Padre cumple el sueño de su hija y le construye una casa del árbol en San Pedro Masahuat

Eder se quedó sin trabajo a raíz de la emergencia por el coronavirus, relata que al principio empezó a enfermarse al pensar en su situación por lo decidió que era el momento de echar andar el sueño de su pequeña de 7 años y así disimular los difíciles momentos por los que el mundo atraviesa.

Por Gadiel Castillo

2020-05-23 12:18:32

Desde hace dos semanas, Maori Isabela Lara Tobar pasa buena parte del día en la casa del árbol que su padre, Eder Lara, le fabricó, para aprovechar el tiempo de cesantía laboral provocado por la pandemia del coronavirus.

En la casa de un 1.80 metros de altura y construida con varas de bambú, la niña de 7 años juega con su primo, toca el violín, realiza sus tareas, escucha música, baila y en ocasiones la acompañan hasta sus padres. “Es muy increíble y me gusta mucho. La pedía desde cuando tenía cinco años”, dice la niña.

Eder cuenta que la petición de una casa del árbol la hizo Maori hace dos años, cuando se mudaron a su nueva vivienda, en el cantón Barahona, del municipio de San Pedro Masahuat, en La Paz. El señor relata que, desde que la niña vio dos árboles de mango, “ella nos pidió la casa del árbol y la diseñó. Como habían dos árboles, me dijo: me la haces y con una escalera, para que pase de un lugar a otro’”, cuenta.

Foto EDH/ Jorge Reyes
Foto EDH/ Jorge Reyes

El señor manifiesta que pasaron los años y la petición de la niña continuaba, pero debido a la falta de tiempo por el trabajo y otras actividades no había sido posible.

Eder se desempeña como chef en un cafetín escolar de la zona, sin embargo, la pandemia del COVID-19 lo dejó sin trabajo por la suspensión de las clases. “Aprovechamos el tiempo por la suspensión de trabajo. Soy chef y trabajo en un cafetín escolar y con esto que quedamos varados, al principio nos comenzamos a enfermar, porque mucho pensábamos en el COVID-19, se nos quitó el sueño por la misma preocupación”, relata.

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La familia Lara Tobar asegura que la realización de este proyecto sirvió como terapia psicológica, pues la pandemia les interrumpió la dinámica diaria y solo pensaban en el virus. “Por el temor a contagiarnos no hicimos ventas, ni salíamos. Por ganar un poquito de dinero nos podíamos enfermarnos”.

Agrega que todo comenzó luego de construir un cerco de bambú, lo terminó y pensó que era buen momento para complacer a Maori las ganas de tener una casa del árbol. Comenzó a acarrear más varas y, a pesar de no tener conocimiento de arquitectura, ni de albañilería, puso a andar su proyecto y, en cuestión de tres semanas, lo concluyó.

Foto EDH/ Jorge Reyes
Foto EDH/ Jorge Reyes

“No hice ningún plano, solo trabajé a lo que fuera saliendo, solo hice el esquema en mi mente. Ahí fueron surgiendo las ideas, el mismo proceso me dio los pasos. Al final, quedó bien proporcionado todo, como si hubiera hecho un plano arquitectónico”, manifiesta.

Eder indica que construir esta casa representa una satisfacción personal , pues ve la felicidad de su pequeña, también dice que es un sueño cumplido para él, debido a que siempre quiso una casa de este tipo, pero por sus ocupaciones y por no ver la recreación como algo importante, sus padres nunca se la realizaron.

Por ahora, Maori y su primo Aarón continuarán jugando en la casa del árbol junto a sus amigos imaginarios o de chef, junto a su perro Marshall Donald Lara, mientras dure la cuarentena.

Foto EDH/ Jorge Reyes