidad de alimento para los delfines.

Añade que las tres causas más probables son enfermedades; el ruido que se genera por el incremento de tráfico marino, así como la cacería por parte de pescadores u otras personas inescrupulosas, incluso una combinación de ellos.    

Barraza manifestó que entre las enfermedades que afectan a los cetáceos en todas partes del mundo está la brucelosis  y se han dado algunos varamientos de delfines a causa de esto en Costa Rica, pero también puede ocurrir que mueran debido a obstrucciones del tracto digestivo por residuos plásticos. “A pesar de que no existe documentación sobre la cacería de delfines para pesca de tiburón en El Salvador, tampoco existen monitoreos o controles específicos al respecto, y considerando que la pesca de tiburón es intensa en todo el territorio nacional y países cercanos podría ser una posible causa de su desaparición local”, señala.

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