Vladimir, un padre soltero y luchador por sus tres hijos luego de la muerte de su esposa

Este padre salvadoreño reconoce que, al principio, fue difícil asumir la responsabilidad de criar a tres niños porque cuando murió su esposa Isabel él acababa de perder su empleo.

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Los hijos de Vladimir: el primero es un niño de 13 años, la segunda una niña de 11, y el tercero tiene 10 años.

Por Milton Rodríguez

2020-06-16 11:45:21

Lucha, fortaleza y amor total para sus hijos es lo que transmite Vladimir Ramírez, un hombre de 44 años, quien es padre soltero desde hace más de 6 años cuando Isabel, su esposa, falleció a causa de un cáncer de páncreas y lo dejó con los tres niños, entre ellos el más pequeño de tan solo 10 meses.

Este padre reconoce que, al principio, fue difícil para él adaptarse a la situación de asumir la responsabilidad de criar tres niños principalmente porque cuando murió su esposa Isabel él acababa de perder su empleo.

Vladimir Ramírez se casó con Isabel. Ella falleció hace 6 años y él asumió la crianza de los tres hijos del matrimonio. Foto cortesía

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Cuenta que se fue a buscar trabajo en varios lugares, y que la primera oportunidad que le salió fue para trabajar en proyectos con la alcaldía de San Marcos, tres años después estuvo con una empresa embotelladora de agua, pero siempre tuvo en mente superarse y ganar más para ofrecerle lo mejor a su hijos, luego regresó de nuevo a la municipalidad para trabajar como recolector de basura.

“Trabajo para mis hijos prácticamente, quiero que cuando yo muera ellos queden realizados como personas, con sus estudios y preparados para la vida. Siempre les inculco el respeto a los demás y a ser generosos”, dice Vladimir.

Dice que lo más difícil para un padre soltero es “llenar el amor maternal porque solo una mujer lo puede llenar, es incomparable, aunque uno intenta pero no es lo mismo, es distinto, yo les doy amor pero no es lo mismo como una madre”, dice.

Actualmente vive con sus tres pequeños; el primero es un niño de 13 años, la segunda una niña de 11, y el tercero tiene 10 años. Junto a ellos vive también la madre de Vladimir, una señora de 69 años quien le apoya con el cuido de sus hijos.

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Desde que se quedó solo con los niños le tocó cuidarlos y hacer actividades que comúnmente hacen las madres como cambiar pañales, bañarlos, cocinarles, llevarlos a la escuela, ayudarles con las tareas, e incluso, pedir permiso para ir a reuniones.

“No tengo gran estudio, porque solo hice noveno grado, pero trato de educarles y guiarles por el buen camino”, dice.

Conoció a su difunta esposa en un retiro de la Parroquia El Calvario de San Salvador. Le habló, fueron novios y con el paso de los años se casaron, luego fueron servidores de esa iglesia a la cual hoy en día aún asiste junto a sus hijos. “Juntos vamos a la escuelita de la fe, esperábamos que este año mis hijos hicieran la primera comunión, pero debido a la pandemia se ha retrasado el sacramento”, comentó.

Vladimir Ramírez trabaja en el equipo recolector de desechos de la alcaldía de San Marcos, asegura que todos sus esfuerzos son dedicados a sus hijos. Foto cortesía

A pesar de que la vida no ha sido fácil, Vladimir ha demostrado que cuando hay fuerza de voluntad si se pueden hacer bien las cosas, pues explica que de pequeño no tuvo el amor de un padre como él hubiera querido. Asegura que hoy en día son sus hijos quienes le impulsan para tratar de hacer las cosas de la mejor manera.

Héroe anónimo
Al igual que los profesionales que trabajan en la primera línea ante el coronavirus, tanto Vladimir como sus compañeros han estado expuestos al virus porque trabaja en la recolección de desechos en el municipio de San Marcos.

Relata que desde que inició la pandemia han tomado las medidas necesarias para evitar contagiarse usando mascarillas, guantes y manteniendo distanciamiento entre compañeros.

Su jornada inicia a las 5:00 am, cuando se levanta y se prepara para dirigirse a su trabajo, al llegar revisa el aceite, agua y frenos del camión pues a las 7:00 am salen en ruta junto a cuatro compañeros más.

“En toda la cuarentena he trabajado. El domingo que cayó la tormenta Amanda, me llamaron para atender la emergencia, no recogimos basura sino los escombros de los daños ocasionados” expresó Vladimir.

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Su función es alternada, ya que algunos días es el motorista del camión y otros recoge basura.

Vladimir dice que siempre le ha agradado su trabajo por el hecho de que implica un servicio al prójimo y gana amistades en los lugares donde pasa el camión. Relata que una de las ocasiones en que se vio afectado mientras hacia su trabajo fue un día, cuando recogía basura tomó una bolsa que contenía un animal y este le orinó el cuello, él sintió que le quemaba su piel y por ello se fue a la clínica, ahí le dieron un medicamento que le alivió.

Al preguntarle qué pedirían a las personas de las colonias que visitan dice: “sería bueno que traten de tener ordenada la basura, bien recogida en bolsas o sacos, y si es posible amarrada para que los perros no la rieguen”.

Entre las experiencias más fuertes que ha enfrentado como recolector ha sido ver que las personas que visita a diario están afectadas por las lluvias o que ya no están, pues lo asimila con su experiencia de vida y sabe que es duro perder a un ser querido.