Zuleym de Linares, de 51 años, es madre de Vilma Arely Linares, quien trabaja como enfermera de la Unidad Comunitaria de Salud Familiar (UCSF) Concepción, San Salvador.
Vilma tiene 24 años, se graduó el año pasado de la licenciatura de enfermería y ha tenido que enfrentar la pandemia causada por el COVID-19 en primera línea desde la Unidad Comunitaria, pero antes trabajó de forma independiente cuidando a personas.
Su madre relata que desde inicios de la pandemia ella ha impartido charlas informativas a sus vecinos explicando las medidas de prevención e informando sobre los síntomas de la enfermedad y el avance en el país. También hizo la gestión para vacunar a más de 40 personas del edificio donde viven, en la colonia Monserrat, contra la influenza.
“Ella desde el inicio de la pandemia ha trabajado con pacientes COVID-19, incluso brindó atención a los ancianos que salieron contagiados del asilo Sara Zaldívar. Ella dedicó su tiempo y hasta yo sentía que los conocía porque ella me hablaba de cada uno de ellos. Cada vez que veía que uno se recuperaba ella era feliz y yo también”, relata la madre.
Para Zuleyma, su hija y demás familia no ha sido fácil enfrentar el COVID-19. La primera dificultad a la que se enfrentaron como familia fue la separación, pues Vilma optó por salirse de su casa e irse a vivir sola para evitar contagiar a su familia, sobre todo a su madre por ser parte del grupo vulnerable, pues padece de hipertensión y hace un año fue operada por sospecha de cáncer de matriz.
“Ella no quería venir a la casa, sabe que soy vulnerable. Ella lloró, me dijo que no quería porque nunca ha estado fuera de nuestro hogar, pero dijo que por protegernos a nosotros lo haría”, relata Zuleyma.
Asegura que aunque le fue difícil, por el temor a que su hija se contagiara, la apoyó cuando ella decidió trabajar durante el periodo de la pandemia.
“Ella dijo que para eso había estudiado, que no sería enfermera sólo en momentos de paz y tranquilidad sino también en los peores momentos ella iba a estar pendiente y de pie”.
Zuleyma escribió una carta dedicada a su hija y a los familiares de los trabajadores de salud que día a día deben de sufrir el temor a contagiarse del COVID-19 en los centros de salud donde trabajan.
El texto fue publicado en la Fanpage de Profesionales de Enfermería de El Salvador, en la publicación la madre expresa el temor que siente por la exposición que su hija tiene al COVID-19, así como el desgaste emocional que siente su hija cada vez que un paciente fallece a causa de la enfermedad.
“Yo al igual que muchas madres he sentido durante los últimos meses ese sentimiento de temor ante la pandemia, temor que mi hija se contagie, pero a la vez el orgullo de saber que ella está allí día con día de pie lista para dar lo mejor de sí. He visto en ella ojos de tristeza y sí, la he visto llorar cuando un paciente pierde la batalla, pero también he compartido su alegría al contarme como un paciente se recuperó”, relata.
El amor de esta madre salvadoreña se extiende no sólo para su hija, sino para todo el personal de salud que está en primera línea luchando contra la pandemia.
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“Estos 5 meses han sido los más largos de mi vida, la veo irse a trabajar y encomiendo a Dios a todo el equipo. Cuando ella se va lloro, lloro mucho. Ella aún no lo sabe, me encierro y mi llanto se convierte en oración y clamor, comienzo a orar por ella y por todo el equipo de salud. Las horas se hacen largar, pero qué felicidad siento al verla llegar. Siento que veo a la enfermera más bella y como no, si es mi hija. Ella es el reflejo de todo el gremio que día a día está allí luchando por mí y por ti”, dice la publicación.
Asegura que ella está consciente del cómo se expone el personal de salud, por ello trata de consciente a las demás personas para que practiquen las medidas de prevención, pues conoce el sacrificio que enfermeras, doctores y demás personal de salud realizan para salvador vidas.
“Como padres y familiares sabemos todo el riesgo que ellas corren, sabemos el sacrificio que hacen, el equipo de salud en cualquier turno puede ser sorprendido y contraer el virus y quisiera que las personas valoran ese esfuerzo. Me duele pensar que mi hija se pueda contagiar del virus y no poderla abrazar. Lamentablemente muchos enfermeros y enfermeras han fallecido y quedan en el olvido… sólo queda el dolor en el corazón de aquella madre, padre, esposo,esposa, hijos, de no haberlos podido honrar como se merece”, dice.
“En un descuido no me importaría contagiarme por darle un beso a mi hija, la enfermera”, agrega.
Hasta la fecha, hay 128 trabajadores de salud fallecidos por COVID-19 o por las complicaciones que el virus ha causado en sus cuerpos, 97 de ellos son doctores, enfermera, anestesistas, internistas, es decir personal médico que tiene una atención directa con los pacientes, para ellos la madre de la enfermera dedica estas palabras:
“Me duele pensar en todos los que han fallecido a causa del virus, han dejado sus hijos, madres, esposos y esposas con ese dolor de perder la joya más preciada, pero sé que ellos nunca serán olvidados porque las familias nunca olvida a sus seres queridos y peor aún a aquellos que han ofrendado su vida por salvar la de otros y quedan satisfechos de que su misión fue servir a todo un país”, expresa.
Para los padres o familiares de trabajadores de salud, Zuleyma dedica las siguientes palabras: “Uno los ve que se van sanos y no sabe si van a regresar contagiados, pero uno debe de comprender que esa es la profesión que ellos eligieron. Es un don maravilloso que tienen y apoyarlo en todo lo que podamos, encomendarlos a Dios y cuando los veamos quebrantarlos darles ánimos y no mostrarles a ellos nuestras preocupaciones. También debemos de replicar todo lo que ellos nos explican y debemos ser entes multiplicadores”, dijo.
También expresa su admiración al personal de salud porque asegura que así como su hija ejerce su profesión con entrega, pasión y amor lo deben de hacer los demás.
“Desde que mi hija inició sus estudios vi su entrega, su amor, su profesionalismo, bondad. Le di gracias a Dios y me sentí orgullosa al verla graduarse con su vestido blanco, su cofia y su lamparita. Los profesionales en enfermería, médicos, laboratoristas, terapeutas, farmacia cocineros, personal limpieza, transporte, todos forman parte del Mejor equipo que tenemos en El Salvador. Gracias por arriesgar tu vida por mi que ni siquiera me conoces, no sabes dónde vivo, mis gustos, mi religión, mi profesión, el color de ojos, mi estatura, mi tez, mi partido político, pero estás dispuesto a ofrendar tu vida por mí. No existen palabras para agradecer todo lo que hacen por nosotros”.
“Quien tiene una hija, una esposa, un amigo enfermera o enfermero tiene un ángel en su vida… Que Dios bendiga a todo el personal de enfermería de El Salvador”, concluye.
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